Si el malogrado pacto entre PSOE y Ciudadanos se llamó el de El Abrazo (como el cuadro de Juan Genovés), con un Albert Rivera dispuesto a compartir gobierno con Pedro Sánchez (se dice que tenía apalabrada la vicepresidencia), el acuerdo de investidura que luego sellaron los naranjas con el Partido Popular escondía otro abrazo, el del oso Rajoy. Sin embargo, el partido centrista, que descartó de antemano entrar en el Ejecutivo, ha tratado de evitar ese abrazo desde el primer momento. Ahora, con el pacto en buena marcha (sobresalen la ley de autónomos y el complemento salarial para jóvenes), C's no sólo intentará zafarse del úrsido popular, sino que hará todo lo posible por tumbarlo en la próxima cita con las urnas. Aquí radica la principal tensión entre el Ejecutivo y Ciudadanos, un tira y afloja que hace inevitable la siguiente pregunta: "¿Es realmente C's un socio fiable para los intereses del Gobierno?
Después de lo visto en estos ocho meses desde la investidura de Rajoy, la respuesta es un 'Sí'. Y hay hechos objetivos que lo demuestran. Sin embargo, no existe duda alguna, también por lo constatado desde el pasado octubre, de que Ciudadanos no es nada fiable para los intereses del PP, del partido con el que rivaliza en el espacio de centro-derecha. El reto de C's pasa por revolcar al plantígrado azul en las siguientes generales. De esta manera, en busca de tal propósito, no dudará en hacer piña con las demás fuerzas de la oposición para sacudir y desgastar al PP con los casos de corrupción que le rodean. En Moncloa y en Génova esto lo saben y vaticinan, según las fuentes populares consultadas, que la presión de Ciudadanos alcanzará niveles muy desagradables a medida que la legislatura vaya atardeciendo. El pasado jueves, ya se vio a Ciudadanos fotografiarse en el Senado junto a PSOE, Podemos y ERC en el plantón a los populares por la Comisión de investigación sobre la financiación de los partidos políticos. El PNV se abstuvo.
Tanto en cercar al PP aireando la corrupción como en reclamar políticas de regeneración democrática, entre ellas la supresión de aforamientos, la limitación de mandatos o la reforma electoral, C's hará frente con PSOE y Podemos. En ello le van los votos. Y también en toda cuestión delicada que no esté recogida en su pacto con los populares, como se vio con su inesperada abstención en el decreto de la estiba. Un bandazo que hizo saltar alguna alarma sobre la estabilidad de dicho acuerdo.
C's no dudará en hacer piña con las demás fuerzas de la oposición para sacudir y desgastar al PP con los casos de corrupción que le rodean
Al margen de todo ello, la legislatura avanza y Ciudadanos lo saluda. Lo ha dicho el propio Rivera, "nosotros queremos agotar la legislatura salvo que el presidente sea imputado o concurran circunstancias extraordinarias", y le ha agradecido el gesto el coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maillo: "Existen conflictos y divergencias con Ciudadanos, pero en temas más partidistas, no así en los temas de Estado", señaló hace unos días en Espejo Público. En lo importante, en lo mollar, en las cuestiones económicas, PP y Ciudadanos están llamados a encontrarse por el pacto de investidura que firmaron el pasado agosto.
Mientras los populares necesiten a los naranjas para ir cruzando puentes hasta 2020, habrá entendimiento sobre las finanzas del país, por mucho que ambas parten escenifiquen eventuales desencuentros por aquello de hacerse notar y lucir siglas. Así ha ocurrido, por ejemplo, en la negociación del techo de gasto para 2018 en los últimos días. Ciudadanos salió de su primera reunión formal con Montoro diciendo que el ministro de Hacienda se había negado a aceptar una bajada del IRPF (de alrededor de 2.000 millones) para el año próximo. Al día siguiente, Montoro avanzó que el Gobierno trabaja en una propuesta al respecto y aseguró que él no dio un "no rotundo" a los economistas de C's.
Dos pruebas más
Por su parte, Ciudadanos es consciente también de que su resultado en la próxima convocatoria electoral dependerá en gran medida del nivel de cumplimiento de este pacto, es decir, de poder vender a los españoles el mayor número de reformas arañadas al PP. Sin embargo, esta colaboración empezará a enturbiarse y dejará el acuerdo en papel mojado, en cuanto se aprueben los últimos Presupuestos Generales del Estado de la legislatura.
Las fuentes del PP consultadas por Vozpópuli afirman que el Gobierno se esforzará en sacar adelante incluso los PGE de 2020, pero creen que los de 2019 -que se debatirían a finales de 2018- serán los últimos de este mandato, siendo luego prorrogados hasta las elecciones generales. De este modo, al Gobierno, tras salvar los PGE de 2017 hace algunas semanas, sólo le quedarían dos pruebas de alto riesgo: los Presupuestos de 2018, que se abordarán a la vuelta del verano, y los de 2019. Para superarlas, deberá atender más reformas de las incluidas en el pacto con Ciudadanos y aplicar las políticas pactadas con PNV y los nacionalistas canarios el pasado mayo. En los acuerdos con todas estas formaciones hay comprometidas partidas hasta el año 2019. Y esto es clave.