España

Isabel Díaz Ayuso: el año de IDA, la “Pasionaria de derechas”

El año de la pandemia ha acabado por convertir a la presidenta madrileña en el referente de la oposición del PP a Pedro Sánchez, pasando de apuesta descabellada de Casado a la política más odiada por la izquierda

  • 2020: el año en que Ayuso pasó de IDA a la “Pasionaria de Derechas”

Le Figaro, el periódico de derechas referente en Francia, acabó el año con un reportaje sobre Isabel Díaz Ayuso (Madrid, Octubre 1978) en el que, además de nombrarla “salvadora de Castilla” terminaba asegurando que la presidenta madrileña era la nueva “Pasionaria de Derechas”. Un calificativo que, por la rapidez y el empeño que puso el entorno oficial de Ayuso en difundir la entrevista, con la correspondiente traducción, demuestra que era muy del agrado de la política.

Ser comparada con la Pasionaria coincide con uno de los eslogan que, extraoficialmente, lleva circulando desde hace meses en este 2020 impulsado desde los alrededores de Sol: “Madrid será la tumba del sanchismo”. Y a fe que en ese empeño se ha puesto manos a la obra en este año que acaba.

Sobre todo, desde que la apuesta a la desesperada de Pablo Casado para Madrid –vieron en esta periodista que se pegaba en las tertulias con Pablo Iglesias y cuyas discusiones en La Sexta se viralizaban por youtube en 2019- la oportunidad para hacer “una buena oposición” en Madrid al PSOE “hasta que encontremos un líder de garantías”, decían en Génova. Pero Ayuso, cuando nadie lo esperaba, se hizo con la presidencia de la Comunidad.

Ser comparada con la Pasionaria coincide con uno de los eslogan que, extraoficialmente, lleva circulando desde hace meses en este 2020 impulsado desde los alrededores de Sol: “Madrid será la tumba del sanchismo”

Muchos, no solo en la oposición, dudaron entonces de su capacidad para el cargo. Desde la oposición, pasando por sus socios de Ciudadanos en el Gobierno hasta llegar a Génova, se hablaba y no paraba de que “el cargo le supera”, “lo está pasando muy mal”, y se recordaba su escaso bagaje: aunque llevaba años en la política madrileña parecía que su único currículum era haber llevado las redes sociales a Esperanza Aguirre cuando su perro Pecas tenía su propia cuenta.

El fichaje de MAR

Todo cambió cuando, en enero, se oficializó el fichaje de Miguel Ángel Rodríguez como su jefe de Gabinete, una función que había estado desarrollando oficiosamente como asesor externo. Fue meter el elefante en la cacharrería del Gobierno de coalición. Tensó la relación al máximo con Ciudadanos –“quiere dinamitar el Gobierno”, se quejaban los naranjas, a cuyo consejero de Transportes, Ángel Garrido, llamó varias veces “tránsfuga de mierda”-, atacó Telemadrid sin piedad y, sobre todo, comenzó una estrategia que chocó con el resto de presidentes autonómicos del PP y con el entorno de Casado en Génova: convirtió a Ayuso en el ariete contra Pedro Sánchez.

Desde la llegada de MAR, no hubo una política de Moncloa que no fuera replicada por el Gobierno de Madrid: Venezuela, impuestos, Cataluña… A cada acción o declaración de Sánchez, llegaba la réplica de Ayuso, como la verdadera “oposición” del PP. “Madrid es el Gobierno más importante que tiene el PP, la Comunidad con mayor PIB… y los otros ‘barones’ son menos dúctiles: Feijóo va por libre y Juanma Moreno, en el fondo, procede del sorayismo. Es lógico que Isabel, la apuesta personal de Casado, ejerciera este papel”, contaban en el PP nacional.

Y en esa labor de ariete, llegó el 9 de marzo de 2020. Ayuso había atacado al Gobierno por permitir la manifestación del 8-M mientras comenzaban a monitorizarse los efectos de la “neumonía que llega de Wuhan”. Para Ayuso, la manifestación se permitió “por motivos ideológicos” y “miles de personas se contagiaron”. Puso a Sánchez y al delegado del Gobierno, José Manuel Franco, en la diana política y judicial por permitirla, mientras Madrid era la primera comunidad, el 10 de marzo, en cerrar colegios y universidades. Sánchez decretaría el confinamiento de todo el país el sábado 14 de marzo. Comenzaba la peor pesadilla.

Hace años que está alejada de la religión, “perdí la fe a los 9 años” tras morir su abuelo. Y sus posiciones en temas como el aborto o la eutanasia se alejan mucho de la ortodoxia de Génova"

La llegada del coronavirus exacerbó el choque entre Ayuso y Sánchez, y la estrategia de MAR puso a Madrid y a su presidenta en la diana política. La pésima gestión de las residencias –con una guerra abierta entre el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, y el de Políticas Sociales, Alberto Reyero, dirimida entre filtraciones a la prensa- acabó por arrinconar a Ayuso.

El ‘fuego amigo’ –se filtró un falso contrato de favor con la cadena Room Mate mientras la presidenta pasaba su confinamiento por haberse contagiado de Covid en un lujoso apartamento de Enrique Sarasola- se multiplicaba mientras se conocían los miles de muertes en las residencias de ancianos y se publicaba el documento que demostraba que había órdenes para no admitir a los ancianos de centros sociosanitarios en los hospitales.

