Política

Rivera gana el primer asalto

No sabemos quién gobernará España después del 28 de abril, pero el primer debate televisivo de esta campaña electoral ha tenido un claro ganador: Albert Rivera. Se podrá estar a

No sabemos quién gobernará España después del 28 de abril, pero el primer debate televisivo de esta campaña electoral ha tenido un claro ganador: Albert Rivera. Se podrá estar a favor o en contra de sus propuestas, pero lo cierto es que en Televisión Española ha sido el más hábil, soltando mandobles a derecha y a izquierda y utilizando todas las armas disponibles para sorprender a sus adversarios.

Rivera, que llegaba al debate en un mal momento por el papel secundario que le dan las encuestas previas, ha conseguido hacerse un hueco entre los teóricos dos aspirantes con más posibilidades de ganar las elecciones, Pedro Sánchez y Pablo Casado.

El candidato de Ciudadanos empezó fuerte: asestó una crítica sin piedad a la presidenta de Radio Televisión Española, Rosa María Mateo, por haberse puesto al servicio de Sánchez en plena Semana Santa para boicotear la celebración de un debate en Atresmedia. Y luego siguió con varios golpes de efecto: tuvo encima del atril una foto de Sánchez con Torra durante todo el debate territorial, sacó una tarjeta sanitaria con la bandera de España para prometer que si gana las elecciones la pondrá en marcha y, lo que fue más sorprendente, lanzó duros ataques a Casado marcando distancias con el Partido Popular.

Casado, por el contrario, no encontró el tono en todo el debate. Estuvo falto de reflejos y se quedó completamente descolocado cuando Rivera le reprochó las subidas de impuestos de Cristóbal Montoro, el ingreso en prisión de Rodrigo Rato o sus pactos con los nacionalistas vascos.

Sánchez, de menos a más

El presidente Sánchez comenzó flojo, ausente de las conversaciones que estaban teniendo sus contrincantes e incluso llegó a hablar del "día mundial de la tierra" de forma completamente extemporánea. Con el paso de los minutos fue cogiendo el tono y tuvo momentos de cierta lucidez cuando recriminó a Casado sus votaciones junto a Bildu en el País Vasco o su posición sobre el feminismo.

Iglesias estuvo en su línea. Habló a todos por encima del hombro, quiso quedar como el único moderado y esgrimió continuamente la Constitución que tantas veces despreció en otras épocas. No dudó en atizar a Sánchez cuando habló de Televisión Española o de las "cloacas del Estado", y se podría decir que salió vivo del debate porque ninguno de los otros tres candidatos le hicieron mucho caso: ninguno le echó en cara nada, ni siquiera salió citado su famoso chalé de Galapagar.

Así las cosas, el primer asalto ya tiene dueño. Mañana, segundo asalto.

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