En los últimos años, todo en el Partido Popular ha girado en torno a Mariano Rajoy, presidente del Gobierno que sobrevivió a dos derrotas electorales y se fortaleció en 2011 con una mayoría absoluta. Desde su victoria, nadie en la derecha española ha retado el liderazgo de Rajoy, pero los últimos resultados electorales en las municipales y autonómicas han puesto en duda el futuro del actual presidente que, en cualquier caso, será el cabeza de lista en las elecciones generales que se esperan para el mes de diciembre.
La previsible merma del Partido Popular ha hecho que algunos ya piensen en la hipotética sucesión e, incluso, hay gente dentro de la formación que está creando un perfil propio, diferenciado de las políticas del gobierno central, como alternativa dentro de los conservadores españoles. El caso más evidente es el de Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid y probable líder del partido en la región en el próximo congreso.
Cifuentes ha sido, desde hace mucho tiempo, un verso libre dentro del PP. Sus maneras no coinciden con las de muchos en su partido e incluso en su manera de gobernar está mostrando disensiones con los postulados del ejecutivo central. El caso más evidente se ha dado esta semana, cuando ha decidido darle cobertura sanitaria a los inmigrantes ilegales, a pesar de que desde Moncloa se amenaza con multas importantes a las Comunidades –en su mayoría socialistas- que llevan a cabo esa medida.
Cifuentes ha anunciado que dará cobertura sanitaria a los inmigrantes ilegales, en contra del mandato del gobierno central
Cifuentes es, por muchos motivos, el reverso de la moneda de Rajoy. A pesar de los esfuerzos que ha hecho este verano por cambiar la opinión que tiene de él la población, el presidente del gobierno representa la derecha tradicional, tiene una imagen algo anticuada y se ha mostrado siempre distante. Es, siempre lo ha sido, un político más de despacho que de mitin y no termina de conjugar bien con la juventud. Cifuentes es todo lo contrario, muestra un perfil de la derecha muy diferente, más urbano, lleva tatuajes, está a favor del aborto y ha declarado en ocasiones tendencias republicanas. Una líder del PP que se parece muy poco al PP de Rajoy.
Hay otros motivos que llevan a pensar en un futuro prometedor para Cifuentes. Su capacidad para el dialogo, bien demostrada en su pacto con Ciudadanos, se antoja imprescindible para los nuevos ejes en los que, se supone, se moverá la política española en los próximos años. La atomización del voto hará imprescindible la capacidad para negociar, un extremo con el que Rajoy ha comulgado poco y en el que la presidenta madrileña parece sentirse muy cómoda.
La presidenta de la Comunidad, que anteriormente se labró una imagen como delegada del Gobierno en Madrid, ha sabido sintonizar con el electorado madrileño. Es más, consiguió para su partido más votos en la capital de los que tuvo Esperanza Aguirre, candidata a la alcaldía. Ella, además, logró resistir el tsunami electoral que dejó a su partido lejos de los puestos de gobierno en los principales núcleos poblacionales del país. Sus primeros meses de gobierno han mostrado su capacidad para encontrar puentes con sus adversarios políticos y la ha mostrado incluso como una gran trabajadora, pues ha presumido de no tomar vacaciones en contra de lo que ha hecho la alcaldesa de la ciudad, Manuela Carmena.
La renovación del PP
El propio Rajoy ha concedido, con sus últimos cambios en el partido, la necesidad que tiene el PP de renovarse y mostrar una cara más amable, joven y centrada. Fichajes como Pablo Casado o Andrea Levy han intentado dar una nueva pátina a Génova, pero el líder sigue siendo el líder y, al menos en España, la importancia del cabeza de cartel es capital. Los nuevos miembros de la directiva nacional tendrán que lidiar con la elección de Rajoy, algo de lo que Cristina Cifuentes puede zafarse, pues ella ya ha sido refrendada por los ciudadanos madrileños, un lugar de especial peso político para los conservadores españoles. Además, su mayor experiencia política puede darle la delantera en cualquier carrera para suceder a Rajoy, que podría generarse en caso de debacle electoral y pérdida de gobierno en las próximas elecciones.
Cifuentes apunta a verso libre, algo que parece inherente al liderazgo del PP en Madrid. Antes que ella fueron presidentes de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón -que no fue presidente del partido, aunque de facto lo controlaba-, dos políticos que nunca se adaptaron bien a la horma que marcaban desde Génova. En el caso de Aguirre, tanto por formas como por su liberalismo, que nunca ha llegado a ser doctrina absoluta en el PP. Gallardón, aunque su tiempo en el Gobierno hizo mucho por cambiar su imagen, se mostraba en tiempos de Aznar como la alternativa más moderada y centrada a los postulados del ejecutivo. Sería, en ese sentido, un perfil similar al que ahora parece estar tomando Cristina Cifuentes.
El partido popular en Madrid tiene una tradición de disenso con respecto a la dirección nacional
El futuro del PP y de Rajoy, tanto como el de España, dependerá de las elecciones de final de año. Las encuestas apuntan a cierta recuperación del partido del gobierno, que parece afianzarse en el primer puesto entre los españoles, pero no es de esperar una mayoría suficiente para gobernar con facilidad. Para volver a la Moncloa, Rajoy necesitará negociar, y no le será fácil en ningún caso. Desde Ciudadanos se ha apuntado la opción de que pase en el gobierno nacional algo parecido a lo que ha ocurrido en La Rioja: cambiar el líder para dar su apoyo. De ser así, en el banquillo del Partido Popular, en la carrera por la sucesión, Cristina Cifuentes puede ser uno de los primeros nombres encima de la mesa. Al fin y al cabo ella es una de las que más se parece a C's dentro de su partido. Una última cosa puede beneficiar a la líder del partido en Madrid, cada vez más se señala del PP la necesidad de que los próximos dirigentes se elijan por medio de primarias. Librarse de una designación de dedo de Rajoy, que además es improbable por sus diferencias, daría legitimidad y fuerza a un futuro político de la presidenta madrileña.