Es otro de los argumentos estrella manejados por los responsables de la candidatura madrileña a la organización de las Olimpiadas de 2020: “Madrid se merece unos Juegos”. El argumento es tan banal que no merece la pena demorarse mucho en él; nadie merece unos Juegos que no puede pagar. Sin embargo, por no dejar ninguno de los puntos de la candidatura sin explorar, analizaremos un argumento que se descompone en otros tres: el apoyo de los ciudadanos, nuestro supuesto amor por el deporte, y nuestro igualmente supuesto alto nivel deportivo.
a) Apoyo ciudadano
Aunque Madrid no es la ciudad que obtiene mejor nota en este apartado, el apoyo ciudadano a la iniciativa, al menos en la encuesta presentada por la candidatura, parece ser superior al 90% (hay otras encuestas que reducen tal porcentaje por debajo del 75%) cuando se formula la siguiente pregunta: “¿Le gustaría que Madrid fuera elegida sede de los Juegos Olímpicos de 2020?”
Sería interesante comprobar las respuestas si se hiciera a los ciudadanos preguntas del siguiente tenor: ¿estaría usted dispuesto a pagar un 10% más de IBI a cambio de obtener los Juegos? ¿Sacrificaría usted la recogida diaria de su basura, 6 días a la semana, por la consecución de los Juegos? A los empleados municipales, por su parte, se les podría consultar lo siguiente: ¿le importa que lo mandemos a la cola del paro o rebajemos su sueldo un 20% para poder costear los Juegos? En cambio, con los proveedores municipales la pregunta podría variar y ser tal que así: ¿acepta usted financiar los Juegos demorando el cobro de sus facturas durante unos años, o prefiere concedernos inmediatamente una quita del 40%?
Tras la negativa de UPyD e IU, Ana Botella ya no puede argumentar que "todos" los madrileños apoyan el proyecto.
Sin embargo, el que dos partidos políticos, Unión, Progreso y Democracia (UPyD) e Izquierda Unida (IU), representados ambos en el Ayuntamiento, la Comunidad de Madrid y el Parlamento nacional, se hayan negado esta vez a apoyar la candidatura constituye todo un signo esperanzador. Se trata de un gesto doblemente meritorio ya que sus representantes, además de hacer lo correcto, renuncian también a ágapes varios, entradas gratuitas, viajes a destinos exóticos, regalos de corbatas y otros recuerdos, comidas en restaurantes de postín, y todos las demás ventajas asociadas a este tipo de iniciativas públicas. Tras la decisión de UPyD e IU, la señora Botella ya no puede argumentar que “todos” los madrileños apoyan el proyecto.
b) Amor por el deporte de los españoles/madrileños
Después de la alegría inicial que sin duda produciría la obtención por Madrid de los Juegos de 2020, ¿cuántos madrileños que figuran en ese 90% a quienes les “gustaría” que los Juegos se celebrasen en Madrid, dejarían de ir a la playa en agosto de 2020 con su familia? ¿Cuántos estarían dispuestos a pagar 90 euros para sentarse en la Peineta el 14 de agosto, con 33 grados a la sombra, a ver las pruebas clasificatorias de lanzamiento de martillo o de triple salto? ¿Quién acudiría a presenciar un partido de grupo de baloncesto entre Australia y Angola al día siguiente? La realidad es que a los españoles nos gustan los deportes pero siempre que juguemos nosotros y que, además, ganemos. Sin duda, llenaríamos el Santiago Bernabéu el día en que se jugara la final de fútbol, naturalmente con España de finalista.
Existe una evidente falta de cultura entre el público en materia deportiva. Durante años las distintas Administraciones públicas han traído a Madrid, a cuenta del Presupuesto, innumerables campeonatos europeos y mundiales de las más variadas disciplinas en apoyo de nuestras candidaturas olímpicas. Casi siempre estas competiciones se han saldado con un éxito deportivo y de organización y un fracaso de público, a pesar de los esfuerzos realizados, en ocasiones con entradas realmente baratas o incluso en forma de entradas gratuitas para determinados grupos. Así, por poner un ejemplo que concierne al deporte olímpico por excelencia, no llegaban a unos pocos miles los espectadores que se acercaban en el mes de julio a La Peineta o al Estadio de Vallehermoso (antes de que fuesen demolidos los dos gracias a la candidatura) a presenciar el Meeting de Atletismo de Madrid, y eso a pesar de que siempre contó con la participación de auténticas figuras de talla internacional y de todos los grandes atletas españoles. En Vallehermoso precisamente, el gran Edwin Moses perdió en 1987 su imbatibilidad en los 400 metros vallas, después de nueve años, nueve meses y nueve días, ante su compatriota Danny Harris.
c) Nivel deportivo español
El meollo de los Juegos, los deportes más genuinamente olímpicos son el atletismo, la natación y la gimnasia, que reparten una gran parte del número total de medallas disponibles. Por distintas razones, España no destaca en ninguna de estas disciplinas y en atletismo rozamos el desastre total. Por razones que sería prolijo abordar aquí, nuestro alto nivel deportivo se reduce considerablemente cuando de los deportes olímpicos se trata, con excepción, quizá, de aquellos que están muy profesionalizados, caso del fútbol o del baloncesto.