La vicepresidenta prepara con intensidad su debate a cuatro del lunes en Atresmedia. María González Pico, su jefa de gabinete, coordina las sesiones, convoca a los asesores y marca el tono y los tiempos. José Luis Ayllón, el hombre puente del Gobierno con las Cortes, supervisa los detalles técnicos y negocia con los partidos rivales. Hay ambiente de jornada muy especial en los despachos del área de vicepresidencia en Moncloa. La efigie de Sáenz de Santamaría acaba de aparecer colgada junto a la de su 'jefe' en miles de farolas de Madrid. Un afiche que ha relanzado las teorías de la 'sucesión'.
Las dudas se alinean estos días en el frontispicio del PP. Rajoy puede ganar pero podría no gobernar. Bien porque no alcance la mayoría suficiente para lograr la investidura o bien porque el partido que le apoye vete su presencia al frente del Ejecutivo. En ese caso, las miradas se orientarían hacia Núñez Feijóo y Sáenz de Santamaría. Sobre ese escenario nadie habla, pero se tiene en cuenta. Todo es posible el 20D, dicen los analistas.
Los fontaneros, en acción
"Soraya se sabe la lección mejor que nadie en el Gobierno, mejor que Rajoy, cada semana tiene que hacer frente a media hora de preguntas de periodistas sobre lo divino y lo humano", comenta un miembro de su equipo. El reto del debate televisivo no le quita el sueño. No es una mujer nerviosa, es muy templada, se controla bien y tan sólo tiene que "morderse la lengua cuando le tocan las narices", comenta la misma fuente. Es decir, sofrosina mental y prudencia en en la réplica. "No tengo que buscar sparrings para preparme, ustedes son mis sparrings cada semana", dijo este viernes la vicepresidenta a los periodistas al ser preguntada sobre el enfrentamiento televisivo.
Soraya tiene un buen equipo de abogados del Estado entre sus asesores
María Pico, el propio Ayllón, Nadal, Senillosa... son algunos de los 'fontaneros' monclovitas movilizados para la ocasión. Soraya tiene un buen equipo de abogados del Estado, gente con oposiciones bregada con ella en la oposición. Hacienda, Empleo y Economía han enviado datos y cifras para elaborar las fichas de apoyo de los entrenamientos. Santamaría tiene al menos cinco 'armas letales' sobre cada candidato, cinco argumentos con información de impacto, sobre el partido o sobre su respectiva trayectoria que utilizaría como recurso en caso de máxima necesidad.
Los asesores de Moncloa consideran que Santamaría parte con ventaja. La imagen de tres contra uno es perniciosa para la mayoría. Y más si son tres hombres contra una mujer. Televisivamente es un asunto que juega a favor de la vicepresidenta. También está de su parte el hecho de que no podrán vincularla directamente a los casos de corrupción del PP, a Bárcenas, a Gürtel, al pasado, a los hechos pretéritos como Irak, las Azores, el aznarismo, ahora de nuevo en el debate. Su punto débil estriba en la ausencia de Rajoy, bien por miedo o bien por desprecio a los usos democráticos. Se lo van a restregar. O cuando se le reproche que ella, como mera delegada del cabeza de cartel, no puede prometer nada en nombre de su partido.
Dos horas durará el debate, un acontecimiento singular que hubiera podido ser histórico si en lugar de Soraya hubiera comparecido el presidente. Rajoy se reserva para su cara a cara con Pedro Sánchez, el candidato demediado, según el CIS. O para los formatos amables que este viernes reprochaba la propia Dolores Cospedal. La secretaria general del partido, a quien el barómetro del CIS ha relanzado en la valoración interna, se mostraba muy crítica con los políticos que utilizan la televisión como espectáculo. Una afirmación algo inconveniente puesto que se producía muy pocas horas después de la consagración del marianismo en el programa de Bertín Osborne o en vísperas de dar el cante con María Teresa Campos. También la vicepresidenta acababa de pasearse en globo y peregrinar hacia Santiago en un programa de aventureros, amén de cantar y bailar en un espacio de entrevistas y variedades. "No somos artistas ni tertulianos", comentaba para rematar. Cospedal pretende asomar la cabeza, estar en primera línea en el congreso de febrero, cuando se decidirá todo.
