España

El 'marianismo' desespera hasta a sus incondicionales: que nada cambie para que todo siga igual

Sonríe cuando le hablan de cambios de Gobierno. Y se encoge de hombros cuando le meten prisas. El mayor éxito de Rajoy en sus dos largos años de Gobierno ha consistido en no hacer nada. Es decir, no pedir el rescate. Aguantar la embestida del 'bicho' a 'porta gayola' y, luego, dejarle pasar. Ni un muletazo, ni mal trincherazo. Eso, para los subalternos.

  • El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

Por no querer cambiar, ni siquiera pretende cesar a Magdalena 'Maleni' Álvarez, a quien la jueza Alaya ha impuesto una fianza de casi 30 millones de euros por su presunta actuación irregular en el escándalo de corrupción de los Eres andaluces.

"No me gusta adelantar acontecimientos", señaló el presidente del Gobierno al ser preguntado sobr el particular en Bruselas. Cierto que una imputanción no se asimila a un acusación. Pero 'Maleni' ocupa una vicepresidencia en el Banco Europeo de Inversiones y su presunta implicación en el escándalo del escamoteo de fondos públicos andaluces destinado a desempleados y empresas en crisis quizás requeriría una actuación contundente por parte del Gobierno. Rajoy no puiensa igual. No le reclama a 'Maleni?, en su día estrambótica y polémica ministra de Fomento, una renuncia temporal o una dimisión formal. Rajoy nunca se adelanta a los acontecimientos.

Interrogantes y comentarios

Su comportamiento siempre ha sido el mismo y sus hermeneutas lo saben. Nada nuevo. Por eso en su círculo más estrecho de colaboradores de Moncloa se restriegan las córneas ante las presiones, quejas y bramidos que se escuchan desde determinadas 'baronías. La lentitud de Rajoy con la designación de candidato a las europeas ha merecido todo tipo de comentarios. Amén de unas cuatrocientas preguntas de periodistas en los últimos dos meses. 'Será en abril', despejó las dudas el presidente en una conversión informal con gente del ABC. Y quizás en Valencia, cuando la intersectorial municipal.

Pero siguieron las preguntas sobre el cabeza de lista. Fue este viernes mismo, también en Bruselas. Y el presidente, con su tradicional displicencia, rayana casi con la abulia, respondió tediosamente: "No lo tenemos y, por lo tanto, no lo podemos desvelar". Seguro que es así. Seguro que aún no lo tienen. Ni siquiera la vicepresidenta Sáenz de Santamaría conoce el nombre, tal y como publicó días atrás este diario. Rajoy considera tal extremo un asunto menor. En unas europeas, nadie acude a las urnas por votar a un Cañete o a un Pons. Acuden al colegio electoral para sacudirle un bofetón descomunal al Gobierno o para reforzar a sus colores políticos. O, se queda en casa y que les den.

Ni ceses ni crisis

El cambio que sí le preocupa a Rajoy es el de una posible crisis de Gobierno. Ahí si medita, duda y dedica tiempo. A Rajoy le espantan las mudanzas políticas. Nada de mover a la presidenta del PP catalán, sigamos como estamos aunque los Ciutadans de Rivera brinden con champán. Nada de arrojar de su despacho a Arsenio Fernández de Mesa, director general de la Guardia Civil, y devolverlo a su terruño gallego. Nada de cesar a la inconsistente Ana Mato, ministra de Sanidad. Nada de prescindir en Interior de Fernández Díaz, su viejo gran amigo. ¿Para qué entonces hacer cambios de Gobierno?. Se envía a Europa a quienes no alteren la estructura del actual Consejo de Ministros y se evitan los problemas. Si acertó con lo del rescate por no hacer nada, ¿para qué hacerlo con asuntos mucho menores? Por no cambiar, ni siquiera a 'Maleni'. 

Semejante teoría funciona a la perfección salvo cuando el asunto catalán asoma por la esquina. La firmeza de Mariano Rajoy, asido al imperio de la Ley y de la Constitución, no parece frenar el envitge secesionista de Artur Mas. En este enrevesado y peligroso asunto, adoptar una actitud tan parsimoniosa y tan pasiva quizás resulte intranquilizador. Hay gente en Moncloa que así lo piensa. Pero no parece que Rajoy vaya a mudar el ritmo de su zancada por más que Artur Mas amague con sacar las urnas la calle para promulgar luego una declaración unilateral de independencia.

'A fuego lento'

Un veterano dirigente del PP recordaba días atrás que la cocina de Rajoy es 'a fuego lento'. Que nadie espere de él un 'fast food' o un calentón. Ese premioso 'chup-chup' en los fogones desata los nervios a la oposición. "Nadie en el PP se atreve a defender los recortes y los ajustes", venía a decir días atrás la candidata Valenciano, desde su sincero chonismo poligonero, al reprochar la ausencia de listas electorales en el partido del Gobierno. No tener a quien zaherir, con quién meterse, en verdad, agua el vino de la polémica.

Los aspirantes se ponen nerviosos. Cañete está un poco harto. En el rostro de González Pons afloran eléctricos tics. Esperanza Aguirre vuelve a circular por cenáculos y corrillos. Los actuales eurodiputados no saben si renovarán en el escaño, y ya les urgen en el colegio bruselense para preinscribir a sus hijos. No sabenj qué hacer. La famosa lista de las europeas ha devenido en un potro de tortura. "Maniano les hace luz de gas", explica la misma fuente.
La hermeneútica de Rajoy siempre nos lleva a colegir que su línea de actuación se sitúa en las antípodas del famoso enunciado lampedusiano. O sea, que si quieres asegurarte de que todo siga igual, lo mejor es que nada cambie. Y Rajoy está muy satisfecho de sus equipos y sus personas. ¿Cambios? los mínimos, y, como en la reforma fiscal, a fuego lento y cuanto más tarde, mejor. Los cambios, ni con gaseosa.

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