El presidente del Gobierno tiene lista la estrategia de respuesta para frenar el referéndum independentista catalán. No pasa, precisamente y a estas alturas, por abrir diálogo alguno, en contra de lo que se escucha desde la familia socialista. Todo se basa en dos pilares fundamentales: el Tribunal Constitucional y la unidad de las fuerzas constitucionalistas. El TC impugnará de forma automática la convocatoria del referéndum. Será este miércoles. Puigdemont dará el paso decisivo. Acto seguido, Consejo de Ministros extraordinario, recurso ante el Constitucional y paralización del proceso de secesión. Lo que pase luego, es una incógnita.
Rajoy quiere atar y hacer ostensible el respaldo de PSOE y Ciudadanos en este 'esprint final' de los independentistas. Planea para ello celebrar un encuentro personal, en conjunto o por separado, está por ver, con Pedro Sánchez y Albert Rivera para evidenciar un cierre de filas contra el referéndum. Sería más pronto que tarde, dicen en el PP, que consideran imprescindible la unidad de los demócratas en esta fase del 'proceso'.
Reproches al 'inmovilismo'
Pedro Sánchez ya acudió a Moncloa el pasado 7 de julio, en una encuentro muy cordial con el presidente en el que compartieron posiciones ante el referéndum. Los socialistas insisten en distinguir entre su apoyo al Estado y su apoyo al Gobierno. No quieren confusiones. Rajoy, tampoco. Así se vio esta semana en el Congreso, cuando el presidente del Gobierno atacó en forma inmisericorde a la portavoz socialista, Margarita Robles, sin apenas referirse al PSOE. También evitó entrar en disputas con Ciudadanos. Con Podemos ya no se cuenta de cara a la ofensiva separatista. Podemos ha anunciado un acto en respaldo a la soberanía de Cataluña para la Diada.
Los planes del PSOE
En pleno acelerón secesionista, el PSOE presenta este lunes su propuesta territorial, todavía una entelequia que discurre en torno a una reforma constitucional y la apertura de un diálogo con los separatistas. "No tenemos nada que decir, nosotros estamos en postura zen, no haremos nada en esta dirección hasta el 1-O", comentan en privado en el PP. Los socialistas mantienen su respaldo al Gobierno pero no aparcan sus reproches al 'inmovilismo' del Ejecutivo. Sánchez sigue insistiendo que es preciso negociar con Pigdemont para impedir el referéndum, algo que en Moncloa descartan radicalmente, por ineficaz, innecesario e inútil.
Moncloa no desvela sus planes, mantiene el discurso de la firmeza, nada dice sobre aplicar el 155 o la ley de Seguridad Nacional. Su línea de actuación no pasa por ahí, sino por el TC, que estará reunido esta semana en pleno durante tres días, en coincidencia con el trámite de ley del referéndum en la Cámara catalana.
Sánchez, prácticamente inédito este verano, conversó con Rajoy por teléfono el pasado 28 de agosto, el día en el que Junts pel Sí y la CUP presentaron su ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la república catalana. Acordaron que PP y PSOE 'vayan de la mano' para frenar un plebisicto que ambos partidos consideran ilegal. Ese mismo día, la vicepresidenta del Gobierno telefoneó a Albert Rivera para comunicarle los planes del Ejecutivo. Todos están permanente y convenientemente informados.
No se observan contratiempos en este flanco. El Gobierno necesita hacer visible esta unidad de los tres partidos que defienden la Constitución. El PP carece de mayoría suficiente en la Cámara y se afana por conseguir el respaldo inequívoco del PSOE y Ciudadanos. Los socialistas tienden al zig-zag, dicen en Moncloa, donde subsisten ciertos recelos hacia los planteamientos de Sánchez. Se recibió con agrado el anuncio de Miquel Iceta de que el PSC no estará presente del día 6 cuando se vote la ley del referéndum. PP y Ciudadanos ni siquiera se sentarán en sus escaños.