Como contrapeso de la vía dialogada y la moderación que promueve ERC para alcanzar la independencia de Cataluña, el ala más radical de Junts. El nuevo Govern de coalición de Pere Aragonès tendrá como hombre fuerte del partido que lidera Carles Puigdemont desde su refugio en Bélgica a Jordi Puigneró, que asumirá un puesto clave como es el de vicepresidente de la Generalitat.
El hasta ahora conseller de Políticas Digitales y Administración Pública, conocido por su pensamiento radical independentista y sus formas nada condescendientes con España, se ha impuesto en el debate interno en las filas de Junts acerca de quién iba a asumir el cargo de 'número dos' del Ejecutivo catalán tras las retiradas de Elsa Artadi o Josep Rius.
Hombre de confianza del expresidente de la Generalitat y militante desde que era joven de la desaparecida Convergència, el nuevo vicepresidente sigue amasando poder dentro del Govern, ya que además mantendrá la cartera de Políticas Digitales y Administración Pública y añadirá la de Infraestructuras y Agenda Urbana, lo que le otorgará un papel importante en la administración pública al ser el encargado de gestionar el día a día de vivienda y transportes en la comunidad autónoma.
Decisiones que han levantado polvareda en la política nacional, dada su declarada animadversión hacia España, a la que en más de una ocasión se ha referido como "Ejpañistán", y el nacionalismo radical del que hace gala a menudo. A sus espaldas, Puigneró carga con una mochila llena de afirmaciones y ataques con un marcado tono hispanófobo y proyectos de dudoso éxito.
La 'Nasa catalana' de Puigneró
Nacido en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) en 1974, se licenció en Ingeniería en Sistemas de Información en Reino Unido. Fue en 2013 cuando se incorporó de forma definitiva al Govern como secretario de Telecomunicaciones, Ciberseguridad y Sociedad Digital.
Apasionado de la tecnología casi tanto como del independentismo, como queda claro en su libro El quinto poder. La república digital en tus manos, impulsó durante la anterior legislatura el proyecto de una 'NASA catalana', que supuso una inversión de cerca de 20 millones de euros en plena pandemia, y el desarrollo de una "república digital". Pero más conocido es por sus textos y sus afirmaciones proindependentistas e hirientes con España.
En 1999 comenzó a defender las teorías de Jordi Bilbeny, impulsor del Institut Nova Història, que sostiene que Colón era catalán. “Castilla antes y España más recientemente manipularon y se apropiaron de la historia: Nosotros los catalanes, hemos descubierto América”, se puede leer en su texto La gran mentira del Milenio: ¿Cristòfor Colom, Cristóbal Colón o Christopher Columbus?, en el cuál se explaya con desprecio hacia España.
Una línea de argumentación que, con el paso del tiempo, ha mantenido: "Viendo como España manipula la realidad del presente, cada día estoy más convencido de la veracidad de las teorías de Bilbeny sobre cómo la censura de la época reescribió la historia de Colón", escribía en Twitter en 2019, además de tirar de tópicos como el "España nos roba" o "España es Turquía" (en referencia a la supuesta falta de libertades) y promover boicots contra figuras como el Rey.
Más hirientes han sido otros mensajes publicados durante los últimos años en redes sociales, y en los que entre otras lindezas, ha llegado a afirmar que, "desafortunadamente, en el Reino de España o se es súbdito o se es disidente. Porque estamos ante una estructura de pensamiento feudal". U otros momentos en los que ha lanzado comparaciones nada afortunadas, como ocurrió en 2012: "Un intelectual español hablando de federalismo es como un marido alcohólico/maltratador gritando 'cambiaré' el día que su mujer le está haciendo las maletas".
Sin creer en la "solución negociada"
Habituado a remar contracorriente, ya en 2004 reclamó a Convergència, de la que formaba parte, que hiciera campaña contra la Constitución Europea por no reconocer el catalán como idioma oficial, algo que su partido decidió evitar para tratar de no dar pasos contra su reconocido anhelo de proyectar una imagen europeísta.
En los últimos años, se ha mostrado poco receptivo con la idea de negociar una solución al conflicto entre catalán. "Tanto si en España hay un Gobierno de derechas como de izquierdas, mientras "un 60% de españoles se opongan a cualquier medida que permita la excarcelación" de los políticos presos, "difícilmente el conflicto tendrá una solución negociada", afirmaba en marzo de este año, dudando de que la vía promovida por ERC tuviera opciones de convertirse en exitosa.