Acertó Mariano Rajoy al tomar la palabra a las primeras de cambio en la moción de censura, según confiesan entusiasmados sus diputados tras concluir el cruce de intervenciones con Pablo Iglesias, el 'aspirante frustrado', según dicen. Necesitaban esta inyección de moral, tras el intenso lodazal de casos de corrupción que había minado el ánimo de la militancia del PP, de sus dirigentes y de sus parlamentarios.
El 'vapuleo' de Rajoy a Irene Montero, en primer lugar, a quien la bancada del PP calificaba de 'la mujer antorcha' por su intervención incendiaria, como 'un lanzallamas exaltado y excesivo", "un mitin fuera de lugar", una sarta de "clichés sobreactuados", "un descontrolado disparate, propio de un plató televisivo, de una tertulia", centró la línea de lo que sería la larga sesión de la mañana, que se prolongaría hasta primeras horas de la tarde. "Una parodia, una farsa contra el universo mundo, contra todos a la vez incluidos ustedes mismos", le espetó Rajoy a la portavoz de Podemos. El grupo parlamentario podemita escuchaba las palabras de Rajoy con gesto severo, acusando el efecto de la paliza dialéctica.
La inconsistencia de la larga diatriba de Montero, más de dos horas, con el empeño del partido morado de alargar la sesión al menos dos días, recibió un severo castigo por parte del presidente, quien definió los argumentos escuchados como un conjunto de falsedades, insultos, infundios, calumnias, material inflamable en el que se mezcla todo, "asuntos sub júdice, cuestiones sin demostrar, titulares de prensa...". Remató con una de las frases de la jornada: "Sentencias, las acato, los periódicos los leo y las habladurías, las desprecio".
Los principales aplausos, por momentos ovaciones, tuvieron lugar en el mano a mano con Iglesias. El hemiciclo estaba a la espera de un receso, sin comer, sin tiempo de ir al excusado, sin respiro. "Rajoy se ha tomado la moción en serio", recordaba un diputado. Adolfo Suárez, en la que le presentó Felipe González en 1980, también le respondió a Santiago Carrillo, pero en forma breve, casi testimonial.
"No cree en la democracia"
La plúmbea intervención de Iglesias, tres horas interminables, sin presentar un programa, ni un proyecto, animó sin duda a los populares. "No es un candidato, cuando se pone serio se diluye, le ha puesto la cosa fácil a Pedro Sánchez", señalaban algunos. Rajoy afiló su estilete más incisivo, su oratoria más brillante, y, de acuerdo con los suyos, "lo dejó en la lona". "No le queda ya nada, señoría, por eso su impostura es cada vez mayor", le replicó en su tercer turno de intervenciones. Antes había explicado los numerosos motivos por los que Iglesias no puede ser presidente.
El fundamental, porque es poco fiable y no cree en la democracia. "Cuanto más le conocen, menos le votan", repitió en varias ocasiones. "No será presidente, y usted lo sabe. No le veo merecedor de ese honor, ni a España de ese castigo".
El grupo popular siguió con entusiasmo las intervenciones de su líder, quien aprovechó, al hilo del 'derecho a decir' invocado por Iglesias, para recordar su postura sobre la firme defensa de la unidad de España. "Eso no existe en ningún lugar, ni en Constitución alguna de los países democráticos, no juegue con ambigüedades", le subrayó, con la mirada puesta en los independentistas catalanes. "El diputado de ERC me ha entendido bien", añadió en tono de broma.
"La moción llegó muerta, pero Rajoy la ha sepultado", decía un diputado del PP. "Tenía que hacerlo él, no se trata de un broma, le ha parado los pies a Podemos, añadía a modo de resumen de lo que piensan los parlamentarios de su partido.