Una estelada ondea en el gran chalé de la Tor de Querol, en la Cerdaña francesa, a apenas dos horas de Barcelona y a una hora de Andorra. Es el último refugio de Jordi Pujol i Soley, 84 años, el gran jefe del clan de los Pujol, el gran manitú de la tribu nacionalista catalana, el 'padre padrone' de una singular mafia corrupta que empieza a supurar por todos los costados en el territorio que se decía más avanzado, europeo y vanguardista de España. Prat de la Riba, Macià, Companys, Tarradellas. El siguiente iba a ser Pujol. Pero su nombre no ascenderá a los altares del catalanismo. Por el camino, ha quedado atascado en la ciénaga del deshonor y la vergüenza.
Pocas llamadas de solidaridad, escasas visitas en su último refugio, algún mensaje de compromiso. Como signo postrero de su anterior dignidad, mantiene su escolta por deferencia de Interior. Ha cancelado su aparición en los cursos de verano del partido en Prada de Conflent, una tradición estival y nadie osa aventurar cuál será su futuro. Rodeado por el calor de su esposa Marta, que también aparece en la denuncia interpuesta por Manos Limpias, y por sus hijos, Pujol rumia su tragedia y elabora su estrategia de defensa. Ha contratado a Cristóbal Martell, un abogado 'cinco estrellas', el mismo de su hijo Jordi, y muy popular por ser también el letrado de Messi, para evitar el cataclismo: que ninguno de sus hijos pise la cárcel.
La Audiencia Nacional los espera
La Fiscalía Anticorrupción ya ha enfilado sus baterías hacia los fondos, las declaraciones y el patrimonio de la familia. La Audiencia Nacional les espera en Madrid. El fiscal general del Estado va a por todas. Torres-Dulce es un jurista prudente, pero firme. El Gobierno quiere que la Justicia vaya hasta el fondo de este asunto con todas las consecuencias. El ministro Gallardón sabe que hay muchas cosas en juego. No se le perdonaría un resbalón en este asunto. El futuro penal de los miembros más significados de la familia se barrunta tenebroso. Casi al mismo tiempo que la encerrona política del referéndum empieza a clarear. Pujol puede llevarse por delante no solo su nombre, el de su familia, el de su partido, sino también el del proyecto secesionista. Su empeño ahora es salvar a alguno de sus hijos de un futuro entre rejas. Todo está perdido, incluido el honor. Pero, al menos, evitar las frías estancias de la penitenciaría.
A la vuelta de septiembre, Jordi 'Júnior' y su esposa, Mercè Gironès, tendrán que comparecer ante el juez Ruz. El baile empieza en serio. Unos días antes, está previsto que el Parlamento cite a Pujol padre para comparecer ante la cámara y dé cuenta de sus trapicheos fiscales. El 'president' pretende eludir este trámite. "No soporta la idea de que diputados del PP o de Ciudadanos" le bombardeen con preguntas sobre los dineros andorranos", comentaba una persona muy próxima al expresident. Parece que no habrá comparecencia. Que Pujol alegará motivos de salud para evitar el trance. El patriarca está deprimido, recibe tratamiento y se encuentra bajo atención médica. La coartada se ha puesto ya en marcha.
Ondea la estelada
El refugio de Pujol pertenece a Josep Pujol Ferrusola, el tercero de los siete hijos del expresident, promotor de un singular pelotazo al colocarle su empresita a Indra, un coloso de la tecnología con capital público. Josep entraba también en el 'paquete' de la operación, ya que consiguió empleo, despacho y una alta retribución como importante ejecutivo del área europea de la firma. El chalé consta de cuatro plantas, tiene una parcela de más de dos mil metros y lo han valorado en unos dos millones de euros. Y en la fachada ondea la bandera independentista catalana.
El patriarca convocó allí a la familia para estudiar los pasos antes del estropicio. Habían saltado a la prensa de Madrid unas informaciones sobre cuentas secretas de los Pujol en Andorra. La cosa iba muy en serio. El escándalo va de la mano de la familia desde hace años. En especial, a cargo de Jordi Pujol Ferrusola, el primogénito, imputado y enredado en decenas de asuntos turbios. Y Oriol Pujol Ferrusola, llamado a ser el 'hereu' en la política pero a quien la ambición le hizo chapotear en el fango de los concursos amañados con las ITV.
Ese viernes, a las ocho de la mañana, Jordi Pujol telefoneó a Artur Mas, presidente de la Generalitat, para anunciarle sus propósitos. El terremoto estaba servido. Precisamente esa misma mañana, Convergència se disponía a designar a Josep Rull número dos del partido en sustitución de Oriol. Mas convenció a Pujol de que no enviara su misiva hasta la tarde, para que el nombramiento de Rull pudiera llevarse a cabo con cierta tranquilidad. Rull, quien dijo haberse enterado de la novedad quince minutos antes de que saltara a los medios, ha sido muy duro con el fundador de su partido.
"Que Dios te ayude"
El jueves de la semana anterior se produjo el momento más revelador de cuantos han sucedido en torno al harakiri forzoso del expresident. Acudió a la casa de su hermana Maria Pujol, con quien mantenía un trato distante. "Estoy hundido, perdón, perdón", masculló el patriarca tras informarle de la herencia paterna colocada en Andorra a buen recaudo del Fisco. "¿De qué herencia me hablas?", le respondió su hermana, casada con el discreto historiador Francesc Cabana y de vida humilde y modesta. Nada le había dicho nunca su hermano sobre esos millones que supuestamente había heredado de su padre. Chusco episodio, que define a un personaje. "Que Dios te ayude", fue la última frase que le dedicó ella a su hermano el defraudador.
Con Junqueras, ni a la esquina
El bombazo del escándalo Pujol va a ser determinante para la evolución del órdago independentista en Cataluña. Los radicales seguirán a la suya. Y saldrán a la calle en la Diada. Y la ANC pretenderá sacar las urnas de cartón el 9 de noviembre. Pero Junqueras no es de la estirpe del catalanismo burgués y financiero que ha alimentado sus negocios a la sombra del pujolismo. ERC, para esta gente que controla los despachos de la economía catalana, es un riesgo, algo fuera de control. 'Con éstos, ni a heredar", comentan. Emerge la figura de Duran i Lleida, que saltó del tren en marcha antes del batacazo pujolista y, tras siete días de silencio, se mueve ahora con interés y celeridad. Pero todo son incógnitas.
Pequeños empresarios, atemorizados durante el pujolismo intolerante y cuasimafioso, empiezan a 'cantar'. Las sombras de la sospecha se extienden ya por Convergència y por Cataluña. Surgen nuevos nombres, exconsejeros que tuvieron mando en plaza, exdirigentes que trabajaron a las órdenes del patriarca. Una espiral que tizna y que acaba de ponerse en marcha. Artur Mas está intranquilo. Fue conseller económico con Pujol durante cuatro años. Ya vivió un episodio nada claro con dineros en Liechtenstein junto a su padre. ¿Hasta dónde llegará la marea?. Media Cataluña oficial tiembla y la otra media ha perdido el sueño. En esta tesitura, hablar de independencia suena a música desafinada. Eso es, al menos, lo que piensan en Moncloa.