Si el martes el ultimátum del presidente de la Generalitat, Quim Torra, -referéndum pactado antes de noviembre- hacía pensar que Pedro Sánchez convocaría elecciones anticipadas, la fractura de la coalición separatista este jueves sugiere exactamente lo contrario. La incertidumbre propia de esta legislatura, casi desde su inicio en 2016, produce cambios de un día para otro. Y es exactamente lo que ha ocurrido esta semana. Sánchez está en disposición de presentar unos Presupuestos Generales del Estado al Congreso. La legislatura está viva, incluso si no logra los apoyos. El Gobierno admite que la prorroga de las cuentas actuales, las de Mariano Rajoy, es factible.
Sin hoja de ruta, con un presidente desautorizado y el Parlament de nuevo bloqueado por su propia incapacidad de encontrar una salida al voto de los diputados suspendidos fugados o encarcelados, los partidos independentistas han mantenido su acuerdo sin que esté claro todavía para qué sirve dicho acuerdo. El divorcio entre el JxCat de Carles Puigdemont y ERC es evidente. Los partidos constitucionalistas, que no están dispuestos a tragar con la desobediencia de hace un año, han advertido que irán a la justicia si no se cumple con la sentencia del Tribunal Supremo.
A la espera del juicio a los líderes del procés, las amenazas de Torra han quedado en agua de borrajas y se ha evitado la confrontación directa con el Estado, de momento. El separatismo, desbordado por la escasa movilización -además violenta- en el primer aniversario del 1-O, no ha dejado de recular. Lo que se anunciaba como un otoño caliente se ha quedado en octubre invernal. De momento.
Otro revés internacional
Por si quedaba alguna duda de la soledad independentista a nivel internacional, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha rechazado la demanda de una responsable electoral del referéndum contra la actuación del Tribunal Constitucional. Es el primer gran revés de Estrasburgo contra las tesis independentistas. La respuesta de Torra es, hasta el momento, un par de cartas sin respuesta al papa Francisco y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pidiéndoles que medien por el referéndum.
Ante el sainete catalán, de solución imprevisible, el Gobierno socialista ha decidido seguir hacia adelante. Uno de los síntomas más evidentes de que su intención es mantener viva la legislatura ha sido el desbloqueo del adelanto electoral en Andalucía. La presidenta de la Junta, Susana Díaz, había paralizado una convocatoria que se daba por supuesta desde la ruptura de su pacto con Ciudadanos ante el temor de que la incertidumbre en Cataluña tumbase a Sánchez.
La conversación que Sánchez ha mantenido con Díaz este jueves ha despejado las dudas de la presidenta, que firmará el decreto de convocatoria a principios de la próxima semana. La cita con las urnas será casi con toda seguridad el 2 de diciembre y no habrá generales al mismo tiempo, una de las líneas rojas de Díaz.
Sánchez confía en estirar la legislatura, quizá no hasta 2020 pero sí otro año. El Gobierno espera culminar proyectos como el de la exhumación de Francisco Franco y el jefe del Ejecutivo tiene en agenda viajes tan mediáticos como el de Cuba. La intención del Ejecutivo es sacar adelante los Presupuestos. De hecho, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, sigue haciendo anuncios con cuentagotas. Montero ha dicho que bajará el IVA de las compresas y los tampones del 10 al 4% el año que viene.
Generales en otoño del 2019
La tarea de reconstruir la mayoría de 180 diputados que le dio la victoria en la moción de censura es difícil. El separatismo catalán es una incógnita y tan pronto puede votar una cosa como la contraria. El botín que supone la expectativa de indultos, con las manifestaciones favorables de los ministros de Sánchez, y las inversiones para Cataluña es mejor opción para ERC y PDeCAT que finiquitar la legislatura e ir a elecciones. El resto de partidos, como el PNV, debe estudiar un voto que compromete sus respectivas campañas ante las inminentes elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26-M del 2019.
Sea como fuere, tanto si hay Presupuestos como si no, Sánchez tiene prácticamente asegurado un año más en la Moncloa. Varios ministros del Gobierno han abierto la puerta a una prorroga del Presupuesto actual. Sánchez asumió las cuentas de PP y Ciudadanos en la moción de censura, pese a que votó en contra de ellas en la oposición. La prórroga es una arma de presión a sus socios durante la negociación presupuestaria, que lleva sus tiempos parlamentarios. Y, además, una vez comience el periodo preelectoral del 26-M, los partidos se centrarán en las urnas.
Sánchez tendrá que tomar decisiones a partir de entonces en función también del resultado que dicten las urnas. Lo lógico es no convocar de cara al verano. Así que el presidente podría estar pensando en el otoño del 2019 para las siguientes elecciones generales.