Decía el escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry que si uno quería construir un barco, no debía empezar por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que había que evocar primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho. Con la misma filosofía, pero echando el ancla en el terreno educativo, el experto internacional en la transformación de la educación y la gestión del cambio Xavier Aragay acaba de presentar 'Reimaginando la educación: 21 claves para transformar la escuela' (Paidós), un libro donde evoca en los alumnos, padres, madres, maestros, docentes, directivos y autoridades el deseo de una escuela abierta e innovadora.
Para Aragay, que ha sido fundador y director-gerente de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y director general de la Fundació Jesuïtes Educació, donde ha diseñado, impulsado y liderado el proyecto Horizonte 2020, la educación es la mejor herramienta para cambiar el mundo. Y debe transformarse. "Hay cambios necesarios, inevitables, y la escuela, tal como la conocemos, reclama que todos y cada uno de los actores que forman parte de la comunidad educativa unan fuerzas, sueñen y trabajen colectivamente para alcanzar el horizonte del cambio. Los miedos, por supuesto, y las limitaciones que nos autoimponemos, sobre todo las inercias, deben dejarse atrás", propone.
Utilizar la educación para intereses políticos es lo más alejado de Finlandia que podemos observar [...] Allí hay es un respeto absoluto por los maestros, profesores, escuelas y autoridades educativas"
Fiel defensor de que la persona debe ser el foco del proceso educativo -y no la mera transmisión de contenidos- el también líder del Reimagine Education Lab desarrolla a lo largo su libro 21 elementos que considera esenciales para realizar cambios según su experiencia de más de 25 años en el sector y que están relacionados con "nuestra convicción, nuestra pasión y nuestro liderazgo".
"No es un libro corriente. No encontrarás soluciones técnicas, mapas y esquemas para avanzar en el mundo del cambio educativo. Tampoco encontrarás profundas explicaciones de por qué debemos hacer el cambio o avanzadas teorías e indicaciones de cómo realizarlo... Ya existen muchos libros que cuentan todo eso, pero a menudo no desarrollan lo que, a mi entender y de acuerdo con mi experiencia, puede ser esencial para poder realizar un cambio profundo en la educación", advierte en su introducción.
A diferencia de los reclamos repetidos hasta la saciedad por diversos agentes de la comunidad educativa, como el aumento en los recursos económicos o la modificación de las leyes, Aragay considera que el cambio que la educación reclama en todo el mundo (no solo en España) no es técnico, aunque requiera de mucha técnica. "No se conseguirá cambiando leyes y aportando más recursos económicos, aunque ambas cosas son necesarias y nos podrían ayudar mucho. La transformación educativa, que ya está avanzando en numerosas escuelas y algunas universidades, solamente será posible gracias a la convicción y participación de todos los actores que forman parte de la comunidad educativa. De abajo hacia arriba, más que de arriba hacia abajo", destaca.
Recién llegado de Finlandia, país donde ha podido conocer el trabajo de la Agencia Nacional de Educación, considera que deberíamos inspirarnos más la capacidad de la sociedad nórdica para llegar a acuerdos en materia educativa, independientemente del partido al que se pertenezca, y para seguir innovando constantemente, más que en los resultados de PISA. "Los mismos profesores te dicen que estos son un mito, ellos están trabajando ahora en cambiar su modelo que, aunque funciona bien, consideran que es clásico", cuenta en esta entrevista concedida a altavoz:
Su libro es una invitación constante a docentes, familias, políticos y alumnos a imaginar la educación, ¿por qué ha elegido el verbo 'reimaginar' para titular su obra entre todos los que plantea a lo largo de 21 capítulos?
Esta palabra es la que mejor expresa la idea de fondo: hay que reimaginarlo todo. El problema no solamente es cómo cambiamos las dinámicas del aula, que también, sino que hay que reimaginar el mismo concepto de escuela, la misma arquitectura, la organización, la cultura interna... Es un tema de creatividad y de reimaginación.
A diferencia de los reclamos generales, usted plantea que el cambio que necesita la educación no es técnico y que no se conseguirá solo con un cambio en las leyes ni con un aumento en los recursos económicos. ¿En qué consiste entonces la innovación?
El cambio básico es poner a la persona en el centro del proceso educativo. Actualmente los contenidos, el currículo, se han convertido en los reyes del proceso y los estamos confundiendo con un fin cuando en realidad son una herramienta, una buena excusa para educar a las personas. El fin no puede ser abrir el cerebro de los niños y meterles contenidos de forma caótica, esto es una excusa, el fin debe ser educar a personas.
