Este fin de semana comienza el gran desembarco español en Buenos Aires para asistir a la ceremonia de designación de la sede de los Juegos Olímpicos de 2020. La moral está por las nubes. Tanto la Corona como el Gobierno se han volcado intensamente en la cita. Y, por supuesto, el Ayuntamiento de Ana Botella, que tanto se juega. El Ejecutivo de Rajoy confía en la elección de Madrid como una reválida internacional a la superación de la crisis económica. El reto es para la ciudad, pero el desafío también es para España.
Un lujoso hotel de la exclusiva zona bonaerense de Puerto Madero, el barrio emergente de la capital argentina, acogerá la ceremonia de designación de la ciudad olímpica de 2020 el próximo día 7 en la que 115 delegados de 70 países tendrán la palabra decisiva. La familia del Comité Olímpico Español, con Alejandro Blanco a la cabeza, ha empezado a ocupar sus dependencias en el NH bonaerense, así como la primera avanzadilla del Ayuntamiento madrileño, con la alcaldesa Ana Botella a la cabeza. Los representantes de la Comunidad de Madrid no lo harán hasta entrada la próxima semana, ya que su presidente, Ignacio González, ha convocado el debate del Estado de la Comunidad para este lunes y martes próximos, unas fechas que no han dejado de llamar la atención por la cercanía a los actos olímpicos. En fuentes de gobierno madrileño se ha mostrado estos últimos días cierto malestar por la poca relevancia que se ha prestado a la Comunidad en estas previas bonaerenses y, en general, en la organización de los preparativos olímpicos. Celos propios de días de tensión.
Rajoy apuesta a fondo
Quien sí se ha volcado ha sido el Gobierno del PP. Rajoy impartió hace meses instrucciones para que el aparato del Estado colaborara intensamente en las labores y gestiones de la candidatura madrileña. El presidente del Gobierno es consciente de que está en juego algo más que una sede olímpica. Entre otras cosas, fuentes del Ejecutivo no disimulan la idea de "vender" la elección de Madrid como un aval internacional a la credibilidad económica española, un factor que influyó negativamente en nuestra última intentona. Si el mundo olímpico confía en Madrid supone que la imagen internacional de España ha superado los recelos y el escepticismo que ofrecía hace unos pocos años.
También se ha volcado decididamente en esta aventura la Familia Real, como siempre ha hecho. Tras los intentos fallidos de Copenhague, con Don Juan Carlos como cabeza del cartel español y de Singapur, con la Reina Sofía ejerciendo de estandarte, será en esta oportunidad el Príncipe Felipe quien encabece la presentación de la candidatura española. El Príncipe viajará a Buenos Aires en las próximas horas, acompañado de Doña Letizia (unas fotos muy esperadas tras las peculiares vacaciones de los príncipes de Asturias) para sumarse a los ensayos de la presentación oficial española. Fuentes del Ayuntamiento madrileño comentan el enorme nivel de implicación de Don Felipe en todos los preparativos de nuestra candidatura, en la que ha participado como algo más que un mero elemento ornamental. El Príncipe es consciente de la importancia de este reto tanto para España como lo que supondría de positivo para la propia imagen de la Institución.
Deportistas sin Messi
Una veintena de destacados deportistas se sumarán asimismo a esta ceremonia, detalle siempre de enorme eficacia para la presentación. Alguien tuvo la peregrina idea de invitar al jugador del Barcelona Lionel Messi, quien declinó la sugerencia sin más explicaciones. Lo previsto. Será Pau Gasol quien oficiará como cabeza de la legación deportiva española ante el COI, arropado por una veintena de figuras de élite, como los baloncestistas Amaya Valdemoro y Felipe Reyes, las nadadoras Mireia Belmonte y Ona Carbonell, la waterpolista Jennifer Pareja y otras figuras de relieve internacional. El tenista Rafa Nadal, comprometido en el US Open, asistirá en el caso de que la evolución del Torneo se lo permita.
Una historia de tres lustros
Catorce años se cumplen ahora desde que el entonces alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, lanzara por vez primera la candidatura olímpica para la capital de España. Desde entonces, la ciudad ha invertido enormes cantidades en infraestructuras deportivas, hoteleras y de transporte para redondear una candidatura al nivel requerido. Madrid, según las versiones oficiales, tan sólo necesitaría invertir ahora 1.500 millones en el caso de resultar elegida para 2020. Tiene el 80 por ciento de las instalaciones concluidas. Una baza crucial frente a los retrasos de Tokio y Estambul.
Juega a nuestro favor, en este tercer intento y en el plano teórico, esa tradición no escrita sobre la rotación de los continentes para acoger una cita olímpica. Una vez en Europa, la siguiente en otro continente y, de nuevo, otra vez Europa. Tokio, así, quedaría descartada. Pero en las últimas semanas ha cobrado enorme fuerza la opción de Estambul, que de entrada no partía como gran favorita dados los problemas de seguridad que presenta la capital turca.
Prestigio y credibilidad
La Corona, el Gobierno español, la ciudad de Madrid, instituciones, mundo económico y social se han volcado en esta tercera intentona para conseguir la sede olímpica. Unos Juegos transmiten una sensación de euforia general, algo de lo que está muy necesitada nuestra sociedad tras un periodo tan duro de crisis. Este es el factor decisivo del empeño de Rajoy en la cita olímpica. La designación española despejaría las dudas que todavía sobrevuelan, a nivel internacional, sobre la superación de las dificultades económicas de nuestro país. También es fundamental lo que supondría como respaldo a la gestión del PP en el fortín de Madrid, ahora que la posible reválida electoral a la vuelta de dos años aparece más comprometida que nunca. Ana Botella también se juega buena parte de su futuro político en esta cita bonaerense.
En el seno de la candidatura española se respira un optimismo contenido. La experiencia de dos serios tropiezos han enseñado mucho. Se ha aprendido ya que los designios del COI son inextricables. Que la trastienda y la politiquería juegan en forma decisiva en estos trances. Y que no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo.