Alberto Núñez Feijóo mantiene su neutralidad a prueba de bombas. Ha recibido en su tierra a los dos candidatos a la sucesión de Mariano Rajoy. Con ambos se desvivió en atenciones y en parabienes. Con Pablo Casado aseguró que "la unidad puede lograrse antes, durante y después del Congreso". Con Soraya Sáenz de Santamaría se puso algo más dramático: "No queremos ser la primera generación de políticos que ha fracturado el PP". Ni la última, le faltó decir, porque después de la fractura, quizás no haya nada.
El presidente de la Xunta tiene en ascuas a sus fieles. En especial, a sus compromisarios, que serán decisivos en la elección del sábado. Un total de 279 delegados suma Galicia al cuerpo electoral que decidirá el nombre del presidente. A los que hay que sumar otros 48 natos. Son la tercera y cuarta región, respectivamente, en cuanto a la aportación de compromisarios, lo que les otorga una fuerza decisiva. Dolores Cospedal se impuso allí en la primera vuelta. En todas las provincias salvo en Orense, donde venció Soraya. La exsecretaria general apareció en un acto en Madrid junto a Casado, en un gesto que puede modificar el curso de la batalla por la sucesión.
Nadie conoce por dónde irá el voto gallego en el momento decisivo. Feijóo no despeja las dudas, no hace guiños, no lanza insinuaciones. Reclama unidad, pero no pide una 'candidatura de unidad', como defiende la exvicepresidenta. Se mantiene al margen, 'por encima de la melé', como dicen algunos de sus seguidores. No se moja. No quiere comprometerse con alguna de las dos fuerzas en liza. Su horizonte está más allá. No se sabe qué pasará en el futuro y ya dijo, en su momento, aunque luego matizó, que se reserva para 2020. Es posible que no descarta la posibilidad de volver a Madrid esta vez, sí, como candidato a las generales. Una posibilidad remota.
La cuenta de la vieja
¿A quién hay que votar?, comentan en privado algunos compromisarios. No conocen las intenciones del 'jefe', ni adivinan cuál es la mejor opción. Algunos delegados que en su momento apostaron por Cospedal quizás ahora no sintonizan con Casado. Puede haber cambio de acera. "Aquí no sirve la cuenta de la vieja", dijo Santamaría en su intervención en Pontevedra. "Cada uno es un compromisario y aquí los compromisarios son libres y uno puede ejercer la libertad por todos los demás", añadió. Algo similar había apuntado el anfitrión: "Tienen que mantener su libertad para elegir en la última fase del congreso".
Este martes aterriza en Madrid para entrevistarse con el presidente del Gobierno. Es el tercer presidente autonómico que desfila por Moncloa, después de Urkullu y Torra. Feijóo quiere ejercer de referente del PP, el único barón que ha ganado tres veces sus autonómicas con mayoría absoluta. El que puede hablar de tú a tú con Pedro Sánchez, quien seguramente le tratará con delicadeza. Le interesa Feijóo como interlocutor para hacer de menos al nuevo responsable de Génova.
Tras la espantada en la fase inicial de las primarias, Feijóo busca ahora recomponer su imagen. Una gran parte de la militancia no entendió ese paso atrás, esa falta de valentía para asumir el papel que el PP le reclamaba. Durante muchos años fue el 'delfín' de Rajoy. A la hora de la verdad, no fue capaz de comprometerse y optó por refugiarse en su refugio gallego. Pocos lo entendieron, salvo quizás sus seguidores.
Ahora ha optado por permanecer al margen. Su relación con Santamaría es cariñosa y formal. Con Casado tienen puntos en común pero Feijóo nunca fue aznarista. Citó a Suárez y Rajoy como los mejores presidentes de la democracia. Nada de Aznar, quien respalda al exportavoz del PP. El silencio, la equidistancia, se mantendrá hasta el final, piensan en el PP. Los compromisarios gallegos llegarán a Madrid sin instrucciones concretas, un factor clave para hacer imposible un pronóstico certero.