Sin embargo, considera que un cambio en la ley y una mayor inversión ayudan a ese fin, ¿qué aspectos de la educación necesitan una inyección económica urgente y en qué puntos habría que empezar a perfilar la ley?
Como punto de partida planteo que evidentemente nos faltan recursos debido a los recortes, además de que la educación necesita todos los recursos posibles que una sociedad le quiera dedicar, pero el principal problema no es este porque con los recursos que tenemos ya se pueden hacer cambios. Tampoco creo que la educación vaya a cambiar porque haya una nueva ley, la educación cambiará si los miembros de la comunidad educativa quieren cambiarla, las cosas han de cambiar de abajo arriba. El libro es una llamada a cualquier persona sea padre, madre, director, profesor, aunque no esté en una escuela porque la educación solamente la podremos cambiar entre todos.
El método del profesor que explica y el alumno que escucha pasivamente es del siglo XIX. Nuestra obligación es pensar cómo educar a una niña de tres años que va a entrar en el mercado laboral de 2035"
¿Quiénes estarían abajo y quiénes arriba según su criterio? ¿Los directivos de los centros educativos?
El libro está escrito para todos. Está pensado para ayudar a un directivo a cambiar los marcos mentales y a convencerse de que lo que debe de hacer un directivo es crear una atmósfera y un ambiente participativo para propiciar el cambio. Pero también para un maestro, un profesor, un padre y una madre que participa en la escuela, para que hagan presión y pidan estos cambios, además de colaborar para que se hagan posibles.
Los cambios solo los podemos hacer si los trabajamos internamente cada una de las personas que estamos en una escuela. Una escuela es un grupo de personas que se relaciona con otro grupo de personas para que unas personas devengan una persona... ¡Fíjate cuántas veces he utilizado la palabra persona! Y sin embargo, muchas veces nos olvidamos que la escuela son personas. Para que inicie un proceso de transformación, quienes la forman primero deben soñar y compartir el cambio.
En uno de los capítulos asegura que la educación está en crisis y la compara con un enfermo al que cada uno le receta su medicina particular sin abordar antes un diagnóstico conjunto. ¿Cree que esa valoración común pasa por un pacto educativo a nivel nacional o se refiere más a soluciones concretas centro por centro?
Me refiero a todo. Para mí, bienvenido sea un pacto por la educación, hace 30 años que lo teníamos que tener. Hace tres décadas el Gobierno y la oposición en Finlandia se pusieron de acuerdo y decidieron que la educación no sería un arma política para luchar. Pero también hablo de ponerse de acuerdo en los propios centros escolares a la hora de hacer diagnósticos conjuntos y desarrollar procesos participativos en los que nos contemos los sueños que tenemos porque juntos y remando en la misma dirección es como se pueden lograr los cambios. Compartir las ideas, los problemas y los sueños es la base para hacer cambios.
¿Considera que las crisis pueden ser también oportunidades para mejorar?
Claro que sí, nuestra educación está en crisis pero no solo la nuestra sino la de todos los países del mundo. El método de enseñanza que se está utilizando por inercia pertenece al siglo XIX: un profesor que explica y un alumno que escucha pasivamente. Este método está en crisis porque la sociedad está cambiando y lo seguirá haciendo. Nuestra obligación como profesionales de la educación es pensar cómo educar a un niño o una niña de tres años que va a a entrar en el mercado laboral de 2035. ¿Cómo será el mundo en el 2035? Este es el reto.
No creo en las asignaturas tratadas aisladamente. Lo que se está haciendo con las pedagogías activas es trabajo colaborativo interdisciplinar: que los alumnos aprendan contenidos relacionándolos"
Sin embargo, pese a estar estancados en un método del siglo XIX, asegura que los docentes son "activistas" en el sentido de que están constantemente añadiendo actividades sin cesar... ¿No es paradójico?
Hay mucha confusión. El pensamiento dominante es que a las personas se las educa haciendo actividades interesantes y no es cierto. Las personas se educan reflexionando individual y colectivamente sobre las actividades que hemos hecho, qué ha significado, cómo me he sentido, qué hemos aprendido...Y, desgraciadamente, en las escuelas de hoy dedicamos mucho tiempo a hacer actividades y muy poco tiempo a reflexionar sobre ellas. Insisto, el foco está en transmitir los conocimientos cuando debería estar en educar a la persona; en hacer muchas actividades, porque parece que estar parados nos preocupa mucho, y no en la reflexión pausada, individual y colectiva sobre lo que estamos haciendo. Hay que hacer una verdadera revolución para 'reenfocarnos'.
