El presidente de la Generalitat y candidato a la reelección, Artur Mas, sabe que no llegará a alcanzar la mayoría absoluta de 68 diputados en las elecciones autonómicas del 27 de septiembre. Sin embargo, está convencido de que la lista Junts pel Sí podrá añadir a la hoja de ruta independentista los votos de la candidatura antisistema y separatista de la CUP, de modo que la suma de los diputados obtenidos por la lista de CDC+ERC, más los de la CUP, supere dicha mayoría en el nuevo Parlamento catalán hasta alcanzar entre 70 y 73 escaños, según encuestas que maneja la propia Generalitat.
De acuerdo con la información a la que ha tenido acceso este diario de fuentes cercanas al Govern, los avances demoscópicos que maneja el Ejecutivo catalán otorgan a la lista independentista de Junts pel Sí cerca del 40% de los sufragios, porcentaje que daría a la candidatura que encabeza el comunista Raül Romeva y en la que figuran el propio Mas, Oriol Junqueras, Carme Forcadell (expresidenta de la ANC) y Muriel Casals (Òmnium Cultural) entre 62 y 65 diputados, por debajo de la mayoría de 68 escaños.
La confianza en esa mayoría absoluta de entre 70 y 73 escaños estaría detrás de las declaraciones de Mas en donde daba más importancia a los escaños que a los votos
Por su parte, la CUP, y siempre según los datos que maneja la Generalitat, sumaría entre 8 y 10 escaños, lo que representaría alrededor del 6% de los votos escrutados la noche electoral.
La confianza en esa mayoría absoluta de entre 70 y 73 escaños estaría detrás de las declaraciones realizadas por Mas esta semana en una entrevista concedida a Onda Cero, en la que el president otorgó más importancia a la suma de escaños que al número de votos totales para continuar por la senda independentista, al margen de la legalidad que enmarca el Estatut d’Autonomia y la Constitución española.
La segunda fuerza más votada en la jornada del 27 de septiembre sería Ciudadanos, cuya cabeza de lista es Inés Arrimadas, que obtendría entre el 13% y el 14% de los votos, lo que le daría una horquilla en escaños de entre 19 y 20, más que su actual presencia en el Parlament, de 9 escaños. Con la condición de tercera lista más votada se alzaría la marca de la izquierda radical de Podemos en Cataluña –Catalunya sí que es pot, Cataluña sí puede- que lograría en torno al 12% de los sufragios, con entre 15 y 16 diputados.
Las fuerzas no separatistas obtendrían sólo 51 escaños
En cuarto lugar quedaría el PP catalán –que encabeza Xavier García Albiol- con casi el 10% de los votos, lo que le otorgaría entre 14 y 15 diputados, cuatro por debajo de los 19 asientos de que dispone actualmente en la Cámara catalana.
En quinta posición se situaría el PSC –que encabeza el candidato Miquel Iceta- con el 10% de los votos (que sufriría un descalabro hasta los 12 diputados), mientras que Unió, para algunos el gran tapado de estas elecciones, contaría con grupo propio en el Parlament con el 5% de los votos y un total de 5 diputados. Con estos datos, la fuerzas constitucionalistas (PP, Ciudadanos, Unió y PSC) sumarían alrededor de 51 diputados, con lo que quedarían muy lejos de poder gobernar el nuevo Parlament.
La suma de los votos de la lista Junts pel Sí y de la CUP a duras penas superaría el 45% de los mismos, lejos del 50% más uno que en teoría otorgaría legitimidad
El mayor respaldo a la lista de Junts pel Sí y de la CUP provendría, según los datos internos de la Generalitat, de la provincia de Girona, donde podría obtener hasta el 58% de los sufragios, y el menor de la provincia de Barcelona, donde el voto mayoritario iría a las formaciones no independentistas. Con estos datos sobre la mesa, habría que esperar una negociación postelectoral entre Junts pel Sí y la CUP. Ambas formaciones están de acuerdo en la declaración de independencia de Cataluña, pero difieren en los protagonistas del proceso y en quién debe liderarlo.
Los datos anteriores, con todo, plantean a Mas y a su cohorte independentista un serio problema: la suma de los votos -que no de escaños- de la lista Junts pel Sí y de la CUP a duras penas superaría el 45% de los mismos, lejos del 50% más uno que en teoría otorgaría legitimidad, siquiera nominal, al proceso independentista. Un contratiempo que, de confirmarse el 27-S, podría poner en riesgo todo el entramado independentista, sobre todo de cara a su "venta" en la Unión Europea.
La CUP no quiere que Mas lidere la independencia
Desde la formación antisistema de la CUP se ha rechazado en numerosas ocasiones la posibilidad de que Mas lidere el proceso “de transición hacia la desconexión definitiva con el Reino de España”, en palabras de su líder David Fernández, algo que Mas deberá sin duda valorar, como la propia Convergencia.
La mayoría absoluta en el Parlament tras el 27-S, le permitiría impulsar una declaración solemne en el Parlament de "inicio del proceso”, así como la puesta en marcha de las llamadas estructuras de Estado, es decir, Hacienda propia, seguridad social y resto de herramientas propias de un Estado independiente.
En paralelo, los planes de Mas parecen llamados a centrarse en “anunciar al Gobierno del Reino de España, a la UE y a la comunidad internacional el comienzo de esta ruta y la voluntad de recorrerla de forma negociada”, según explican fuentes nacionalistas en Barcelona.