Es evidente que el sobrenombre de “quijotes”, en caso de aplicarse a algún militar en el mundo, no podía corresponder a otro que no fuese al español; tal es la ascendencia cervantina en la cultura global. Sin embargo, es una acepción del término que apenas se conoce más allá de las Fuerzas Armadas. ¿Por qué se les llama así a los militares españoles en sus despliegues en el exterior? ¿Con qué connotación se les acoge bajo esta denominación? El Comandante del Mando de Operaciones brinda la respuesta.
Cualquier ciudadano español -o amante de la literatura universal, independientemente de su país de origen- sabrá recitar del tirón el comienzo de la novela que asentó las bases de nuestra actual narrativa: “En un lugar de la Mancha...”. También podrá trazar, en mayor o menor profundidad, el guion general que marca la obra de Miguel de Cervantes: un hidalgo que vivió loco y murió cuerdo, esbozando una existencia disparatada en base a sus idealismos y principios caballerescos.
Y ahora bien, ¿cómo se puede trasladar esta biografía a los miembros de las Fuerzas Armadas? “Con excesiva frecuencia se califica a los españoles de ‘quijotes’”, admite el teniente general José Antonio Agüero Martínez en una entrevista editada por la Revista Española de Defensa. Actualmente se desempeña como Comandante del Mando de Operaciones, desde donde se articulan todas las misiones militares en el exterior y también las dedicadas a la vigilancia y disuasión en territorio nacional, con más de 3.000 efectivos desplegados 24 horas al día, siete días a la semana.
El teniente general José Antonio Agüero Martínez reflexiona sobre los “quijotes” españoles no desde la perspectiva que le brinda el cargo de Comandante de Mando de Operaciones, sino en base a su dilatada experiencia en misiones internacionales, como en Bosnia, Afganistán o, la más reciente, en Irak, donde durante un año mandó al contingente de la OTAN desplegado en el país.
Por qué son "quijotes"
No obstante, la connotación cervantina siempre ha tenido un significado amplio: “Se entiende que somos idealistas, excesivamente generosos y alejados de la realidad”, detalla el teniente general, definiendo las particularidades que definían a Don Quijote. Unas definiciones que él mismo calibra y amolda a lo que realmente define al militar español.
“Dudo mucho que ninguno de nuestros militares desplegado en operaciones, dentro o fuera de España, pueda ser considerado «alejado de la realidad», pues son testigos de las consecuencias de los conflictos y sufren en carne propia algunos de sus efectos -apunta en la entrevista-. Ingenuo es quien piensa que tales conflictos nunca le van a afectar o que no es necesario hacer algo para evitarlos”.
Sin embargo, afirma, “sí hay mucho de idealismo y generosidad en nuestros militares”: “Somos idealistas por vocación, pues estamos dispuestos a morir por defender a otros. Esto se nos inculca desde «pequeñitos» en las academias y centros de formación”.
A su juicio, los militares españoles son [“somos”, habla en primera persona] generosos porque “nos cuesta ver sufrir a otros y sentimos un impulso irreprimible por asumir la miseria ajena para aliviarla”. Algo que define como “empatía” y que les conduce a ponerse “en la piel de los más necesitados” y que “nos impide ser arrogantes”.
También sostiene la generosidad de los militares españoles en que “no hay ‘doble agenda’ en lo que hacemos”: “No buscamos contraprestación al apoyo que proporcionamos, y le aseguro que esto es muy bien percibido por quienes reciben nuestra asistencia”.
Cervantes, soldado
Por último, define a los españoles -y, por tanto, a los militares desplegados en el exterior- como “alegres por naturaleza, con una inclinación enfermiza a hacer amigos y a ver lo bueno en los demás, sobre todo si estos sufren necesidad o lo pasan mal”: “ Nuestro carácter y actitud ante la vida son nuestro mejor valor añadido, y esto nos hace especialmente aptos para la labor que desempeñamos en todos los rincones del mundo”.
Recuerden que Miguel de Cervantes, además de fijar los principios básicos de la literatura universal, era soldado. Y que su participación en las batallas navales contra el imperio otomano marcó su existencia, donde las graves secuelas que sufrió le valieron el sobrenombre de manco de Lepanto.
Por eso, una de las mayores bases militares de España en el exterior, la ubicada en la localidad libanesa de Marjayoun, lleva el nombre de Miguel de Cervantes, que actualmente, a pesar de las complejas circunstancias que sacuden Oriente Medio, cobija a centenares de efectivos españoles… o quijotes, si así lo consideran.