Diálogos el sábado, batalla el lunes
Ni cronómetro, ni atriles, ni móviles tendrá el debate que han preparado con mimo Jarvier Bardají y Manuel García Ferreres, altos cargos del grupo audiovisual de Planeta, conscientes de lo que está en juego. Aceptaron a Sáenz de Santamaría en sustitución de Mariano Rajoy, algo que Prisa no hizo y luego se arrepintió, tal y como explican en privado directivos del grupo de Juan Luis Cebrián. Rajoy estará presente en el programa nocturno de la Sexta de los sábados, de gran audiencia entre un público muy aficionado a los asuntos de la política. Rajoy el sábado, en solitario pero con público y Soraya el lunes, en pleno puente, contra los tres aspirantes.
La vicepresidenta va a intentar evitar el cuerpo a cuerpo con Rivera
La vicepresidenta intentará poner mucha distancia con Rivera, no aparecer como la pareja de un baile que terminará en boda. Los ecos del CIS todavía resuenan en Génova, donde se recibieron con una sonrisa complaciente. Va a evitar en el cuerpo a cuerpo con Alberto Rivera, sin sacudir duro, sólo señalar el golpe. Por lo que pueda pasar tras las urnas. El líder de Ciudadanos ha declarado esta misma semana que nunca apoyará un Gobierno presidido por Rajoy o por Sánchez. El barómetro demoscópico establece un empate técnico entre el partido naranja y el PSOE. Rivera puede decidirlo todo. Si apoya a Rajoy, si apoya al PP sin Rajoy, sin apoya a Sánchez junto a Podemos, si nada de todo eso.
Sáenz de Santamaría dice que 'es un debate más', consciente de que no es tal puesto que no volverán a encontrarse tres cabezas de cartel con la número dos del partido en el Gobierno a lo largo de la campaña. "Va a tener menos incidencia en el voto que el programa de Bertín", comenta un asesor de estrategia política.
Historia de una superviviente con futuro
La vicepresidenta llega al debate en un momento óptimo de su carrera política y de su consideración en la interna del partido. Sobrevivió a la enemiga de los ministros amigos de Rajoy, conocidos como el G-5, que luego fue el G-7, con Margallo y Fernández Díaz al frente blandiendo las navajas. Fueron unos meses de relaciones muy tensas y hasta belicosas en el seno del Ejecutivo. Uno de los más conspicuos marianistas deslizó, en pleno fragor de la batalla, que el pulso había terminado y la vicepresidenta había quedado tocada: "Rajoy ya la trata como a una secretaria, con miramientos pero sin relieve".
En los momentos de mayor tensión, la vicepresidenta optó por la prudencia, en declaraciones y manifestaciones. Se centró en sus comparecencias tras el Consejo de Ministros y se blindó con sus fieles, el equipo de Moncloa, con Ayllón y Nadal al frente. No eran momentos de librar batallas. El cataclismo de las municipales y autonómicas lo alteró todo. Se le vieron las orejas al lobo.
El cataclismo de las municipales y las autonómicas lo alteró todo en el PP
El viento cambió de dirección y el foco de las críticas se orientaron entonces hacia el partido, hacia Dolores Cospedal. La número dos del Ejecutivo había resistido lo peor. El PP caía en picado en las encuestas, la moral de la tropa se hundía y empezó a hablarse de nuevo de la necesidad de buscar otro candidato a las generales. Algunos barones refunfuñaban. Veteranos del PP ladraban. Militantes desconsolados huían en desbandada. Los nombres de Sáenz de Santamaría y Núñez Feijóo emergían en el horizonte de las alternativas. El presidente gallego se convirtió en un profesional del desmentido. Sáenz de Santamaría, ni siquiera hablaba sobre el partidular.
La semana horrible
La rumorología cesó a la vuelta del verano. Ocurrió después de la semana horrible en la que Montoro organizó una trifulca periodística con Margallo, en la que dimitió la presidenta del PP vasco, en la que Juan Vicente Herrera elevó aún más sus críticas, en las que el partido aparecía sin rumbo y el presidente se encontraba en Naciones Unidas. Estalló en ese tiempo la sublevación de los secesionistas catalanes, como resaca inevitable tras los comicios en aquella comunidad. El candidato Rajoy mutó en el político de Estado, se reunió con todos los líderes y restauró la figura de la unidad frente a quien pretende dinamitar la cohesión nacional.
El pacto antiyihadista, tras los atentados de París, también reforzó el aura de hombre de Gobierno por encima de las trifulcas electorales. No necesitaba ir a los debates a cuatro con los "aprendices" que ni siquiera han sido concejales, según su expresión. Enviaba a Sáenz de Santamaría, una paso muy estudiado. Un riesgo para la vicepresidenta, y también, una oportunidad. El lunes se podrá comprobar los efectos de esta decisión.