Hacia un destino desconocido. Ese es el trayecto que están haciendo los centenares de inmigrantes que el pasado viernes intentaron saltar la valla de Melilla y fueron detenidos por las autoridades marroquíes. Los subsaharianos interceptados están siendo alejados en varios autobuses hacia el interior del país a más de 600 kilómetros de la frontera española, según han informado a Vozpópuli fuentes del instituto armado.
Las fuentes consultadas por Vozpópuli desconocen el destino final de donde son llevados estos migrantes y apuntan que las fuerzas marroquíes ya lo han repetido en anteriores ocasiones. "No nos extrañaría que los dejaran a 600 kilómetros en medio del paso del Sahel", aseguran.
Ahora, cuatro días después del salto masivo en Melilla, la situación en la frontera de los agentes de la Guardia Civil es de absoluta "calma". Sin embargo estas fuentes apuntan que si quedan aún inmigrantes escondidos en el Monte Gurugú (Marruecos) intentarán acceder de nuevo a España en las próximas fechas.
Volverán gracias a las mafias
En las últimas semanas se habían concentrado 2.000 de estos subsaharianos en campamentos cerca de Nador pero fueron desalojados. Hubo incluso algun encontronazo entre los inmigrantes y los marroquíes, por lo que se escondieron en el Gurugú, que se encuentra a escasos cinco kilómetros de la valla. "Volverán gracias a las mafias que viven de ello. Estos grupos venden que si cruzan a España ya se quedan en Europa", explican estas fuentes.
Sin embargo, no pronostican que se produzca un nuevo salto masivo de inmigrentes. Pueden tardar más de un mes en concentrarse de nuevo en la zona. Otros intentarán acceder a nuestro país por la vía de Canarias saliendo en pateras desde Tafaya.
De los 49 guardias civiles heridos en la actuación del pasado viernes solo uno se encuentra de baja. La mayoría sufrieron pequeños cortes, pedradas o torceduras de algunas de sus extremidades.
El balance del salto fue escalofriante. Cerca de 2.000 inmigrantes se lanzaron a primera hora de la mañana sobre el perímetro de la ciudad autónoma y más de 130 lograron acceder a territorio nacional. La autoridades marroquíes han confirmado la muerte de 23 de estos inmigrantes y 57 resultaron heridos.
Este balance ha creado una gran controversia. Varias entidades humanitarias elevan a 37 la cifra de muertos en las avalanchas. Además, la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) publicó en su cuenta de Facebook una imagen de trabajadores del camposanto cavando fosas en el cementerio, afirmando que allí se enterrará a los emigrantes fallecidos. Esta misma organización denuncia, además, que las autoridades marroquíes tenían la intención de enterrar los cuerpos "sin autopsia" ni "identificación para "ocultar el desastre".
En la misma línea, el presidente de la Comisión de la Unión Africana (UA), Moussa Faki Mahamat, expresó su "conmoción y preocupación" por "el trato violento y degradante de los migrantes africanos" en la frontera de Marruecos y España, y pidió una investigación del incidente del pasado viernes.
Un día después de Melilla le tocó a Ceuta. El pasado domingo la Policía marroquí detuvo a 59 migrantes subsaharianos entre las localidades de Tetuán y Castillejos cuando se disponían a lanzar un intento masivo de salto de la valla fronteriza de Ceuta, según informaron las autoridades marroquíes.
Un efecto llamada en la frontera sur
Mientras la situación de la inmigración se agrava, las asociaciones de la Guardia Civil siguen reclamando más protección. La mayoritaria, Jucil, solicita que se ofrezcan más medios humanos y materiales a los agentes desplegados para que puedan defenderse de estos violentos ataques. Asimismo, piden la participación de las Fuerzas Armadas en el control de la frontera: "La plantilla de guardias civiles resulta escasa, solicitamos de nuevo la intervención de unidades del Ejército".
“Han accedido cientos de personas y allí, para contener este tsunami humano había 40 integrantes de los GRS de la Guardia Civil, menos de un agente por cada diez asaltantes a la valla”, ha resaltado el secretario general de Jucil, Ernesto Vilariño.
A la falta de personal se une la ausencia del material adecuado. “Nuestros compañeros en Melilla deben contar con mejores dotaciones, uniformes con protecciones que dificulten que puedan resultar heridos y mejores medios como chalecos antibala que faciliten su tarea en el control de estas invasiones por la valla”, ha añadido Vilariño.
Desde esta asociación recuerdan que se solicitó "que no se premie con el permiso para permanecer en España a quienes utilizan la violencia para entrar". "Genera un efecto llamada para nuevos intentos de salto de la frontera sur de Europa” ha añadido el dirigente de Jucil.