La figura de Josep Tarradellas no ha sido suficientemente glosada, seguramente, ni en Cataluña ni el resto de España, aunque mucha gente lo ha tachado de visionario. Conviene leer un artículo de El País, del año 1985, para comprobar que es así. El primer presidente de la Generalitat después del franquismo fue muy crítico con Jordi Pujol por el escándalo de Banca Catalana. Y también con su acción de gobierno, basada en “nosotros somos formidables y Madrid siempre se equivoca”. Lo primero, ha estallado en un escándalo monumental y lo segundo ha sido en los últimos tiempos el gran argumento esgrimido para el independentismo.
Todo ello queda recogido en un interesantísimo artículo firmado por José Antich, entonces redactor de El País y en los últimos tiempos director de La Vanguardia en una etapa muy afín editorialmente a las posiciones independentistas, que se hacía eco de una pequeña reunión de Tarradellas con periodistas.
La presentación de una querella contra 25 directivos de Banca Catalana, entre ellos el propio Pujol, provocó que Tarradellas le aconsejara la dimisión: “Yo le dije que dimitiera, pero prefirió plantar cara y no me hizo caso”.
El propio Pujol desmentiría estos consejos posteriormente, pero su predecesor añadía que “La gente se olvida de que en Cataluña gobierna la derecha; que hay una dictadura blanca muy peligrosa, que no fusila, que no mata, pero que dejará un lastre muy fuerte”.
Profético
Unas palabras proféticas. ¿Manejaba más información Tarradellas sobre herencias o era pura intuición política? Desde luego, supo poner el dedo en la llaga sobre un asunto que ha vuelto a aflorar siendo, probablemente, el mayor escándalo de la democracia: “Pujol se equivocó al manifestar desde el balcón del Palau de la Generalitat que el Gobierno era indigno; la herida abierta aquel día no se curará mientras él mande. El victimismo de Pujol no se corresponde con la realidad”.
Algunas formaciones políticas no han dudado en denunciar ligazones con el escándalo Banca Catalana y otros casos de corrupción, con la familia Pujol como gran beneficiaria.
Tarradellas creía que este asunto exigía algún tipo de responsabilidad política y le dijo a Pujol que si dimitía, él mismo haría unas declaraciones públicas pidiéndole que regresara, una vez expiadas las culpas.
El 23 de octubre de 1977, Tarradellas gritó, desde el mismo balcón en que Pujol calificó de indigno al Gobierno de España por el caso Banca Catalana, su célebre grito: “Ja soc aquí!”, en un acto retransmitido por TVE íntegramente en catalán.
Su discurso fue una insistente reclamación del Estatut de Autonomía, aunque siempre desde un espíritu constructivo, no rupturista. Un asunto que llama la atención, ya que en dicho evento él mismo entonó el Segadors, y a su vez, realizó numerosas cariñosas alusiones a España: “Cataluña debe trabajar más que nunca para hacerse bien fuerte, bien próspera y ser un ejemplo para los demás pueblos de España”. (min. 4,40). “Querría que en este momento de gozo y responsabilidad, pensaseis que tenemos otras deudas fuera de Cataluña. Nosotros debemos ser la avanzadilla del bienestar, la prosperidad, y la democracia de todos los pueblos de España”. (Min. 6,20).
Todo esto, dicho ante un auditorio abarrotado de senyeras, alguna que otra estelada y un heterogéneo grupo de banderas republicanas, sindicales, etcétera.