Podemos se traga el 'sapo' de la visita del Rey Juan Carlos a Sanxenxo para bajar el tono contra el PSOE. Los morados asumen que las relaciones del Gobierno con la Casa Real son cosa de Presidencia, pero no ocultan su rechazo al regreso del Emérito. Los morados, que reconocen abiertamente que no reciben información sobre los movimientos de Zarzuela, tildaron la regata en la que participará el ex jefe del Estado de "humillación" a las clases populares del país, en palabras del portavoz parlamentario Pablo Echenique, y volvieron a cargar contra la impunidad de la que cree que goza la institución.
Pero no pasará de ahí. Según ha sabido Vozpópuli de fuentes moradas, el partido no subirá los decibelios en un momento en el que a los dos socios del Gobierno les interesa mostrar unidad dentro del Ejecutivo. El lado socialista está cansado de los torpedos de Podemos contra la acción gubernamental. Y, por eso, los morados no pondrán el grito en el cielo por el regreso a España de Juan Carlos I avalado por Pedro Sánchez y Félix Bolaños (Presidencia). "Viene la cumbre de la OTAN y no podemos andar a la gresca constantemente", zanjan estas fuentes.
Podemos se limitó a recuperar su discurso abiertamente republicano. Por eso, Echenique subrayó el "problema estructural" que supone la monarquía en España. Pese a que para Podemos la actitud del Rey Emérito merece un reproche "social", el partido no contribuirá a boicotear la visita. Eso sí, Echenique dejó claro que no espera ningún tipo de explicaciones por parte de Juan Carlos I, ya que el regreso se centrará "en comer bien".
Los socialistas: "La monarquía garantiza una democracia plena"
El PSOE no tardó en responder a su socio en Moncloa. El portavoz parlamentario, Héctor Gómez, no ve "impedimento" para que Juan Carlos I visite Sanxenxo como tiene previsto hacer esta misma semana y mandó un recado a los morados: que el sistema vigente en España de monarquía parlamentaria "garantiza una democracia plena" en el país.
La comunión entre el PSOE y la Casa Real es total. Puesto que todas las causas relativas al Rey están archivadas, los socialistas reiteran que no tienen "nada que objetar" a su presencia en España. Es más, tienen "plena confianza" en los pasos que vaya dando Zarzuela en aras de la transparencia. En verdad, la beligerancia de los morados con la monarquía entronca en cierto modo con la que también tienen hacia la ministra de Defensa, Margarita Robles, según conceden varias fuentes moradas.
Y es que Podemos está obsesionado con los poderes del Estado que ven conectados con la ultraderecha. Para ellos, Robles y la monarquía son caras de una moneda. No por casualidad tildan a la ministra socialista como la "favorita de la derecha". Pero tras el lío de Pegasus, Podemos sabe que debe templar las cosas si quiere, precisamente, conseguir la cabeza de la titular de Defensa. El asedio al que la sometieron está encaminado a desgastarla hasta el punto de hacer su presencia en Moncloa un problema del que Sánchez deba deshacerse.
Calma, que Robles caerá tras las andaluzas
Por eso, tanto Podemos como los aliados independentistas de la coalición no terminan de olvidarse de la ministra socialista. Los morados son conscientes de que el presidente necesita a los secesionistas para seguir en Moncloa. No le ven dispuesto a permitir la caída del Gobierno. Y ese es el mensaje que Podemos está trasladando a los aliados secesionistas: "Calma, que Robles caerá tras las andaluzas".
Y es que la posición de Podemos en un Gobierno sin el apoyo parlamentario de la izquierda independentista quedaría muy comprometida. Los morados, que llevan toda la legislatura amarrando al PSOE a un bloque de dirección de Estado con ERC y Bildu entre otras fuerzas nacionalistas e independentistas de izquierda, no se pueden permitir permanecer en un Ejecutivo escorado hacia el PP; la gran alternativa a la coalición junto con Vox.
Pero, a la vez, tampoco pueden perder el altavoz que suponen los cinco asientos en el Consejo de Ministros. Además, su líder en el Ejecutivo, Yolanda Díaz, a punto de empezar un "proceso de escucha" para armar una plataforma electoral, vería aniquilada su influencia. Ese es el gran dilema
