España

El martirio político que acecha a Mas tras la Diada: entre el chantaje de ERC y el salvavidas del PSC

Que Artur Mas está en un callejón de difícil salida no es una novedad. Sí lo es, en cambio, que Esquerra Republicana ni quiere entrar en un Gobierno de coalición con CiU ni tampoco desea ir con ella en una lista conjunta en caso de que la presión soberanista alimentada por la Diada aboque a un adelanto electoral después del 9 de noviembre. Al presidente de la Generalitat le espera un auténtico martirio político.

La movilización de la Diada no cambia ni un milímetro los planes del Gobierno, pero sí ha aumentado la presión sobre Artur Mas del frente soberanista no solo para que convoque el referéndum, sino también para que lo celebre. Superado el episodio de la Diada, el Ejecutivo y los dirigentes de CiU analizan los diferentes escenarios que pueden abrirse en Cataluña cuando el próximo 9 de noviembre los catalanes constaten la imposibilidad de celebrar el referéndum en condiciones de legalidad. Las reflexiones que se hacen ahora en la cúpula de la coalición nacionalista, donde desde hace tiempo se daba por sentado el éxito de la Diada celebrada este jueves y también la imposibilidad de celebrar la consulta respetando la ley, son cada vez más preocupantes para el presidente de la Generalitat, pues se considera que le espera un auténtico martirio político.

ERC no quiere ni entrar en un Gobierno con CiU ni afrontar unas elecciones plebiscitarias en la misma candidatura 

En estos análisis, no aparece ni mucho menos como una novedad las dificultades que va a encontrar Artur Mas para salir airoso de la trampa en el que él mismo ha introducido a Convergencia desde que en las elecciones de 2012, después de perder 12 escaños, reforzó su compromiso con Esquerra Republicana e hizo de la convocatoria del referéndum por la independencia el eje de la legislatura. En cambio, sí aparece como una alteración clave de los acontecimientos que están por llegar la firme resistencia de Oriol Junqueras (ERC) a entrar después del 9 de noviembre en un gabinete de coalición con CiU para gestionar el desafío al Estado hasta, como mínimo, las elecciones municipales del año que viene, sumada también a su negativa a compartir una candidatura conjunta con Artur Mas para ir a unas elecciones plebiscitarias.

La Diada dispara la presión a favor del referéndum

Si algo tiene claro la cúpula de Esquerra después de la Diada es que, cuando llegue el momento, quiere retratarse en solitario ante el electorado catalán, confiada en consolidar la foto que ya describieron los comicios europeos del pasado mes de mayo, en los que fue la fuerza más votada en Cataluña por primera vez desde la segunda República y, dos años antes, en las autonómicas celebradas en noviembre de 2012, donde los republicanos sumaron 11 escaños a los 10 que ya tenían y la llamada Candidatura de Unidad Popular (CUP) irrumpió con tres en la Cámara autonómica.

La estrategia con la que ERC decidirá seguir gestionando el proceso secesionista después del 9 de noviembre aporta, según fuentes de Convergencia, dificultades añadidas para Artur Mas ya que después de la V de la victoria conseguida en Barcelona el pasado día 11, la presión de los satélites republicanos tan potentes como la Asamblea Nacional Catalana, le aboca a un auténtico suplicio político que deriva de un fracaso personal reconocido por todos los actores implicados.

Mas se equivocó en la elección del calendario

Uno de los que mejor han descrito hace pocos días en Madrid este tormento de Mas ha sido el primer secretario del PSC, Miquel Iceta. En su opinión, el presidente de la Generalitat no hace sino sumar errores a sus decisiones políticas: comenzó anticipando en 2012 unas elecciones que agravaron la sangría de CiU, luego reforzó su compromiso con Esquerra Republicana y, más tarde, colocó la celebración del referéndum independentista como eje principal de su legislatura, eligiendo además un calendario equivocado: pudiendo haber fijado el horizonte de sus aspiraciones en 2016, con un Gobierno del PP o del PSOE probablemente sin mayoría absoluta, optó por hacerlo en 2014, sabiendo que Mariano Rajoy utilizaría, como es lógico, todos los resortes de los que dispone el Estado para encarar un reto sin precedentes, un gesto rupturista como el que Mas protagonizará el próximo día 22 cuando firme el decreto de convocatoria del referéndum.

