España

Arrimadas entierra la estrategia de Rivera en el año más convulso de Ciudadanos

La mano tendida de Cs a Sánchez para el estado de alarma y los presupuestos no logra romper la coalición ni la mayoría 'Frankestein'. La formación naranja ha perdido la mitad de la militancia en este 2020, entre ellos referentes como Girauta o De Quinto

  • Inés Arrimadas en un acto político de Ciudadanos.

La pasada semana hubo primarias internas de Ciudadanos en la ciudad de Gijón para elegir a la nueva directiva local. Apenas 26 afiliados naranjas emitieron su voto de un total de 130 militantes con derecho a ello. Unos datos de participación paupérrimos en la ciudad más grande de Asturias y antiguo feudo del exdirigente Ignacio Prendes.

En los tiempos de bonanza política del partido, bajo la égida de Albert Rivera, Ciudadanos llegó a tener más de 400 afiliados en Gijón. Ahora quedan menos de la mitad. Una hemorragia que se ha extendido por todo el país, tal y como desveló Vozpópuli: de los casi 34.000 afiliados con los que se presentó a las primeras elecciones generales del año pasado, se pasó a principios de noviembre a la cota de los 16.500 y con una tendencia preocupante a la baja.

Las deserciones más conocidas de los últimos meses han sido las de Patricia Reyes, adelantada por este periódico; la de Xavier Pericay, uno de los fundadores del partido; así como de algunas de las figuras del llamado sector crítico como Orlena de Miguel o Saúl Ramírez. Antes, en mayo, rompieron el carné naranja Juan Carlos Girauta, Marcos de Quinto o Carina Mejías.

El exdiputado de Ciudadanos, Marcos de Quinto.

Es decir, han dicho adiós a Ciudadanos tanto figuras cercanas a Rivera como personas que encabezaron la candidatura de Francisco Igea en las primarias de febrero frente al oficialismo de Arrimadas, en un goteo sin cesar que ha dado una sensación de desbandada generalizada.

A ello se unieron los amagos de saltarse la disciplina de voto dentro del grupo parlamentario. En mayo fue De Quinto quien abanderó unas quejas que, en última instancia, motivaron su renuncia al escaño. En octubre, se estuvo cerca de la fractura interna en la última prórroga de la alarma cuando la diputada Marta Martín tuvo dudas con el 'sí'. Hubo otros diputados naranjas con reservas a la hora de dar esta excepcionalidad al Ejecutivo de Pedro Sánchez, aunque no salieron a la luz.

Entierra el 'no es no' de Rivera

La mano tendida de Arrimadas a Sánchez para el estado de alarma y los presupuestos ha sido la gran novedad de Ciudadanos en este año 2020 que está a punto de terminar. Tras el 'no es no' de Rivera a lo largo de 2019 que terminó en la debacle electoral del 10-N, la nueva presidenta de Cs rectificó el rumbo del barco para convertir a la formación "en una bisagra con la que abrir nuevas puertas", en palabras de un dirigente regional.

Fue la vuelta al centro puro y genuino, con el que se salió de la 'foto de Colón' en la que se vio atrapado por el PP y Vox. Pero el giro estratégico de Arrimadas, primero durante la pandemia del coronavirus y luego en la tramitación de las cuentas, no logró romper la coalición gubernamental ni alteró la mayoría 'Frankestein' con la que Pedro Sánchez llegó al poder.

La justificación de la situación excepcional de epidemia no resulta suficiente, máxime cuando el PSOE se muestra despectivo con los apoyos naranjas"

Además, se pasó en muy poco tiempo de denostar al PSOE a buscar acuerdos con los socialistas casi de forma compulsiva. Asturias fue un buen ejemplo de esa esquizofrenia. Hace un año, por estas fechas, dimitió la portavoz del grupo parlamentario, Ana Coto, por negarse a secundar la orden de la gestora afín a Arrimadas de votar en contra de las cuentas del socialista Adrián Barbón.  

Coto había negociado la abstención con el apoyo unánime del comité autonómico de Cs Asturias. Pero desde Madrid se exigió el 'no' de los naranjas en el último minuto. Unos meses después, Ciudadanos se ofrecía al PSOE en esta y otras comunidades autónomas como si no hubiera pasado nada

Así las cosas, el partido de Arrimadas ha negociado con el PSOE en ocho autonomías pese a estar en la oposición y, al final, dio el 'sí' la semana pasada a las cuentas de Javier Lambán en Aragón y de Emiliano García-Page en Castilla La Mancha. Curiosamente, los barones socialistas más críticos con Pedro Sánchez.

El PSOE, "despectivo"

"La justificación de la situación excepcional de epidemia no resulta suficiente, máxime cuando el PSOE se muestra despectivo con los apoyos naranjas, como si le resultaran accesorios", reconoce un dirigente regional crítico con el "entreguismo" de los naranjas al PSOE. Al final, la mayor parte de los ejecutivos autonómicos en debilidad parlamentaria han optado por otros socios aunque, en principio, Ciudadanos podría haber sido el apoyo más razonable e incluso el más conveniente electoralmente.

Arrimadas apostó fuerte en la tramitación de los PGE del Gobierno de coalición. Ciudadanos había sido el aliado inesperado de Pedro Sánchez en el anterior estado de alarma, pero al final hubo varias promesas incumplidas por parte del jefe del Ejecutivo.

Inés Arrimadas y Pedro Sánchez en su última reunión en La Moncloa.

