"Sánchez no lo va a poner fácil", comentan en Zarzuela. La próxima semana arranca la cuarta ronda de consultas del Rey para proponer un candidato a la presidencia del Gobierno. Cuatro rondas en apenas dos años de reinado. Su padre, don Juan Carlos, tan sólo promovió diez en casi cuarenta años en la jefatura del Estado. Tiempos nuevos y escenarios desconocidos.
Todo pasa por la abstención del PSOE, comentan las mismas fuentes. "No hay otra, es la clave. Y no está por la labor", añaden. El líder socialista ya ha declarado en alguna ocasión que le desea a Mariano Rajoy que pase por el mismo incómodo trance que ya pasó él en su momento. Es decir, una investidura fallida. Dos jornadas de debate parlamentario para 'humillar' al aspirante, conocedor y consciente de que el partido concluirá en derrota por goleada. 'Ahora toca la venganza de Pedro', comentan en Ferraz algunos de sus íntimos.
Este jueves, una vez que Su Majestad haya escuchado a los doce líderes parlamentarios que desfilarán por Palacio, es muy posible que se encuentre con las manos vacías, sin un candidato que proponer y sin un camino claro para salir del laberinto. No se producirá un horror vacui, es decir, miedo al vacío, pero sí nos toparemos ante una situación incómoda y difícil de manejar. La Constitución, además, no sirve de ayuda en este caso. Salvo que impere el sentido común, esta fase podría eternizarse. Per saecula...
Sánchez vendió la piel sin oso
"Yo voy en serio", había advertido el secretario general del PSOE el pasado 2 de febrero, minutos después de recibir el encargo por parte de Su Majestad para presentarse a la investidura. Mariano Rajoy había rechazado el ofrecimiento por segunda vez. No tenía apoyos y así se lo dijo al Rey. Sánchez, sin embargo, dio a entender que sí. Y fracasó. En Zarzuela hay quien piensa que el dirigente socialista "nos engañó". Vendió la piel de un oso que ni siquiera había visto en pintura. Alguien convenció del jefe de filas del PSOE de que su anhelado acuerdo a tres, con Podemos y Ciudadanos, era posible. Y así se lo explicó al monarca. Y fracasó.
Tal cosa no volverá a suceder. En Zarzuela se camina siempre con pies de plomo. Sólidos e ignífugos, para evitar que la institución sufra en este periodo convulso y, de momento, sin salida. Cuatro figuras vuelven al tablero sin que la repetición de elecciones haya colaborado en despejar de incógnitas el panorama.
Don Felipe ha comentado privadamente, a cuantos se han acercado por palacio en estas últimas semanas, que todo es posible salvo volver a las urnas. Es el escenario impensable, la salida indeseada. Para que tal cosa no suceda, apenas hay un par de alternativas en el horizonte más próximo. Que Rajoy resulte elegido en una investidura a primeros de agosto o que lo sea después del verano. Nadie duda de que el líder del PP será de nuevo presidente. “Es el único de los cuatro grandes que viene con un resultado electoral victorioso”, comentan en estas fuentes. La clave es el calendario, los tiempos, las demoras.
Fricciones con el Gobierno
Don Felipe salió airosamente indemne en la anterior serie de audiencias en busca del presidente imposible. Las relaciones entre la Zarzuela y Moncloa, no tanto. Rajoy no acogió con buen talante el que el Rey, al segundo intento, propusiera a Sánchez de candidato. Tras la investidura fallida, se demostró que el veterano dirigente del PP algo de razón tenía.
"La figura del Rey se vio fortalecida, todo el mundo pudo comprobar su forma de actuar, de neutral arbitraje, tal y como dicta la Constitución", comenta un dirigente socialista, muy alejado del círculo de amistades de Sánchez. Salta de nuevo al ruedo don Felipe, esta vez con algunas lecciones aprendidas. La principal: no se nominará candidato alguno que no venga con los apoyos seguros, casi firmados ante notario. Ahora será más sencillo dado que no hay candidato alternativo. Esta vez el PSOE, que no Sánchez, ya ha desestimado la posibilidad de mirar hacia su izquierda para recolectar diputados en Podemos. No hay ahora vía socialista hacia la Moncloa.
