ERC vuelve a fichar entre diputados de la izquierda no independentista del Parlamento catalán. No es la primera vez que la formación liderada por Gabriel Rufián en el Congreso y dirigida por Oriol Junqueras desde prisión recoge la parte díscola de ICV, integrada ahora en En Comú Podem.
El último movimiento de los republicanos ha sido cerrar toda puerta a sumarse a la Crida de Carles Puigdemont y al mismo tiempo negociar la integración de la parte independentista de los comunes liderados por Ada Colau, alcaldesa de Barcelona y directora de orquesta de la formación en el Parlament tras la salida de Xavier Domènech.
ERC negocia así la integración de 'Sobiranistes', liderada por los diputados Elisenda Alamany, que fue portavoz de En Comú Podem y diputada no adscrita, junto a Joan Josep Nuet, líder de EUiA (Esquerra Unida y Alternativa).
Con estos fichajes, ERC mataría dos pájaros de un tiro. Primero suma a una corriente independentista y republicana a sus filas, y segundo quita a Colau la división interna en la formación morada con el objetivo de allanar el terreno para sentar los cimientos de un nuevo tripartito.
Teniendo estos dos actores unidos tan solo faltarían los socialistas, que no cierran ninguna puerta a ningún escenario. El secretario de organización del PSC había rechazado hace tan solo una semana un pacto con formaciones políticas que se fotografían con Vox, y deja la puerta abierta a negociar con el resto de partidos, incluidos los independentistas. A juicio del dirigente del PSC, la solución para solventar el conflicto entre el Estado y la Generalitat pasa "por el diálogo".
Sondeos
Y es que, si los sondeos no yerran (hecho improbable en una sociedad como la catalana tan polarizada), ERC ganaría, pero habría que esperar si la Crida de Puigdemont logra los escaños suficientes para reeditar la alianza separatista, cuyo principal escollo siempre han sido los Presupuestos.
El escenario que se abriría es la reedición de un tripartito, esta vez de izquierdas y no transversal. Una imagen que ya se dio en 2006, cuando Pasqual Maragall, Josep Lluís Carod-Rovira y Joan Saura sellaron un experimento sin precedentes en Cataluña. Era la primera vez que cambiaba el Gobierno de manos en Cataluña y a los independentistas de derechas no les resultó nada grato.
De hecho, desde Reagrupament, un pequeño partido político que no se presenta a las elecciones para no dividir el voto, ha montado en cólera con el rechazo de ERC a la lista unitaria. "Volvemos al tripartito", señalan. "No esperamos menos de vosotros", ironizan, mientras exigen la unidad entre los independentistas.
Un tripartito en Cataluña
Los últimos sondeos apuntan a una victoria del nacionalismo en Gerona, Tarragona y Lérida, mientras la provincia de Barcelona estaría en manos del PSC.
Esta formación independentista y derechas lleva pidiendo el voto para la antigua CiU y CDC y ahora a la Crida desde que decidieron no presentarse más a las autonómicas. El enfado es total por la parte separatista considerada de derechas al considerar que este movimiento de ERC favorece al PSOE. "ERC es el partido de las oligarquías", es el mantra que se repite ahora en el imaginario independentista.
Con esta fórmula, el tripartito acabaría de un plumazo con vías unilaterales o referéndums ilegales, y abriría la puerta al denominado "autonomismo", es decir, más competencias para Cataluña pero manteniéndose dentro de España.
Se abriría así un escenario para apaciguar a las masas, desactivar a los CDR y anular a los extremos de ambos lados. Al menos durante unos años habría cierta calma, con los rifirrafes habituales entre el catalanismo y los independentistas por los Presupuestos, pero con la unidad del independentismo totalmente quebrada.