El escándalo de las tarjetas negras de Caja Madrid y la mala gestión de la primera fase de la crisis del ébola no permitía demasiadas alegrías. Pero el análisis del 'jamboree' de Podemos permitió unos minutos de distensión e incluso algunas chanzas.
Se viene encima un nuevo barómetro del CIS en el que la formación de Pablo Iglesias puede recibir un espaldarazo monumental, según algunos trascendidos no oficiales. Incluso puede superar al PSOE y confirmar el vuelco de la opinión pública hacia estos planteamientos heterodoxos, muy alejados del tradicional bipartidismo.
Pero la “autodomesticación de Podemos”, según palabras de uno de los dirigentes del PP, ha aliviado levemente el panorama. Pablo Iglesias moduló su discurso, tanto en el plano económico como en el organizativo. Un paso atrás en el asambleísmo, nada de banderas republicanas entre los simpatizantes y tan sólo media entrada en el coso de Vistalegre fue el resumen de uno de los reunidos en Génova a la hora de hacer balance del acto. "Parece que se han dado de bruces con la realidad y la política", explicaba esta fuente.
Un mensaje inédito y sorprendente
Y, sobre todo, se hacía particular hincapié en la invocación al centro efectuada por Iglesias, en una frase sumamente comentada, entre otras cosas porque resultaba inédita hasta la fecha. Dijo el líder de Podemos que tienen que aspirar a "ocupar la centralidad del tablero", un enunciado con reminiscencias arriolescas, el gurú de la Moncloa que en su momento etiquetó a Podemos como una pandilla de frikis.
En el comité de los populares se hicieron algunas bromas sobre el particular. "Vaya novedad, el partido de los modernos, los jóvenes y los antisistema, los contraculturales y los revolucionarios sacan ahora la bandera del centro. Rajoy ya hablaba de eso hace siete años", comentaban con sorna. En efecto, el actual presidente del Gobierno repetía en su primer año como líder de la oposición aquello de "hay que ir a la centralidad, hablar con todo el mundo y no quedarse situados en una esquina".
Iglesias, por el camino de Rajoy. Sabido es que en el centro está la solución. Cuatro millones de votos sin vitola política inclinan habitualmente las lecciones.