La presidenta de Madrid aplaude a los sanitarios en uno de los días de pandemia

Las horas más bajas de IDA –las iniciales de su nombre y apellidos se usaron para tildarla de desequilibrada- coincidían con el enfrentamiento máximo con Moncloa: Madrid llevaba a los tribunales la decisión de Pedro Sánchez de no pasar de fase a Madrid. Comenzaba la batalla de Ayuso por compaginar la salud con salvar la economía de la región. En los medios, unas fotos en El Mundo como una ‘Dolorosa’ enlutada gesticulando terminan por acorralarla.

Crisis de fe y 'huida' de casa

Es el centro de los ataques y las burlas, aunque Isabel Díaz Ayuso hace años que está alejada de la religión, “perdí la fe a los 9 años” tras morir su abuelo. Y sus posiciones en temas como el aborto o la eutanasia se alejan mucho de la ortodoxia de Génova. Con una relación “muy difícil” con un padre “autoritario y duro” que murió hace años padeciendo alzheimer y con graves problemas económicos, Ayuso se fue pronto de casa y ahora mantiene una muy buena relación con su madre, con quien se la pudo ver hace unos días tomando una cerveza en su barrio de Chamberí.

Ayuso temía que Aguado firmase una moción de censura con el PSOE para descabalgarla. La única manera de evitarlo era convocar elecciones y se plantó en Génova a finales de junio para comunicárselo a Casado"

La situación en mayo y junio siguió degenerando con dimisiones en su equipo de Sanidad que estaba en desacuerdo con los informes para pasar de fase y con problemas cada vez mayores con Ciudadanos. La “deslealtad de Ciudadanos esos meses fue una constante”, dicen en su equipo, y Ayuso temía que el vicepresidente Ignacio Aguado firmase una moción de censura con el PSOE para descabalgarla. La única manera de evitarlo era convocar elecciones y, Ayuso se plantó en Génova a finales de junio para comunicárselo a Casado.

La cúpula nacional la convenció de lo contrario –algunas fuentes aseguran que se le llegó a amenazar con que Casado elegiría a otro candidato si convocaba, aunque otras insisten en que “no fue necesario y entró en razón”: no hubo convocatoria de elecciones y el aplanamiento de la curva calmó las aguas temporalmente.

Llegó la reprobación de Reyero y su dimisión unos meses después, con lo que Escudero parecía haber ganado la guerra de las residencias, mientras que se alejaba el fantasma de la moción de censura y las elecciones. Pero llegó la segunda ola y, con ella, el nuevo enfrentamiento con Moncloa. Sánchez impuso un estado de alarma unilateral para Madrid porque el Gobierno de Ayuso tenía sus propios métodos para frenar los contagios. Una tras otra, las medidas que fue planteando Madrid acabaron por ser aceptadas por el Gobierno central: perimetrar solo por Zonas Básicas de Salud; test de antígenos; mantener la hostelería abierta; mascarillas; realizar PCR en los aeropuertos

El último episodio de enfrentamiento con la oposición regional ha sido el hospital Isabel Zendal, cuyo coste se ha doblado de 50 a 100 millones. Es un empeño personal de la presidenta, que presumió del hospital de Ifema en plena pandemia y ha levantado en tiempo récord un hospital para descongestionar la red de Madrid. El coste, la falta de quirófanos y el traslado forzoso de médicos, enfermeros y resto de personal han hecho poca mella en una presidenta que en los últimos meses se ha recubierto “de una coraza que el año pasado pocos esperaban” dicen en su entorno.

Junto a Jairo y viendo series

Ayuso ha pasado estos meses –salvo el tiempo que estuvo en el Room Mate- junto a su pareja de los últimos años, el peluquero Jairo Alonso, a quien conoció en los tiempos en que veraneaba en Sotillo de la Adrada. Muy pocos saben quién fue su marido, una relación que duró poco y rodeada por el silencio tanto de su círculo más íntimo como del partido.

Ha pasado la pandemia junto al peluquero Jairo Alonso. Muy pocos saben quién fue su marido, una relación que duró poco y rodeada por el silencio tanto de su círculo más íntimo como del partido"

En su pequeño piso de Chamberí, que le impide de momento contar con una de sus pasiones, los perros, Ayuso ha pasado este año dedicando el poco tiempo de tregua que le ha dado la pandemia a la afición que comparte con Pablo Iglesias: las series. Succesion, The morning show, Unorthodox, o Patria, La Casa de Papel o Antidisturbios entre las españolas. 

La ola bajó en Madrid y Ayuso pasó de ser IDA a recibir elogios en la prensa internacional –de Die Welt a Le Figaro- como la responsable del “Milagro de Madrid” y “La Pasionaria de Derechas”. Los ataques de los socios de Sánchez –en especial Gabriel Rufián tildando a Madrid de “chiringuito fiscal” y aireando un pacto con el PSOE para subir los impuestos a los madrileños- han contribuido a dar oxígeno político a Ayuso, que se atreve a viajar a Cataluña, con parada en Zaragoza, en una especie de “gira de Estado” en la que recibe los aplausos de los hosteleros y los taxistas barceloneses. Los próximos sondeos, dicen en Sol, “van a dar una gran sorpresa en Madrid". Y en Génova y en Ferraz ya se la toman muy en serio.

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