Nadie sale indemne del horror. Y en nueve días de juicio, el horror se ha dejado caer varias veces por el salón de bodas del Juzgado de Santiago de Compostela. En la sesión de hoy, en forma de proyección de la reconstrucción del crimen de Diana Quer. El 15 de junio de 2018, José Enrique Abuín, acompañado de la Guardia Civil y la comitiva judicial, estuvo en los dos escenarios de su crimen: el lugar en el que asaltó a la joven y el pozo en el que depositó su cuerpo sin vida. Allí, sobre el terreno, dio su versión de lo ocurrido en la madrugada del 22 de agosto de 2016, un relato que ha quedado demolido en su mayor parte durante el juicio. El jurado y todos los presentes en la sala han visto a 'El Chicle' sonreír mientras simulaba cómo, según él, se encontró con Diana, le echó una mano al cuello, comprobó que estaba muerta, la metió en su coche… En el momento en el que en las pantallas se veía a un maniquí que simulaba ser el cadáver de Diana hundiéndose en el mismo pozo donde la joven madrileña permaneció casi 500 días, el padre de la víctima, Juan Carlos Quer, se ha dirigido en voz alta al acusado: “¡Podía haber sido tu hija!”, le ha espetado. El presidente del tribunal, Ángel Pantín –que no había apartado su mirada del padre de Diana desde que comenzó a emitirse la reconstrucción–, le ha ordenado que abandonase la sala. Quer, entre roto y azorado, ha salido de la estancia pidiendo perdón.
Juan Carlos Quer lleva nueve sesiones sentado en la segunda fila del salón de bodas del juzgado. Días tras día, esperando a que el acusado abandone su lugar esposado para cruzar su mirada con él, en silencio, sin aspavientos. Juan Carlos Quer ha pasado más de cuarenta horas reviviendo el crimen de su hija. Ha escuchado cómo se extrajo el cuerpo Diana del pozo de la nave de Asados, las heridas que encontraron los forenses en su maltrecho cadáver… Demasiado dolor, que hoy ha supurado en forma de un grito que no ha tenido acuse de recibo. Abuín ni se ha inmutado. Por el contrario, su abogada, María Fernanda Álvarez, la mujer que estos días tiene el peor trabajo del mundo, se ha quebrado tras la salida de la sala de Juan Carlos Quer. La letrada, de formas y apariencia rocosas, ha llorado en silencio mientras en la sala se seguía exhibiendo la reconstrucción del crimen. Ha tardado unos minutos en recomponerse para seguir interrogando, para que Abuín, el hombre que se reía recordando la muerte de Diana, siga disfrutando del derecho a la mejor defensa posible.