El ministro de Consumo, Alberto Garzón (Unidas Podemos) protagoniza una nueva polémica. El dirigente de Izquierda Unida ha desairado a la industria cárnica por decir en una entrevista en The Guardian que España exporta de carne de poca calidad, en concreto la que se genera en macrogranjas propiedad de grandes multinacionales. Para Garzón estas instalaciones también contaminan los suelos y el agua.
El lío que se ha montado ha sido tal que los empresarios del sector ya estudian acciones legales. Y el líder del PP, Pablo Casado, no ha dejado pasar la oportunidad de apretar las tuercas al ministro de Consumo y le ha exigido "una rectificación inmediata" por lo que considera "otro ataque a ganaderos y agricultores".
Lo cierto es que Garzón se ha erigido en uno de los ministros que más charcos ha pisado. Y eso que no hay ningún ministerio en el Gobierno de Pedro Sánchez con menos atribuciones que el suyo. Una de las primeras polémicas llegó con el agravio al sector del aceite y el cerdo, cuando presentó el sistema de colores de Nutriscore que cataloga los efectos para la salud de los alimentos en las etiquetas.
El debate entonces giró en torno a los criterios para determinar la salubridad de los alimentos. Y claro, en la idea inicial, el aceite de oliva, el jamón ibérico y el queso fueron unos apestados por sus elevados niveles de azúcar o de grasa. Todo un ataque a los productos básicos de la dieta mediterránea que llevó a Garzón a recular.
Chuletón sí, chuletón no
Poco después, Garzón volvió a entrar en la industria cárnica como elefante en cacharrería. El titular de Consumo sentenció a la carne roja. Garzón animó a los españoles a comer menos carne, no solo por motivos de salud, sino por motivos medioambientales. Es la misma idea que que repite en la entrevista en The Guardian en la que critica la carne que exporta España procedente de macrogranjas.
"Nunca hemos dicho que no hay comer carne, sino que hay que reducir el consumo de carne", zanjó ante el periodista del medio británico, según se lee en la transcripción que el propio Garzón publicó este martes en Twitter para intentar frenar la avalancha de críticas.
Y todo porque, según defendió, la producción en masa de carne y son consumo contribuye de manera decisiva al calentamiento global. Esas palabras volvieron a provocar una amplia polémica que terminó zanjando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con un “a mí, donde me pongan un chuletón al punto... eso es imbatible”.
El penúltimo lío lo organizó con una campaña de 'huelga de juguetes'. Garzón gastó 80.000 euros para para sensibilizar a toda la población y, en especial, a las familias sobre la importancia del juego en el desarrollo de la infancia y sobre el impacto negativo de la publicidad sexista. El vídeo, que se lanzó a las redes sociales generó airadas críticas.
En él, distintos personajes de ficción llaman a las familias a unirse a su reivindicación para sensibilizar sobre el problema que supone que solo les dejen jugar con la mitad de la población infantil y concienciar de que "jugar no tiene género". "Nosotros, aunque seamos de plástico o de peluche, también tenemos nuestro corazoncito. Ha llegado el momento de decir basta, de reivindicar nuestro derecho a jugar con el 100 % de los niños".