Uno de los momentos más duros para el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, en su experiencia de cogobierno con Pedro Sánchez fue la noche del 3 al 4 de septiembre. Iglesias y su núcleo duro afrontaban el debate presupuestario en un contexto cada vez más proclive al acercamiento a Ciudadanos. Su objetivo era intentar frenar ese acercamiento buscando mayorías alternativas. Fue entonces cuando llegó la noticia de la fusión de Bankia con Caixabank, y el partido entró en la incertidumbre.
Con el líder morado callado y aturdido, desde Moncloa lanzaron más cañonazos. Dirigentes del partido morado recibieron con sorpresa las advertencias de los asesores de Sánchez que apuntaban a que la gestión de los fondos europeos (140.000 millones de euros en total, que se fraccionarán cada año) sería un asunto exclusivo del gabinete de Sánchez y de su oficina económica. Que Iglesias era el único vicepresidente excluido de la fase del reparto de dinero y que como mucho los ministros morados tendrían la concesión de algún anuncio de gasto.
Es más. Según revelan en el partido de Iglesias, sectores empresariales supuestamente vinculados al Ibex jugaron un papel relevante en esa maniobra. Iván Redondo, el asesor más cercano a Sánchez, quiere que las grandes empresas del Ibex estén en primera línea en la distribución de estos fondos. Saben que llegará una lluvia de millones y que la oportunidad es inmejorable, pero que deberán envolver sus pretensiones a temas como el medio ambiente y la modernización digital: es decir, todo o nada debido a la heterogeneidad de las líneas de inversión, en la que será fundamental la cercanía con el poder público.
Empresario del Ibex
En todo ese proceso, tanto La Moncloa como los empresarios del Ibex (en Podemos hablan de “accionistas del Ibex”) quieren excluir a Podemos de la función de reparto y supervisión de estos fondos. Según fuentes de La Moncloa, entre otras cosas porque será esencial la capacidad de “ejecución” del gasto, es decir la eficacia y rapidez en su implementación.
“Redondo ha comunicado que se permitirán a Podemos anuncios de gasto, pero no el reparto”, resumen fuentes de Podemos para explicar su sorpresa y al mismo tiempo enfado ante lo que consideran una amenaza del mundo empresarial. Para dar mayor concreción recuerdan la relación estrecha de entidades como el Banco Santander con el grupo Prisa. Para Podemos, si las amenazas de los empresarios se hacen realidad, el temor es verse de repente al centro de la diana de las emisoras del grupo y más aún del influyente periódico El País. Una envolvente que, con los casos judiciales abiertos, podrían resultar muy difícil de abordar para Iglesias y su cúpula.
Guiño a Cataluña y País Vasco
Es más. Según otras figuras del partido, Podemos teme quedar aislado incluso en la política que Sánchez lanzará en regiones como Cataluña y el País Vasco. La Moncloa hablará con insistencia de ayudas necesarias para la “cohesión territorial”, vaticinan en Podemos, con el objetivo de consolidar sus partidos en esas comunidades y blindar su relación con los empresarios interesados en recibir ese dinero. O sea, Sánchez tiene la doble oportunidad de ampliar su red de empresarios afines (o deudores con él) y postularse a la vez como pacificador del conflicto territorial existente en Cataluña y el País Vasco gracias a la inyección de los millones europeos.
Cuando Iglesias supo que desde La Moncloa querían vetarle en el reparto de los fondos montó literalmente en cólera, aseguran personas de su entorno. El líder morado sabe que no puede plantear retos como su salida del Ejecutivo, pero sí presionar al grupo de Sánchez a través del debate público. Es por ello que en la última entrevista en la Cadena Ser, empezó a esgrimir el concepto de “nueva élite empresarial”.
"Nueva élite empresarial"
El argumento quedó amortiguado por una semana intensa de debate parlamentario y los encuentros de Sánchez con las fuerzas políticas para hablar de las cuentas de 2021. Inmediatamente después, el líder morado volvió a hablar de “nueva élite empresarial”. Lo hizo en una larga entrevista en La Vanguardia en la que juntó sus propósitos: advertir a los empresarios que él no ha tirado la toalla e intentar adelantarse a Sánchez en el ámbito territorial.
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Iglesias hace referencia a “sectores que se han visto ninguneados por el poder de Madrid”, o lo que en sectores de Podemos también se califica de “empresariado del palco del Bernabéu”. “Es un discurso oficial contra la concepción aznarista”, reflexiona un miembro del partido, que apunta a una estrategia de “subirse al carro del plan de Moncloa”.
A lo largo de sus nueve meses de cogobierno con Sánchez, Iglesias da la sensación de haber entendido mejor cuál es el peso del poder económico. El hecho no deja de ser curioso tratándose del último intérprete (al menos oficialmente) del comunismo español. Pero la sensación que se respira entre las filas moradas es de cierto desaliento ante los vaivenes de Sánchez, el antagonismo de La Moncloa y el muro erigido por el sector empresarial y financiero. En todo ese galimatías, los asesores de Iglesias (dentro y fuera del partido) le advierten: quien no tiene acceso a los fondos europeos se quedará en el gobierno, pero solo como adorno.