El Gobierno confía en que la polarización del debate político acabe compactando el electorado de izquierda y que esa estrategia de la tensión sirva para ocultar los errores de gestión en la crisis del coronavirus. Miembros del Ejecutivo admiten que la gestión está siendo deficitaria, pero añaden en conversación con Vozpópuli que la esperanza del mando político del Gobierno es sortear el escollo de la rendición de cuenta gracias a las salidas de tonos, los "exabruptos" de la oposición. “Sobre todo de Vox, pero también del PP”, agregan.
Mayor número de fallecidos por habitantes en Europa, retrasos en declarar la alarma, descoordinación territorial, test defectuosos y falta de material, retrasos en el pago de la asistencia social (subsidios y ERTEs), ataques de la patronal y frialdad de los sindicatos, estadísticas dudosas con miles de muertos en residencias de mayores no contabilizados, confusiones en el BOE, mayor tasa de médicos y enfermeros afectados en Europa. Este es un elenco de algunos de los problemas de gestión que ha tenido el Ejecutivo en el primer mes de crisis del coronavirus, al que posiblemente se añadirán más dificultades en la ola de recesión que se acerca.
El Gobierno sabe que llegan curvas. Y que el equipo del Ejecutivo está menos compacto que antes del comienzo de la tragedia. Todo apunta a una situación de debilidad y dificultad, que los sondeos reflejan. Todos menos el último CIS de José Félix Tezanos, que, por otro lado, no se lo cree casi nadie en el Gobierno. Entre otras cosas por la volatilidad de las encuestas que se realizan en momentos como el actual.
Cuánto más polarizado, mejor
Pero sí muchos asumen el desgaste del Ejecutivo, y confían en que el único clavo ardiendo que le queda a Sánchez es insistir en un esquema de polarización que se instauró después de la moción de censura a Mariano Rajoy y que ha permitido al PSOE repuntar en votos hasta superar la barrera de los 120 escaños (antes tenía 80) en tan solo dos años. Una estrategia “made in Redondo”, tal y como lo expresan coloquialmente fuentes socialistas para referirse al jefe estratégico del Presidente, que en el enfrentamiento duro y directo con la oposición espera buscar rentabilidad también en tiempos de coronavirus.
Según fuentes del PSOE y Podemos, la figura del presidente no baja en los sondeos tal y como se puede suponer. Lógicamente se ve afectada, pero algunos aseguran que “Sánchez resiste y también Iglesias”. PSOE y Podemos, en cambio, empeoran en los estudios demoscópicos. De ahí que cuánto más feroz y desordenada es la crítica, tanto más será el reflujo de la opinión pública hacia el Gobierno, según las estimaciones de la sala de máquinas que define las líneas del discurso de Moncloa.
De la "Gestapo" al "fuera de la sociedad"
Para buscar casos concretos es suficiente analizar la última sesión parlamentaria en la que diputados de Vox calificaron de “Gestapo” la acción del Ejecutivo y los medios considerados afines, o las campañas en redes que para el Ejecutivo son “bulos”. Las dos denuncias de Podemos y el PSOE contra las mentiras en las redes sociales (la última, del PSOE, directamente contra Vox), estimulan el clima de confrontación. En él, el Ejecutivo sabe que se rebaja el debate sobre la gestión y lo encorseta en el marco de la pertenencia ideológica.
De tal manera que si, por un lado, Sánchez invoca la unidad nacional, figuras como la portavoz Adriana Lastra alimentan las llamas de la confrontación. El propio Pablo Iglesias pidió el viernes que "hay que actuar para que la ultraderecha mediática y política no forme parte de nuestra sociedad“. Y la prensa internacional, como el prestigioso semanal The Economist, recoge esa confrontación como una peculiaridad española.
Todas estas salidas de tono fomentan la respuesta de la oposición, y con ella la vuelta a una polarización beneficiosa para el Ejecutivo que espera así evitar juicios transversales sobre su gestión. Sobre todo si las críticas llegan del propio ámbito de la izquierda.