España

El Ejército refuerza la protección de los depósitos de armamento por temor a un asalto de Al Qaeda

La policía española sabía desde la vuelta del pasado verano que iba a producirse un grave atentado en una capital europea, producto de la rivalidad que mantienen el Estado Islámico y las facciones de Al Qaeda. Francia y Reino Unido eran los objetivos prioritarios para los terroristas, pero los expertos en el yihadismo no sacaron nunca a España de este peligro. De hecho, se teme el asalto a un almacén de armamento del Ejército.

  • El Paseo de la Castellana, el pasado jueves, cortado en Madrid al tráfico por una falsa amenaza de atentado.

La investigación del 11-M -casi 200 muertos en el atentado más brutal que se recuerda en España- facilitó mucha experiencia a la policía en el terrorismo yihadista, pero en las Fuerzas de Seguridad se admite sin disimulos que "todavía se está aprendiendo" y se aspira a darle una respuesta "mucho más sofisticada". El pasado septiembre, el centenar largo de agentes que están volcados en exclusiva en prevenir atentados islamistas en España recibieron una alerta importante de sus superiores: había que tomar medidas especiales en conexión con las Fuerzas Armadas para proteger los principales depósitos de armas, pues los terroristas planeaban el robo a una unidad del Ejército para el posterior empleo del material y la munición en una gran ciudad europea con disparos indiscriminados a los ciudadanos. La impresión inicial era que París y Londres tenían más posibilidades de resultar elegidas que Madrid para esta acción terrorista. El reciente atentado en la capital francesa contra la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo, con el asesinato a quemarropa de 12 personas y el uso en esta acción del lanzacohetes RPG-7 y el fusil de asalto AK-47, el famoso Kaláshnikov, demuestran que las sospechas de la policía no eran infundadas. De hecho, éstas siguen activas.

El pulso entre el Estado Islámico y Al Qaeda por el liderazgo terrorista mantiene a los servicios de información en vilo desde septiembre 

Altos cargos de Interior informan que los servicios de inteligencia, además de dar una alerta temprana sobre la inminencia de un grave atentado en alguna capital europea a manos de los yihadistas, han advertido también de que el peligro no ha desaparecido para España, como tampoco para el Reino Unido o Francia, teniendo en cuenta el pulso que mantienen por hacerse con el liderazgo terrorista las facciones de Al Qaeda y el Estado Islámico. “De estas dos organizaciones, la que cometa el atentado más brutal en Occidente”, apuntan las fuentes, “se hará con este liderazgo”.

Este pulso explica la publicidad que los terroristas dieron el año pasado al asesinato de varios periodistas desplazados a Oriente Medio. El Estado Islámico conmocionó en septiembre al mundo entero con el video en el que se vio el degüello de Steven Sotloff, un joven profesional natural de Florida secuestrado en la ciudad siria de Alepo. Con anterioridad, había sufrido el mismo destino el reportero James Foley, cuya decapitación fue presentada por los yihadistas como un primer aviso a la Casa Blanca. Como el pasado miércoles en París, la intención era conseguir el mayor impacto internacional. Y vaya si lo han conseguido.

Siria, Irak y Malí, principales zonas de adiestramiento

La policía española ha aprendido desde los atentados del 11-M que la tarea más eficaz es la de la información. Por ello, hace tiempo que ha estrechado el control, junto a los servicios de otros países, sobre los europeos desplazados a zonas yihadistas que luego regresan a sus países de origen perfectamente adiestrados y dispuestos a actuar. En esta operación hay entre 60 y 70 españoles bajo vigilancia, pero el problema se acrecienta en Francia o el Reino Unido, pues cada uno de ellos tiene entre 700 y 900 ciudadanos desplazados a estas zonas. El caso de Marruecos es muy particular, pues ha exportado a más de 1.500 nacionales a los territorios donde se entrenan los terroristas. Las zonas principales de adiestramiento para los españoles en la yihad son Siria, Irak y Malí.

El Gobierno sabía desde la vuelta del verano que Francia y el Reino Unido eran objetivos prioritarios para los yihadistas

Mientras las autoridades francesas se afanan en confirmar si detrás del atentado contra Charlie Hebdo está una facción de Al Qaeda o el Estado Islámico, las españolas han actualizado las pesquisas que pueden facilitar la medición de los niveles de riesgo. Primera constatación: la rivalidad entre las dos organizaciones persiste y no es descartable que intenten atentados todavía más brutales que el de París, hecho que obliga a mantener el estado de máxima alerta. La eficacia no proviene tanto de la vigilancia en la calle o en los centros neurálgicos, que se da por descontada y es la más visible para el ciudadano, como de las labores de información que se ejercen sobre las mezquitas –hay cerca de 1.300 en territorio español y se calcula que cerca de 500 operan de forma clandestina– y también sobre las redes sociales, donde las células radicales se mueven como peces en el agua.

La dificultad se acrecienta, aseguran estas fuentes, teniendo en cuenta que en España ya residen alrededor de tres millones de ciudadanos árabes y que siempre pueden existir lagunas, a pesar de la excelente colaboración mutua que desde hace años se mantiene con los servicios secretos marroquíes y también con los británicos, estos últimos claves para asesorar en el control de los grupos radicales paquistaníes asentados en la zona de Barcelona.

España ha conseguido ejercer un control bastante riguroso sobre las rutas de ida y vuelta de los yihadistas, mejor incluso que el que tienen organizado los servicios marroquíes. La investigación es muy compleja, sobre todo por su amplitud, pues los terroristas no solo potencian la inmigración ilegal, sino también el tráfico de armas y de drogas.

España refuerza la vigilancia sobre los españoles que han regresado de las zonas de adiestramiento en Siria, Malí e Irak

Al igual que Francia o Reino Unido, los servicios españoles tienen que atender al mismo tiempo la vigilancia sobre los lugares de reclutamiento de terroristas, las rutas de tránsito y las actividades que ejercen cuando regresan. En esta investigación trabajan de forma bastante coordinada con Estados Unidos y las agencias de los principales países europeos que detectaron muy pronto que la ejecución de Osama Bin Laden a mediados de 2011 solo marcó el final de un capítulo dentro de la larga y tenebrosa secuencia del terrorismo islamista.

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