Carles Puigdemont no quiere ser presidente ‘florero’. Se lo ha dejado bien claro a los diputados de ERC y a su propio grupo en la serie de charlas de estos días en Bruselas. Pretende dirigir la Generalitat al frente de un "Consejo de la República" que llevaría el timón político de Cataluña desde Bruselas. Es decir, la comunidad pasaría a estar regida por control remoto a 1.300 kilómetros de distancia. Habrá en Cataluña un presidente ‘ejecutivo’, una especie de gestor del día a día, que, según los planes del líder de JxCat, tan sólo acataría las órdenes emanadas desde esa nueva instancia aún por perfilar. La propuesta no ha caído bien ente las filas sel independentismo.
“Ejecutivo”, “operativo” o meramente “correveidile”, el futuro presidente que habrá de ser investido por el Parlament es, de momento, alguien por definir. Puigdemont no da un paso al costado. Pretende seguir marcando el camino. No renuncia a nada. Ni siquiera a señalar con el ‘dedo’ a la persona que oficiará de brazo ejecutor de sus órdenes en el Palacio de la Plaza de San Jaime.
No existe un 'retrato robor' sobre quién asumirá este encargo. Circulan ya varios nombres para el puesto, que emanan desde las diferentes familias del secesionismo. El más mentado es Jordi Sánchez, el antiguo líder de ANC, que concita unanimidades aparentes en este sector. Se presentó como número dos de la ‘lista del president’ y está ahora en la cárcel. Un severo hándicap para sus posibilidades. El juez Llarena le ha denegado la libertad condicional. No se puede presidir un Gobierno desde prisión.
Un funcionario de tono gris
Crece en las cábalas Jordi Turull, número cuatro en la misma lista electoral, salió a la calle por decisión del magistrado del Supremo, aunque sigue imputado por los delitos de rebelión, sedición y prevaricación. Era hombre de confianza de Artur Mas y ahora lo es de Puigdemont. “Un bien mandando”, sin demasiadas aspiraciones, que ejecutaría a la perfección en papel de ‘presidente de guardarropía’, mero figurante en el nuevo esquema de poder que se sugiere desde Bruselas.
También sube en las posibilidades Eduard Pujol, responsable de comunicación del equipo del expresidente, antiguo director de Rac 1, la emisora del Gupo Godó, y que se ha convertido en el portavoz oficial de JxCat así como en adjunto a la portavocía del grupo parlamentario. Es ahora uno de los puntales del núcleo duro de Puigdemont, y uno de los más firmes defensores de mantener su candidatura a la Presidencia. Vehemente, coriáceo, beligerante y muy sectario, Pujol cobra cuerpo entre el 'nuevo secesionismo'.
Elsa Artadi tenía todas las papeletas para actuar de heredera del expresident. Es su mano derecha, dirigió su campaña electoral, ha ejercido de responsable de estrategia, de puente entre Bruselas y Barceloa y conoce a la perfección el funcionamiento de la administración catalana. Tiene muchos enemigos, en especial en ERC y en la CUP, que ya han puesto reparos a su promoción. Se habla de ella como futura responsable de la Conselleria de Economía.
Andreu Mas-Colell cierra la inopinada lista de candidatos, a la que se podrán ir añadiendo cuantos nombres se imaginen. Fue consejero de Economía durante 6 años, y hasta se le promovió como posible premio Nobel, con escaso éxito de momento. Es hombre ponderado, aunque se le atribuye la creación de la trampa dialéctica de las ‘balanzas fiscales’, teoría destrozada por Josep Borrell en “Las cuentas y los cuentos”, obra definitiva sobre las mentiras del ‘procés’.
No figuran nombres de ERC. Oriol Junqueras no ha dejado sucesor. Tan sólo designó a Marta Rovira, en su momento, pero la realidad ha tumbado esta opción. No daba la talla. Y no hay mucho más entre el republicanismo. Además, ERC ya tiene la presidencia del Parlament. Resultaría extraño que también se hiciera con la Generalitat.