Días frenéticos se han vivido en Moncloa este largo puente de mayo. Era preciso cerrar el acuerdo con el PNV para arrancar con tranquilidad el debate sobre los presupuestos en el Congreso. El equipo comandado por Soraya Sáenz de Santamaría tenía claras las instrucciones del presidente: conseguir alcanzar un acuerdo "cueste lo que cueste". Y se logró. El coste para las arcas del Estado supone unos 500 millones al año. "Una paz fiscal de quince años", apuntó el lehendakari Urkullu, interlocutor 'fiable' del Gobierno central.
Mariano Rajoy siguió el minuto a minuto de las negociaciones desde Doñana, donde pasó el puente del día del Trabajo junto a su familia. El presidente se ha implicado a fondo y en persona en conseguir este pacto. El pasado jueves, a su regreso de la gira iberoamericana, telefoneó a Andoni Ortúzar, líder del PNV, para tranquilizarse sobre el principal escollo del acuerdo. El tira y afloja en torno al Cupo, esa cantidad que el Ejecutivo vasco ha de entregar anualmente al Estado por las competencias no transferidas, centró el eje de las conversaciones.
Desde hace diez años, las deudas del gobierno vasco con el Estado estaban sin cuadrar. Se iba prorrogando la deuda y aumentaba la bola de nieve de las reclamaciones. Al PNV la jugada le ha salido perfecta. Atado de pies y manos por su exigua mayoría parlamentaria, Moncloa ha tenido que ceder a casi todas las reclamaciones de su interlocutor. Hacienda compensará con 1.400 millones en concepto de atrasos por esta década, en tanto que la cantidad que deberá entregar el Gobierno vasco durante los próximos cinco años será de 956 millones, unos quinientos menos al año de lo que tenía previsto el Ejecutivo central. Un negocio redondo para el PNV y una cesión generosa por parte de las arcas públicas.
Sáenz de Santamaría mantiene desde hace años unas relaciones excelentes con los nacionalistas vascos. Colocó allí de jefe del PP a su fiel Alfonso Alonso, y apartó al delegado del Gobierno en Vitoria, Carlos Urquijo, muy incómodo para el PNV. La vicepresidenta coordinaba dos frentes. El parlamentario, encarnado en su fiel José Luis Ayllón, el coordinador con las Cortes, quien hablaba con Aitor Esteban, jefe de la bancada vasca y con el diputado Mikel Legarda, un jurista experto en el Estatuto y sus circunstancias. En el económico, Cristóbal Montoro, titular de Hacienda, redondeaba los 'detalles técnicos' con Pedro Azpiazu, el hombre de Economía en el Gabinete de Urkullu.
Las dudas de Montoro
En la noche del martes, vísperas de que se levantara en el Congreso el telón del debate presupuestos, el acuerdo estaba ultimado. Rajoy conversó con Ortúzar, según fuentes nacionalistas, y se felicitaron mutuamente por el entendimiento. El presidente del Gobierno respiraba aliviado. Necesitaba asegurarse los presupuestos de 2017 para transmitir una idea de estabilidad, tanto en el terreno interno como en el panorama internacional. Montoro no lo tenía tan claro. Su opción era prorrogarlos, ya que se ahorraría casi 8.000 millones de euros al congelarse el gasto de las autonomías. En junio abriría las negociaciones para los de 2018, ya con un PSOE renovado y menor disposición.
Rajoy necesitaba asegurarse los presupuestos de 2017 para transmitir una idea de estabilidad, tanto en el terreno interno como en el panorama internacional. Montoro no lo tenía tan claro
"Cueste lo que cueste", eran las instrucciones. Además del Cupo, los nacionalistas logran acuerdos firmes sobre el calendario de la llegada del AVE a la región, inversiones diversas en infraestructuras, rebaja en el coste de la tarifa de grandes empresas y hasta financiación para vehículos eléctricos.
En el terreno político, el Gobierno se compromete a retirar determinados recursos presentados en el Constitucional contra leyes aprobadas por el Gobierno vasco. Ni la corrupción que altera estas semanas la normalidad en el PP ni los presos etarras han estado sobre la mesa de la negociación. "Este acuerdo va mucho más allá de estos presupuestos, es un entendimiento de largo alcance", mencionaba este miércoles un diputado del PP, conocedor de los entresijos del diálogo. A expensas de lo que ocurra en el PSOE del futuro, tras las primarias del día 21, el PP cuenta con Ciudadanos como 'socio preferente' y, desde ahora, quizás con el PNV como apoyo circunstancias. "Un apoyo caro, pero imprescindible", señala esta fuente.