Lo más llamativo fue que Sánchez y Arrimadas se comprometieron en la quinta prórroga -la más delicada- a analizar las medidas y reformas legislativas necesarias "que permitan una salida ordenada del estado de alarma y la gestión de la pandemia, ya sin la utilización de la herramienta constitucional de la declaración de alarma". En síntesis, era el mismo punto que se había pactado para la cuarta prórroga.

El Ejecutivo aceptó comunicar en dos semanas "las primeras conclusiones de su análisis con el objetivo de dialogar y, si es posible, consensuar las medidas y reformas legislativas necesarias". Nada de ello ocurrió. Desde Moncloa se adelantó que con toda seguridad había que modificar las leyes de Seguridad Nacional y de Salud Pública, pero no se atrevió a dar el paso, algo que hasta le reprochó el PP de Pablo Casado.

Arrimadas dice que ha logrado tal o cual cosa, pero no lo dice Sánchez. Y eso hace dudar al observador externo de si realmente hubo acuerdos y logros naranjas"

Luego, en los PGE pasó algo parecido. Arrimadas se arrogó, por ejemplo, el compromiso del Gobierno de eliminar el impuesto al diésel que había anunciado por sorpresa unos días antes. En el momento de la verdad, Sánchez le dio ese caramelo al PNV al rechazar la enmienda naranja en la Cámara baja.

"Es denostado el esfuerzo de la propia Arrimadas por vender como propios logros de una negociación en la que Ciudadanos no es relevante ni necesario. No es socio preferente por su falta de fiabilidad tras numerosos bandazos", se lamenta otro responsable autonómico de Cs.

El problema, a juicio de esta persona, es que los logros "solo los reconoce y los ensalza Ciudadanos", mientras son "escasos" los agradecimientos desde los gobiernos socialistas a los que se tiende la mano. "Arrimadas dice que ha logrado tal o cual cosa, pero no lo dice Sánchez. Y eso hace dudar al observador externo de si realmente hubo acuerdos y logros naranjas", sentencia.

El portazo de Sánchez a Arrimadas en los PGE, en medio de fuertes presiones de Podemos, coincidió con el acercamiento al PP de Rivera y su 'número dos' mientras fue presidente naranja, José Manuel Villegas. El bufete que preside el primero se encargará de preparar un recurso del partido de Casado ante el Tribunal Constitucional, mientras que el segundo aceptó entrar en el patronato de Propósito, una nueva fundación del PP

Albert Rivera (d) y José Manuel Villegas (i), durante la reunión del Comité Ejecutivo del partido.

Ambos anuncios se produjeron casi de forma consecutiva y provocaron un terremoto dentro de Ciudadanos, donde un buen número de dirigentes empezaron a discutir entre ellos la posibilidad de "abandonar" el partido naranja y "fortalecer" al PP en su labor de oposición al Gobierno de Sánchez.

"Albert y Villegas han hablado, y lo han hecho sin abrir la boca. Y la gente interpreta que lo que han hecho es marcar el camino", subrayó en noviembre a Vozpópuli un dirigente nacional de Cs. En Baleares, por ejemplo, el excoordinador en Palma de Mallorca, Pedro Miró, y el que era miembro del Consejo General, Miguel Busquets, se dieron de baja en Cs y formalizaron su nueva afiliación al PP. Fueron las primeras fugas de dirigentes naranjas.

La rebelión interna contra Marín

En todo caso, el acercamiento al PP no convence a todos. En Andalucía, el hecho de que Juan Marín apareciese en un desayuno informativo con Rivera y no descartase ir de la mano de los 'populares' en las próximas elecciones andaluzas, previstas para finales de 2022 si se agota la legislatura, provocó una rebelión interna.

Varios cargos y afiliados de toda Andalucía han comenzado a organizarse para pedir a la dirección nacional la destitución de Marin y el alcalde de Granada, Luis Salvador. Para ello, han recurrido al que fuera secretario de Organización de Cs con Albert Rivera y actual senador por designación autonómica, Fran Hervías, para que coordine esa oposición interna al tándem Marín-Salvador.

En esta particular 'cruzada' contra el vicepresidente de la Junta de Andalucía, a Hervías le acompañan en un incipiente núcleo duro la actual consejera de Igualdad y rival interna de Marín, Rocío Ruiz, y el portavoz de Cs en el Parlamento andaluz, Sergio Romero.

Rocío Ruiz, Fran Hervías y Sergio Romero.

En este convulso final de año, la mejor noticia para Ciudadanos es que tiene las cuentas saneadas pese al revés electoral del 10-N. A finales de octubre devolvió el último crédito bancario que había pedido en 2019 para afrontar las citas electorales, así que en estos momentos tiene "deuda cero" con las entidades financieras.

El partido de Arrimadas cerrará este 2020 con un pequeño superávit pese a la caída en las cuotas de afiliados y dispone en la actualidad de un patrimonio neto que ronda los 8,5 millones de euros, un "colchón" con el que se ha podido afrontar con tranquilidad una reestructuración "suave" de personal dentro de las oficinas centrales tras el proceso sucesorio.

Además, la formación naranja acaba de renovar por cinco años el alquiler de su sede nacional en la calle madrileña de Alcalápor el que pagaba alrededor de 350.000 euros al año, y sigue sin tener propiedades inmuebles en el resto de España, de modo que puede presumir de no contar con deudas hipotecarias a día de hoy.

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