¿Habría cabida en esta revolución para materias como la Filosofía u otras que invitan a pensar, pese a que están perdiendo peso en los currículos? ¿Educar para el futuro pasa por ignorar las teorías del pasado?
Al contrario, hay que educar a estos alumnos más humanos que nunca. Pero no creo en las asignaturas ni disciplinas tratadas aisladamente, de hecho, lo que se está haciendo con las pedagogías activas es trabajo colaborativo interdisciplinar, es decir, plantear grandes retos y que los alumnos vayan aprendiendo los diversos contenidos relacionándolos. En este sentido, la filosofía debe invadirlo todo porque educar a personas es reflexionar sobre el sentido de la vida, sobre quiénes somos y qué hacemos en este mundo y hacia donde queremos enfocar nuestro proyecto vital. Por tanto, no se trata de reivindicar la asignatura, sino de rehacer la metodología para que esto sea posible.
¿Qué diferencia hay entre los educadores de personas y los meros transmisores de contenidos? ¿Qué porcentaje de cada uno de estos perfiles tiene el profesorado actual?
Es muy difícil decirlo. Tendríamos que ir por etapas, creo que a medida que los chicos y chicas van creciendo y pasando de curso, más nos olvidamos de educar y más nos centramos en transmitir los conocimientos. Por tanto, es diferente un estudiante de nivel infantil que de la ESO. El tanto por cierto que tenemos de transmisión de contenidos sin sentido es muy importante, pero no se trata de una contraposición, es decir, la transmisión de contenidos debe existir, pero ha de enfocarse con sentido con el objetivo de educar a la persona.
Hoy más que nunca debemos hablar de cuál es el verdadero sentido de la educación. ¿Cuántos años tenemos en la escuela a un chico o una chica? ¡15 años! ¿Y en 15 años no podemos incidir en rasgos fundamentales del carácter? Por ejemplo la creatividad, la flexibilidad, la conexión interior, saber trabajar con los demás, aprender a aprender... ¿No es esto más importante que un contenido específico que a lo mejor en veinte años se ha quedado obsoleto?
Un chico está en la escuela durante 15 años. ¿Y no podemos incidir en rasgos fundamentales del carácter como la creatividad? ¿No es esto más importante que un contenido específico que se puede quedar obsoleto?"
¿Es este el enfoque de Finlandia? ¿Cuánto hay de realidad y de mito en cuento a las ventajas que parecen llevarnos en educación?
Lo que podemos aprender de ellos para mí está muy claro: la capacidad de la sociedad para ponerse de acuerdo en que la educación es lo más importante. Ponerse de acuerdo a nivel de partidos políticos, tanto de por parte del Gobierno como por parte de la oposición. Por lo demás, la educación allí es un sistema clásico bien hecho y por eso están buscando una innovación y un cambio.
Los profesores consideran que trabajan por asignaturas aisladas y ahora están fomentando la interdisciplinariedad; tampoco trabajan en equipo delante de los alumnos y ahora están caminando hacia la co-docencia... Pero estos cambios los están implementando desde hace un año aproximadamente. Ellos mismos aseguran que los resultados en PISA son un mito y que en eso no hay que imitarles. Por tanto, ellos también están haciendo su propia revolución e innovando. Pero sí que es verdad que no tienen tantas leyes de educación como hemos tenido en este país y no les hace falta hablar de un pacto para la educación porque lo tienen hace 30 años y lo respetan.
Como fundador de la fundador y director-gerente de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC) e integrante de la comunidad educativa catalana, ¿cree que los centros escolares y las instituciones académicas deben involucrarse en cuestiones políticas o deben mantenerse neutrales?
Vaya por delante que creo que en la escuela en Cataluña no se ha adoctrinado nunca. Ni antes ni ahora. Esto es un ataque frontal de quienes están utilizando la política educativa una vez más para sus propios intereses políticos y esto es lo más alejado de Finlandia que podemos observar.
Si hablamos de Finlandia lo que allí hay es un respeto absoluto por los maestros, profesores, escuelas y autoridades educativas y a mí lo que me sorprende es que aquí se hagan estos ataques frontales, además sin ninguna base. Alguien que haya estado en una escuela de Barcelona o de Gerona verá que son escuelas activas que intentan innovar y que precisamente no practican ningún tipo de adoctrinamiento.
Cabe destacar que la escuela es un ser vivo que no puede ser una burbuja al margen de los que pasa en el mundo, debe ser abierta y permitir diálogos, pero tiene sobre todo que formar ciudadanos sin apostar por ninguna de las opciones, siempre dentro de un respeto profundo a cada persona, que es lo que debemos poner situar en el centro.