Habían esperado hasta el último minuto. Llevaban mucho tiempo en silencio observando la deriva del procés. Y este sábado, a poco menos de doce horas para el referéndum convocado por la Generalitat, han decidido tomar las calles de Barcelona y de Cataluña para clamar por por la unidad y para mostrar su indignación por la celebración de la consulta ilegal.
La concentración convocada a las cinco y media de la tarde en la plaza Urquinaona ha terminado desembocando en la Plaza Sant Jaume. No es un lugar cualquiera. Allí se encuentra el Palau de la Generalitat, sede del Gobierno de Carles Puigdemont, y el Ayuntamiento de la ciudad condal.
Para cualquiera de los miles de turistas desinformados que vistan Barcelona, el evento pasaría más por la celebración de un triunfo de la selección española que por algo nunca visto en los últimos tiempos. No se recuerda tal despliegue de banderas rojigualdas acompañadas de varias europeas y algunas señeras.
Mucho menos se podían esperar los organizadores este éxito de convocatoria a pocas horas de que el proceso secesionista llegue a un punto de inflexión."TV3, manipuladora; No votarem!", coreaban indignados los asistentes mientras los Mossos d'Esquadra asistían expectantes resguardados tras las vallas que cercaban la sede del Ejecutivo catalán.
No faltaban entre los presentes grupúsculos de extrema derecha, pero predominaban ciudadanos que querían reivindicarse catalanes pero también españoles. "¡Ya está bien. Teníamos que salir!", se escuchaba en los comentarios de la céntrica plaza barcelonesa.
El aroma que se respiraba tenía el mismo nivel de épica que el del cierre de campaña en Montjuic de este viernes. Sólo que aquí el héroe no era Puigdemont, sino los cuatro manifestantes que osaron escalar los balcones del Consistorio para arrancar una pancarta que pedía en catalán "más democracia". El trapo finalmente se resistió y sólo lograron hacerse con un retazo. El lema quedó a salvo, pero se llevaron el aplauso del público.