Sea porque figura en el círculo de máxima confianza de Pedro Sánchez o, simple y llanamente, porque en las quinielas que hacemos los periodistas siempre reservamos los ministerios sociales a las mujeres, en las tres semanas que han transcurrido desde las elecciones generales del 28 de abril Adriana Lastra había vuelto a aparecer como titular de una cartera "social", el 'santo y seña' del PSOE. Y ese algo, en el imaginario periodístico es lo que en su día llevaron hoy veteranas socialistas como Matilde Fernández, Leire Pajín o Bibiana Aído: Asuntos Sociales o Igualdad.
Ya en junio del año pasado Lastra se quedó sin llevar un Ministerio de Igualdad, como el de Aído (2008-2010) en el segundo Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, porque Carmen Calvo convenció a Sánchez de la necesidad de acaparar para su vicepresidencia esa competencia con el argumento de la necesidad de "visibilizar" el cambio de preocupaciones respecto a los gobiernos del PP.
En esta ocasión el problema ha sido otro: la legislatura que ahora comienza va a ser todo menos fácil para la negociación parlamentaria día a día, y el presidente del Gobierno, señalan fuentes socialistas, "ha pensado lo que el resto: que en el Congreso se necesita experiencia". Por eso la va a dejar como portavoz del Grupo Socialista, por lo menos en este arranque, para que el carácter 'guerrillero' de la también vicesecretaria general le blinde en las interminables horas de transacción y pacto que se avecinan.
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Y es que el episodio del veto a Miquel Iceta por parte de ERC y el PDeCAT ha dejado mucha huella tanto en Sánchez como en el resto de la cúpula socialista, sostienen las fuentes consultadas. Con el argumento de que no hay una mayoría alternativa de PP, Ciudadanos y Vox (147 diputados en total), el PSOE ha venido "fantaseando" durante tres semanas con la idea de que la investidura "está hecha", en palabras de una exdiputada; "y la investidura puede que sí, pero la estabilidad de la legislatura no".
Rostros de preocupación
En La Moncloa y en la sede de Ferraz empiezan a verse rostros de preocupación que explican, en parte, las palabras del secretario de Organización, José Luis Ábalos, pidiendo a Ciudadanos que se abstengan sus 57 diputados "por el bien de España", para que Sánchez no dependa de los independentistas y la legislatura eche a andar.
Lastra tiene trabajo solo con la recomposición de las deterioradas relaciones entre el PSOE y ERC tras el episodio del veto a Miquel Iceta
El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, dejó claro este jueves que lo ocurrido esta semana no debe tener repercusiones en la relación entre ambos partidos -y Ábalos vino a ratificarlo, dejó claro que no habrá "revancha" en la persona del candidato de ERC a la Alcaldía de Barcelona, Ernest Maragall, si es el más votado el 26M- pero da la sensación de que en la sede socialista han aprendido la lección. Por delante tienen cuatro años que no van a ser fáciles.
Y la ratificación de Lastra como portavoz del Grupo Socialista tiene así sentido, en la medida en que ya tiene cogida la medida a quien va a ser su interlocutora habitual en esta legislatura, la portavoz de Unidas-Podemos, Irene Montero, con quien ya ha logrado su primer pacto de legislatura: la composición de las mesas de Congreso y Senado.
Lo mismo puede decirse, aunque en menor medida, con la decisión de dejar a Ander Gil al frente de la portavocía del Grupo Socialista en el Senado. Ahí Sánchez no va a tener problemas porque dispone de una mayoría 'absolutísima' de 139 escaños, pero el presidente del Gobierno no quiere sustos en la Cámara que, llegado el caso, tiene que aprobar otra intervención en Cataluña vía artículo 155 de la Constitución.