El ritmo de los plazos inquieta. Y los pasos a dar, también. Una vez más, pueden producirse situaciones desconocidas
El ritmo de los plazos inquieta. Y los pasos a dar, también. Una vez más, pueden producirse situaciones desconocidas. La principal: ¿Y si, concluida la ronda, no hay candidato alguno que presente su investidura? En el PP han insinuado que Rajoy no acudirá a la Cámara en condición de aspirante a presidente sin garantía de victoria. No parece que de aquí a diez días la vaya a tener. Se entraría en una delicada fase. Sin una investidura fallida, no se pone en marcha el cronómetro que fija en dos meses el plazo negociador para intentarlo de nuevo o ir a las urnas.
Mariano Rajoy es, a estas alturas, uno de los pocos dirigentes de cuantos pululan por Moncloa y Génova que confía en una solución próxima. Habló en su día de arrancar la sesión de investidura el 2 de agosto para concluirla el 5. Este calendario estaba previsto para el caso de que le salieran las cuentas. Es decir, de que hubiera logrado el ‘sí’ de Ciudadanos y la abstención del PSOE. De no lograrlo, el presidente en funciones habló de abrir ‘un periodo de reflexión’ entre los dirigentes políticos por ver la forma de evitar concurrir de nuevo a unas elecciones.
Esta posibilidad no es menor. De ahí la inquietud que se respira en Zarzuela, pese a la sangre fría que ha demostrado el monarca a lo largo de estos meses preñados de dificultades y contratiempos. No está claro el camino de salida.
En el corazón de todos los focos
Esta semana todos los focos se dirigen de nuevo hacia Zarzuela. "Es la hora del Rey", llegó a decir Rajoy, en un empeño nada oculto por subrayar el papel importante del monarca. El artículo 99 de la Constitución, muy genérico y abierto, habla tan sólo de que el Jefe del Estado propondrá un candidato a través del presidente del Congreso y una vez escuchado a todos los jefes de los grupos parlamentarios. Nada más.
La asepsia general de las anteriores rondas con respecto a la figura del Monarca ha empezado a resquebrajarse. Albert Rivera comentó, en una entrevista periodística, que solicitará la mediación de Su Majestad ante el PP y PSOE para desbloquear la actual situación. Ningún político se había expresado públicamente en estos términos. De ahí la tormenta posterior. "El Rey sobre todo, escucha", dicen las fuentes mencionadas. "Pregunta y escucha, no está para borbonear", aseguraba el titular de Exteriores, José Manuel García-Margallo. "Eso sería inconstitucional", añadía, dispuesto siempre a pronunciarse sobre cualquier asunto ajeno a su negociado.
En la Casa Real se tiene muy claro que la actitud del Monarca no va a variar ni un ápice en esta ronda con relación a la anterior
En el PSOE se respondió con alabanzas hacia la neutralidad mostrada siempre por don Felipe. Desde Podemos se recordó que el Rey no está para resolver “los acuerdos políticos que los partidos son incapaces de resolver”. La vicepresidenta Sáenz de Santamaría tan sólo recordó que las funciones del monarca están perfectamente señaladas en la Constitución.
La Corona había permanecido totalmente al margen del debate político en la fase previa a las anteriores elecciones. No está ocurriendo lo mismo en esta segunda. Han empezado las salpicaduras. Lo incierto de la situación las alimenta. En Zarzuela lo tienen claro: el Rey no va a ir ni medio centímetro más allá de lo que estipula la Carta Magna. En ámbitos políticos se comenta que "llegados a este punto, quizás el Monarca debería ejercer de impulsor de un entendimiento para superar el atasco". Y añaden: "Mucha gente se pregunta que, entonces, ¿para qué está Rey?".
En la Casa Real se tiene muy claro que la actitud del Monarca no va a variar ni un ápice en esta ronda con relación a la anterior. "No puede ser de otra forma". En el caso de que no se produzca un intento de investidura, seguirán las negociaciones sin límite temporal. "Será el tiempo de los políticos, no del Rey", subrayan estas fuentes.
La lógica invita a pensar que, en el caso de que no haya candidato tras esta ronda de audiencias en Zarzuela, el Rey opte por conceder unos días de oportunidad al diálogo, igual que ocurrió tras el fallido intento de Sánchez. En aquella oportunidad, sin embargo, el cronómetro funcionaba. En ese caso, cabe pensar que hasta finales de agosto no vaya a producirse la luz verdes, es decir, la confirmación de que hay un candidato en condiciones de ser elegido. Para que eso ocurra, naturalmente, Sánchez ha tenido que cambiar de opinión. O, algo imprevisible, como que Rajoy haya optado por plegar las velas e irse a casa.