No todo van a ser los debates. Pablo Casado quiere protegerse de la arremetida de Vox en la zona levantina. Valencia, Murcia y Almería son objetivos prioritarios, amen de zonas donde la penetración del partido de Santiago Abascal se percibe como una amenaza. Mariano Rajoy, que debutó en la campaña en su territorio gallego, se ha desplazado también a la Comunidad Valenciana. La Nuncía, en Alicante, y Valencia han sido las plazas en las que el expresidente del Gobierno ha salido en refuerzo de Isabel Bonig, la candidata del PP a la presidencia de la Generalitat.
A su estilo, pero sin contemplaciones, Rajoy no ha tenido empacho a la hora de arremeter contra los dos partidos que concurren frente al PP en el mismo ámbito ideológico. Rajoy ha cargado contra los 'parlanchisnes', los 'aficionados' y los 'bisagristas', en referencia clara tanto a Vox como a Ciudadanos. Casado se cuida mucho de mencionar a Vox en sus discursos. Sólo lo hace 'en legítima defensa'. Tampoco suele dirigirse hacia el partido naranja, salvo en las últimas horas, tras los ataques que le dedicó Rivera en la primera vuelta del debate televisivo.
Rajoy no tiene que andar con esos miramientos. Como Aznar, que compareció en El Ejido (Almería), territorio Vox, para clamar, en tono casi apocalíptico, que la fragmentación "es una maldita derrota para el centroderecha". Aznar apeló a la unidad del voto, para salvar la unidad de España en estas elecciones decisivas.
El expresidente del Gobierno gallego, con verbo más afable, pero con igual contundencia, resaltó el valor del PP "frente a unos aficionados", y subrayó el valor de la moderación, una de las señas de identidad de su forma de entender la política. "La moderación política es absolutamente necesaria en nuestro país" y defendió al PP como 'partido de Gobierno' frente a los que quieren poner todo en tela de juicio, los "adanistas que piensan que antes de ellos no hubo nada o no se hizo nada".
"No saben hacer nada"
Rajoy acudió a Valencia impulsado desde Génova y reclamado por el PP local, que confía en defenestrar del Gobierno a socialistas y nacionalistas. "Vengo sin ánimo de molestar a nadie", señaló el político gallego, y mencionó que "ya me gustaría ver a mí a algunos de esos parlanchines que hablan y hablan pero no saben hacer nada más que hablar".
Imprimió dramatismo a su discurso, seguido por más de medio millar de personas, al asegurar que estas son las elecciones "más abiertas en años porque nada hay decidido a cinco días de la votación". Rajoy y Aznar son el tándem perfecto del que dispone Casado para frenar la fuga de votos hacia Vox en unas circunscripciones en las que el partido de Abascal cuenta con obtener un resultado muy positivo.