La llegada de Pablo Casado a la presidencia del PP es una sacudida en el equilibrio del centro derecha español. El espacio está ahora mismo fracturado. Las encuestas dicen que Ciudadanos amenaza la hegemonía de los populares. Pero el partido de Albert Rivera se enfrenta por primera vez desde su expansión nacional a un PP sin Mariano Rajoy y con un líder joven, decidido a renovar las estructuras del marianismo, sin vinculación alguna con viejos casos de corrupción y que además tiene la voluntad de reunificar el centro derecha en torno a la siglas del PP.
Ciudadanos ha saludado la elección de Casado sin demasiado entusiasmo. El secretario general del partido naranja, José Manuel Villegas, ha dicho que Casado es "la persona que defendió públicamente a los corruptos del PP, que defendió la política del PP de no afrontar esa corrupción y no hacer limpieza". "En el PP tenían que elegir entre el portavoz de la ejecutiva de Rajoy y la vicepresidenta del gobierno de Rajoy, es decir, tenían que elegir entre continuismo o continuismo, entre pasado o pasado, y han elegido pasado lógicamente", ha añadido.
Rivera ha trasladado a su entorno que la elección de Casado beneficia a Ciudadanos. El líder naranja interpreta que el nuevo presidente del PP entrega a Ciudadanos una centralidad que, en su opinión, Soraya Sáenz de Santamaría le discutía. Las encuestas que maneja la formación dicen que la ex vicepresidenta tiene mejor imagen entre los votantes naranjas que Casado. Por eso, Rivera considera que Casado no les resta. Santamaría, dice, lo hacía.
Inexperiencia de Casado
Otra lectura que hace el entorno más próximo a Rivera es que la inexperiencia política de Casado puede pasarle factura entre los jubilados y el electorado más mayor. También cree que ese factor puede ayudar a Ciudadanos en provincias, donde suele sufrir más ante el empuje de un partido más consolidado territorialmente como el PP. "Es un espacio que le va a costar a Casado, que no tiene experiencia", dicen desde el partido naranja. "El voto de la gente mayor busca más seguridad. Soraya ofrecía más ese perfil", añaden.
No todo el mundo en Ciudadanos comparte los análisis tan optimistas e incluso eufóricos que Rivera está trasladando. La llegada de Casado es una verdadera revolución para el PP, que ha elegido al único de los candidatos que representa la ruptura con 14 años de marianismo.
El líder del PP es un cambio en la forma y en el fondo. En la forma, porque es un líder más joven que Rivera -37 años por los 39 que va a cumplir el presidente de Cs-, domina perfectamente los nuevos lenguajes de la comunicación y tiene un excelente trato con los medios, a diferencia por ejemplo de Rajoy. Si al ex presidente le costaba salir a dar la cara y en general aborrecía el contacto con los periodistas, Casado es todo lo contrario y suele ocupar espacios mediáticos todo el tiempo que sea posible. Este factor cambia las reglas del juego, tal y como lo conocíamos desde 2015
Rajoy nunca supo cómo tratar con Rivera. La realidad es que no se soportaban. Era un cuestión generacional, desde luego, pero también de formas diferentes de entender la política. Por supuesto, Rivera lanzó una opa al espacio electoral del PP, que resultó especialmente efectiva durante el desafío separatista en Cataluña. Ciudadanos ha explotado al máximo ese filón con iniciativas como la plataforma España Ciudadana.
Todo el espacio a la derecha del PSOE
Casado no parece que vaya a flaquear por ahí. Hay también un cambio en el fondo, porque su voluntad es aglutinar "todo el espacio a la derecha del PSOE", desde Vox hasta Ciudadanos. Uno de sus reclamos ha sido precisamente la intransigencia con el separatismo. El nuevo presidente del PP tiene a su favor que el partido está liberado de la tarea de Gobierno y se puede permitir una oposición desinhibida en un momento en el que precisamente Pedro Sánchez depende de los nacionalistas y Podemos.
La bandera y la España de los balcones. Son dos de ideas que Casado ha repetido machaconamente. No es el único pulso que va a echar a Ciudadanos. El contrato con España del que ha hablado en su primer discurso como vencedor del congreso también incluye bajadas significativas de impuestos o medidas de endurecimiento del Código Penal. Casado ha lanzado mensajes a favor de la libertad en Venezuela o Nicaragua que hacía mucho tiempo que no se escuchaban en el PP.
Rivera ha aprovechado los huecos económicos y políticos que ha ido dejando Rajoy en estos dos años para impulsar las opciones de Ciudadanos, que antes de la moción de censura llamaba con fuerza a las puertas de la Moncloa. Casado quiere ahora tapar esas fugas, que el 26-J superaron los 3 millones de votos. Por supuesto hay diferencias entre los dos partidos. Ciudadanos es una formación liberal, que defiende medidas de corte progresista en ámbitos de la familia y la libertad individual, en los que el PP se ha mostrado de momento más conservador.
Casado prometió durante la campaña que convocaría una convención urgente para actualizar y revisar el ideario del PP. La última vez que los dos partidos se vieron las caras en las urnas, Ciudadanos arrasó al PP en Cataluña. La siguiente cita es en Andalucía, probablemente en otoño si la presidenta de la Junta, Susana Díaz, adelanta las elecciones. Rivera quiere ganarle al PP en Andalucía como preludio de las municipales, autonómicas y europeas de mayo del 2019. Casado quiere iniciar la remontada lo antes posible. La batalla está servida.