El concejal en el Ayuntamiento de Toledo, Luis Miguel Núñez, ha justificado este martes su abandono del Grupo Municipal de Vox y su baja como afiliado del partido en la "continuidad de imposiciones" por parte de una formación donde "la libertad de expresión no existe".
En una rueda de prensa para explicar su decisión, Núñez --que continuará como concejal no adscrito en el Consistorio cuando se oficialice su baja-- ha incidido en que el proyecto de Vox "no es un mal proyecto" y en que "gran parte" del mismo "sigue siendo útil" pero "queda desvirtuado y anulado en el momento en que pasa de ser un partido político a una seudosecta".
Así, ha criticado que el 23 de febrero de este año se decidiera prescindir del proceso de primarias para la elección de candidatos, a lo que ha sumado otros hechos que han supuesto que "democráticamente" haya habido "una merma importante".
Al respecto, ha reseñado la existencia de "diferencias irreconciliables" con la dirección provincial y determinados miembros de la dirección nacional y, a preguntas de los medios, ha admitido que el que "mueve los hilos totalmente, ha estado urdiendo una estrategia bajo cuerda y ha enfrentado a pueblos, coordinadores y afiliados, a los que ha insultado", es el actual vicepresidente de la gestora provincial, Gerardo Ortega.
El edil, que hace una semana solicitó su salida del Grupo Municipal --recibiendo "inmediatamente" su baja como afiliado-- ha querido dejar claro que su decisión "no tiene nada que ver" con la que ha tomado Alberto Romero, que dejó de ser concejal de Vox el jueves pasado, con quien "no hubo relación, ni buena ni mala" al principio pero con el que ha terminado teniendo una relación "excelente". "Nos ha faltado tiempo y han sobrado rumores y comentarios malintencionados que han tratado de dividir al Grupo Municipal de Vox".
En cualquier partido al uso "cualquier persona que piense de manera distinta no se le juzga o se le condena por ello, en Vox no ha habido esa opción, la realidad es que es un partido donde la libertad de expresión no existe, cualquier persona que varíe su discurso un mínimo de la línea oficial está automáticamente fuera del proyecto", ha subrayado, seguro de que "hay quien por bailarle el agua a determinadas personas" hoy ocupa puestos relevantes a todos los niveles.
Ha incidido en que su decisión no se debe a un capricho sino a "una mala gestión política tanto por parte de Madrid como de la dirección provincial", y todo comenzó cuando el proyecto se desvirtuó al acercarse los procesos electorales y tener que conformar candidaturas, lo que motivó que "al calor de las listas" hubo una avalancha de gente --a los que él mismo llegó a calificar como "ratas"-, que sin ideas, ideología y escrúpulos buscaban "un sitio donde acomodarse".
Tras las elecciones generales, y pese a los buenos resultados logrados, se adoptó la decisión "errónea" de "colocar" de cabezas de lista para las municipales y regionales a gente que no había tenido vinculación con el partido y ahí "fue la primera vez que sacamos los pies del tiesto", y por parte de la Vicesecretaría de Organización comenzó a montarse a su alrededor "un cordón sanitario".
"El primer paso que dieron fue quitar toda la gente de mi confianza del partido", y aunque ha admitido que siempre ha querido "mantener la disciplina de partido y jamás" cuestionó una orden, ha reconocido que eso provocó que haya "dejado en el camino a mucha gente y amigos que habían trabajado mucho y bien".
A mediados del mes de marzo, ha proseguido, la dirección de Vox le convocó a una reunión en Madrid para "imponerle" a Daniel Arias como cabeza de lista a la Junta --de él ha dicho que es "una excelente persona" que "se ha rodeado de gente que le ha hecho mucho daño"-- y a Gerardo Ortega como vicepresidente provincial en contra de su decisión.
CAMINO DE SILENCIO
A partir de ahí, ha relatado, comenzó un "camino de trabas, pegas y dificultades" y un "durísimo camino de silencio", lo que motivó que presentase su dimisión como coordinador provincial antes de las elecciones de mayo, en las que la formación perdió el 50 por ciento de apoyo que había obtenido en las generales y cosechó unos resultados autonómicos "malos", y ha terminado motivando su solicitud de baja del Grupo Municipal.
Respecto al expediente de expulsión que la dirección nacional ha anunciado que le va a abrir, Luis Miguel Núñez ha comentado que "están en su derecho" aunque "expulsar a alguien que ya se ha marchado resultado un poquito complicado". También ha respondido que es "absolutamente falso" que se haya postulado a ser portavoz, y ha admitido que, tal y como le acusa Vox, ha tenido relaciones con miembros del PP, pero también con los de Ciudadanos, el PSOE y, en menor medida con Izquierda Unida-Podemos, pues "no solo es lógico sino recomendable hablar con todas las fuerzas políticas".
Luis Miguel Núñez ha señalado que su decisión de seguir en el Ayuntamiento ha estado meditada y parte de su intención de hacer política "desde la más absoluta libertad" teniendo a Toledo como premisa, asegurando que en el Consistorio toledano hay un ambiente y una unidad que "facilita llegar a grandes acuerdos y consensos en beneficios de la ciudad", por lo que todo aquello que pueda aportar como edil no adscrito, si es beneficioso para la capital, tendrá su apoyo.
Por último, ha declarado que aunque en su momento pensó dejar el acta de concejal, el hecho de haber pasado "ese calvario" le motivó a no hacerlo. "Si entrego el acta les estoy dando lo que quieren, no quieren una opinión distinta al dogma de fe que están imponiendo". Tampoco ha pensado irse a otros grupos y aunque ha defendido como un "gran político" al líder de su ya expartido a nivel nacional, Santiago Abascal, ha confesado que ahora mismo no votaría a Vox.