"Ha hecho una tarea impresionante, de titanes, por su partido y por España". Esperanza Aguirre intentaba este lunes recomponer algo que quizás no tiene arreglo. Pero, al menos, se esforzó en salvar las apariencias. Hay preocupación en su entorno por el espectáculo del domingo en Madrid, con un Aznar en defensa apasionada de la labor de su esposa tras los desconsiderados comentarios hilvanados por quien aspira a ser su sucesora. Aguirre pretendía este lunes algún comentario elogioso hacia Botella, hasta el punto de que aplaudió tímidamente su gestión. Fue sólo un momento porque luego le endilgó en sumiso papel de 'gran mujer detrás de un gran hombre'.
La campaña electoral de Aguirre está siendo proverbial. Su gente habla del 'efecto Aguirre'. Según los sondeos, ha logrado remontar entre cinco y seis puntos en apenas un mes. Organizó su candidatura y sus listas al margen de Génova, se ha pateado todas las teles, radios y medios posibles, ha "dado más besos que nunca" y ha fatigado su garganta en docenas de intervenciones. Pero el domingo sufrió un traspiés posiblemente inesperado. José María Aznar, con quien comparte ese amplio sector de la militancia del PP que no está demasiado feliz con Rajoy, no se contuvo y saltó como un tigre en defensa de su esposa. Incluso se aproximó a Cristina Cifuentes, con quien poco comparte. Las fotografías delataron esa distancia gélida entre el expresidente y la lideresa en el Madrid-Río.
Las fotografías delataron esa distancia gélida entre el expresidente y la lideresa en el Madrid-Río
El origen de la tensión
Las relaciones entre Aznar y Aguirre sufrieron un severo encontronazo a raíz del 'caso Blesa' en Bankia. Aguirre no era muy partidaria del entonces presidente de Caja Madrid, gran amigo de la infancia de Aznar y postuló a Ignacio González como sucesor. Un choque que dejó huella, según los próximos, aunque ambos intentaban no hacerlo muy ostensible. Hasta el domingo, cuando estalló la tormenta. Hay gente del equipo de Aguirre que no comprenden aún la reacción de Aznar, tan contundente. En especial porque poco ayuda a ese jaleado 'efecto Aguirre', justo en el meridiano de la campaña. Los veteranos del lugar recuerdan siempre que la candidata municipal del PP siempre ha estado más cerca de los postulados ideológicos del partido que representa Aznar que de los que ahora encarna Mariano Rajoy. Pero esta campaña está produciendo efectos colaterales nada amables. Aguirre cuenta ahora con escasos apoyos en su partido y en el Gobierno. No es la amiga más fiel de Rajoy, ni de Cospedal, posiblemente tiene un trato estrictamente cortés con Sáenz de Santamaría, se aleja todo lo que puede de su compañera de 'ticket' Cristina Cifuentes. Y ahora, Aznar en Río.
Un par de días antes, Aznar había asegurado en Ávila que "si alguna vez me tiene que renovar alguien, que sea Pablo Casado". Un comentario cariñoso hacia quien fue durante años su jefe de Gabinete y que ahora ocupa la portavocía del PP en la campaña electoral. Casado, de 33 años, experto en redes sociales, mediático, contertulio en los medios, diputado por Ávila, está llamado a ocupar altos puestos en la organización.
Hay quien recuerda, a este propósito, que la presidenta del PP madrileño había declarado, hace unas semanas en esRadio, que no se descartaba como sucesora de Rajoy. Luego puntualizó. Esta semana pasada, en un chat de ABC, tampoco cerraba esa puerta pero subrayaba que veía "muy improbable" presentarse a las generales de este año.
En Génova valoran la entrega de Aznar en la campaña: "Se ha portado genial"
Elogios de Rajoy
Nadie le pone un pero a Aznar y su enorme entrega en la campaña electoral. Ha ido a cuantos sitios le han pedido, ha elogiado la labor del Gobierno y ha evitado todo tipo de comentarios ríspidos hacia el presidente del Gobierno. "Se ha portado genial", comentan en Génova. Incluso reservó su último día para respaldar a Dolores Cospedal en Toledo. La secretaria general del PP le pidió ayuda y para allá se ha ido. Como un militante más pero con el gran peso específico de quien es referente fundamental del partido que él mismo fundó hace ya dos largas décadas.
Incluso Rajoy le agradeció su entrega días pasados en Burgos al referirse a él como "ejemplo de gente seria y formal que ha dado esta tierra". No son colegas entrañables, como todo el mundo sabe, pero durante la campaña se han olvidado las tensiones y las guerras del pasado. Rajoy y Aznar no han coincidido en ningún acto. No estaba previsto. Pero han trabajado en perfecta sintonía. Papeles diferentes y mensajes diferenciados. Rajoy, institucional y económico. Aznar, ideólogo y muy político. El presidente, a mantener al votante confiado y Aznar, a recuperar al simpatizante cabreado. Un buen tándem, dicen en Génova. Una pareja imbatible. "Si siempre hubiera sido así".