María, de 87 años, acudió a su centro de Salud en Madrid para hacerse una prueba PCR por haber sido contacto estrecho de un positivo de covid. Tuvo que aguantar una cola de dos horas de pie, a pesar de su avanzada edad. No tiene teléfono móvil y mucho menos sabe usar un smartphone, por lo que no podrá acceder a la aplicación donde poder mirar los resultados de la prueba. María ha esperado uno, dos, tres… y hasta siete días en su casa hasta que ha recibido la llamada del centro de Salud para notificarle el resultado de su prueba.
No es país para viejos, como reza el título de la película con la que Javier Bardem ganó un Oscar. La brecha digital de las personas mayores se ha hecho más que palpable en el abordaje de la pandemia, donde, una vez más, se han tomado medidas sin tener en cuenta las dificultades tecnológicas de una gran parte de la población que depende absolutamente de su entorno familiar.
María no es un caso aislado. También Pedro y Mónica, residentes en Alicante, se sienten marginados por sus escasas competencias digitales. La Comunidad Valenciana es una de las que ha impuesto el uso obligatorio del pasaporte covid para poder acceder al ocio y la hostelería. Pedro y Mónica, también mayores de 80, no saben cómo descargar la aplicación que les permite acceder al certificado de vacunación y tampoco comprenden muy bien el proceso a seguir. Deberán esperar que un familiar vaya a visitarles para que puedan descargar el documento en su móvil.
Alrededor de un 35% de los españoles no tiene habilidades informáticas. Son, sobre todo, los mayores de 70 años los que más dificultades encuentran para estas labores. Sin embargo, el abordaje de la pandemia, la comunicación de las pruebas diagnósticas, la descarga del certificado de vacunación e incluso la petición de citas previas en los ambulatorios requiere de competencias digitales.
Ahora mismo, en Madrid, si una persona mayor quiere acceder a una cita previa tiene dos opciones: pedirlo a través de la app móvil (medio más fácil y rápido) o llamar al teléfono del centro de Salud, que estos días está saturado por la avalancha de casos ómicron, por lo que tendrán que esperar horas hasta conseguirlo.
Un colectivo excluido
Desde la Fundación Edad y Vida llevan años trabajando para mejorar la calidad de vida de las personas mayores y pidiendo a las autoridades que tomen medidas para afrontar el reto demográfico de nuestro país. Su directora, María José Abraham, afirma que la brecha digital de los mayores de 70 es un hecho en España.
“Hay una serie de personas por encima de los 70 que tiene analfabetismo digital. Son personas que o bien no tienen móvil, o que tienen smartphone, pero no son hábiles digitalmente. Es lógico que las administraciones se comuniquen por medios informáticos, pero no pueden olvidarse de un 35% de la población que no tiene acceso a este tipo de herramientas”, asevera.
“Son actitudes edadistas que no tienen en cuenta esta brecha digital, lo que lleva a las personas mayores a terminar dependiendo de la voluntad de los que le atiendan. Conozco personas mayores que han ido al centro de salud y han imprimido el certificado de vacunación luego lo han llevado a una papelería y lo han plastificado para llevarlo como si fuera un carné. Hay que entender que son personas que no están acostumbrados a las aplicaciones informáticas y se sienten más cómodas funcionando así”.
Abraham cree que no es justo que la administración se olvide de casi la mitad de la población, y considera que el Estado debería habilitar vías para llegar a ella. “No queremos que sea una responsabilidad de los servicios médicos, que bastante trabajo tienen, pero no se está pensando en este colectivo, que tiene unas necesidades especiales. Un teléfono de atención para ellos y la creación de puntos de atención en ciudades importantes podría ser la solución y no involucraría mayor desgaste del personal médico”.
España es uno de los países con mayor tasa de penetración de smartphones, pero, como advierten desde la Fundación Edad y Vida, muchos no son utilizados. Hay estudios, incluso, que señalan que en los universitarios mayores no se corresponde la tasa de penetración de los teléfonos inteligentes con la tasa de uso. Se usan pero sin sacarles el máximo provecho.
Para Abraham, la solución de la brecha digital de las personas mayores en el abordaje de la pandemia tiene que pasar por los gestores: “Piensan en global y se olvidan de estas personas, están excluidas. En un momento de la pandemia se propuso contratar a tiktokers para concienciar a los jóvenes de la importancia de vacunarse. No estaría mal idear acciones específicas para este colectivo”.
La directora de la fundación explica que no es una inversión a largo plazo, ya que cuando la generación baby boomer sea mayor, la brecha digital desaparecerá. “La brecha digital es una enfermedad que se va a curar sola, pero hasta el momento no podemos olvidarnos de los que se quedan atrás”.