CiU solo considera el posible acuerdo con el PSC para sacar los Presupuestos como segunda opción

En este rio revuelto han decidido pescar con el cebo apropiado los socialistas catalanes. Miquel Iceta le ha ofrecido personalmente a Mas la muleta que necesita para sacar adelante los Presupuestos de 2015, necesitados de nuevos ajustes, y agotar así la legislatura hasta 2016 en caso de que ERC deje de apoyar a CiU y la obligue a precipitar de nuevo las elecciones o bien a gobernar con una débil mayoría, todavía más asaeteada desde el estallido del ‘caso Pujol’. Interesado en que el PSC recupere oxígeno después del polémico tándem que formó Pere Navarro con Alfredo Pérez Rubalcaba, Iceta aspira a resucitar para su partido la centralidad que tan buenos resultados le dio en el pasado, desde la convicción de que se equivocan quienes piensan que las revelaciones sobre el enriquecimiento de la familia Pujol, una eventual renuncia de Artur Mas –una posibilidad que ni siquiera se descarta en CiU– o la derrota del nacionalismo en unas elecciones anticipadas, resolverán el problema.

Los tiempos de Mas, ERC y Madrid no coinciden

El nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez, no sin grandes reservas por parte de numerosas federaciones de su partido, ha dado carta blanca al PSC para que reconduzca su guion en Cataluña dentro de una complicidad con Ferraz que pivota sobre varias premisas: la necesidad de reformar la Constitución para reconocer la identidad nacional catalana enterrando, así, la sentencia que el Constitucional dictó hace cuatro años contra la reforma estatutaria y la elaboración de un nuevo modelo de financiación que permita a Cataluña y al resto de las comunidades que así lo requieran recaudar y gestionar el conjunto de impuestos soportados en sus territorios.

El problema, aseguran fuentes del PSC, es que los tiempos de Artur Mas, de Esquerra Republicana y de Madrid no coinciden y se ven condicionados, además, por la triple convocatoria electoral que habrá en España de aquí a noviembre del año que viene: municipales, autonómicas y legislativas, sin contar con la que puede haber también en Andalucía.

Lista de reivindicaciones en La Moncloa

Si los intereses de CiU pudieran converger con los de ERC, obsesionada por controlar en mayo la tesorería de buena parte de los ayuntamientos catalanes, podría abrirse paso, aunque fuera de forma forzada, el agotamiento de la legislatura en Cataluña descartándose las elecciones anticipadas. El PSC es visto en las filas de Convergencia como un salvavidas de segunda opción para evitar este adelanto. Solo en estos supuestos, se opina en las filas nacionalistas, tendría sentido volver a llamar a las puertas de La Moncloa para que Rajoy implicara a la mayoría de sus ministerios en las reivindicaciones que Mas le dejó sobre la mesa a finales de julio. En el listado de peticiones figura el aumento de las inversiones estatales en infraestructuras, ayudas para que los Presupuestos del año que viene no sean tan dolorosos para los catalanes como lo han sido los de 2013 y 2014, nuevas contribuciones para sanidad y dependencia, mayor autonomía para la política lingüística y cultural y mayores alegrías en el reparto de los fondos europeos destinados a educación.

Rajoy sólo activará la negociación de las reivindicaciones que Mas le trasladó en julio si éste agota la legislatura

Por motivos e intereses bien diferentes, se resume en CiU, puede acabar dándose un compendio de circunstancias que conduzcan a Rajoy, a Mas y a Oriol Junqueras a trabajar para que no se produzca un anticipo, en clave plebiscitaria, de las autonómicas catalanas, a pesar de la presión que continuarán ejerciendo los protagonistas más radicales del frente soberanista para poner en valor la movilización que el pasado jueves se vio en la Diada. Veremos.

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