Pablo Casado está centrado en la negociación de los pactos. En contra del estilo de la casa, evita los medios y no hace declaraciones. No quiere conflictos y rehúye las polémicas. Ahora la discreción es la norma. Ni caso a lo que hagan Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Alonso, los dos barones más significados en el sector crítico. Estas cuestiones se abordarán una vez amarrados los gobiernos que hay en juego, como los dos de Madrid (Ayuntamiento y Comunidad) o los de Murcia y Castilla y León. Primero, solventar los pactos, luego, afrontar la reconstrucción del partido, dicen en Génova.
En Génova ya apenas se inmutan ente estas salidas de guión por parte de ciertos barones regionales. Tras el intento de 'sublevación' vivido tras el desastre de las generales, Casado ha decidido poner sofrosina en el conflicto, tomarse su tiempo y practicar el 'marianismo'. Hacer como quien oye llover. Mientras los díscolos no incurran en herejía superlativa, ni 'mú'. Todo se andará. Ahora lo que toca es amarrar el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. Y, si se puede, rebañar alguna otra instancia de poder.
En la cofradía de los críticos, Alonso se ha mostrado algo más beligerante. Ha anunciado una convención en septiembre para imprimirle al PP vasco 'una personalidad propia'. No ha entrado en detalles sobre cómo se concretará esta iniciativa, que ha envuelto en expresiones como 'sentimiento de nuestra foralidad en cada uno de los territorios históricos'. Distanciarse de Madrid, es el propósito, al objeto de frenar el desplome en su región, donde el PP ha dejado prácticamente de existir, salvo la proeza de Borja Sémper, que conservó los tres concejales en San Sebastián.
La derrota de las diputaciones
Feijóo mantiene su política de gota malaya, cada día un pellizco a Génova. Este martes tocó una indirecta de muy sencilla lectura. "Hay que reformar la ley electoral para que gobierne el partido más votado", señaló. Una teoría que predicaba tiempo atrás el propio Casado pero que ahora resulta algo inconveniente. Entre otras cosas, porque el PP pretende gobernar en Madrid y en otras plazas sin haber sido la fuerza más votada.
El líder gallego respira por la herida ya que logró vencer en tres diputaciones pero posiblemente tan sólo conseguirá gobernar en una. Las diputaciones en Galicia, al igual que en otras comunidades, son una herramienta clave para distribuir fondos y ayudas de todo tipo. Son la "repartidora", como se las conoce popularmente. De ahí que Ciudadanos haya propuesto con insistencia la necesidad de echarles el cierre.
El nuevo escenario que surgirá de los pactos será determinante para la conformación de la nueva estructura del PP. Casado, si logra sus objetivos en Madrid y en alguna otra región, saldrá reforzado. No admitirá ya pulsos ni bromas. Y emprenderá la reconstrucción del nuevo PP. "La era Casado", le dice García Egea.