Política

El independentismo busca nuevas mayorías al margen del 'bucle' de Puigdemont

Los planes de Puigdemont sólo conducen al bloqueo y al dolor. El soberanismo medita nuevas estrategias. Los Comunes y el PSC instan a formar mayorías alternativas

  • Pleno del Parlament del 24 de marzo

La ‘vía Puigdemont’ sólo acarrea cárcel, dolor y bloqueo. Cinco meses después del 155 y tres desde las elecciones, Cataluña continúa empantanada. La mitad del antiguo Gobierno está huido o en la cárcel. El Supremo ha descabezado el ‘procés’ y no se encuentran fórmulas para escapar del actual laberinto. Empieza a cundir la idea en el independentismo de que hay que desembarazarse de Puigdemont y recuperar las riendas desde Cataluña. “Menos Bruselas y más Generalitat”, señalaba un dirigente de ERC. “Unos siguen por ahí y los nuestros siguen en la prisión. Y cada vez son más”.

En la tenebrosa sesión de ‘no investidura’ del sábado, además del llanto por los presos, los viscerales ataques contra las instituciones democráticas y los llamamientos a mantener ‘la lucha’, se escucharon también mensajes para construir mayorías alternativas que ayuden a superar el actual bloqueo.

Miquel Iceta, secretario general del PSC, fue quien puso más empeño en cerrar la actual y buscar ‘nuevas mayorías’ y así superar el bloqueo. “Sabemos que es difícil pero el alcance de esta crisis nos ha superado a todos”. Xavier Domenech, líder de los Comunes, habló también de la necesidad de ‘ampliar mayorías’ y rechazó, con sus votos en contra, el continuismo que propugna Puigdemont. Incluso Roger Torrent, presidente del Parlament, en su mensaje a los diputados secesionistas tras la sesión sabatina, habló claramente de 'unidad de acción', de un 'frente trasversal de todos los demócratas que respete la pluralidad". Y subrayaba tajantemente que "es la hora de la política, pongamos la politica en el centro del escenario". Cerrar el círculo vicioso que arrancó el 1-O y que ha nada ha conducido. Un sordo clamor se escucha en contra del 'bucle tóxico' de Puigdemont y su república 'en el exilio', su particular Barataria desde la que pretende seguir manejando los hilos de la política catalana. 

Socialistas, comunes, republicanos, neoconvergentes…Algo se mueve en el independentismo tras el mazazo de hierro del auto del juez Llarena. “El Estado va en serio”, recordó Inés Arrimadas, que también se deslizó por el sendero de la concordia. “El procés está muerto, vuelvan a la ley”, les espetó la líder de Ciudadanos, quien lamentó el hecho de que haya diputados que ya ni se saludan en la Cámara.

Mientras Puigdemont  sigue jugueteando por Europa al ratón y al gato con la Justicia, el separatismo ha acusado el golpe  del Supremo. La cúpula dirigente ha quedado descabezada. Ya sólo la CUP habla de la independencia. Quim Torra, el improvisado orador de la funesta sesión simbólica, fue el más agresivo con el Estado, con la Corona, con la democracia española. Es un hombre de Puigdemont y actúa como el cancerbero de las esencias del ‘procés’ en las filas de la antigua Convergencia. Una posición que decae.

La ANC se mueve

Ha llegado la hora de elegir un presidente efectivo, de formar Gobierno, de pasar la página del 155, se escucha cada vez más en el bloque separatista. Esa es la reclamación de ERC, de Oriol Junqueras, arrastrado todos estos meses del ronzal de la confrontación por el prófugo de Waterloo. “Puigdemont se parece cada vez más a la caricatura de Boadella”, comentaba en la mañana de autos un dirigente del PDeCat.

Domenech e Iceta han señalado el camino de las nuevas mayorías. Y  han utilizado ideas que esgrimen desde ERC ya hace tiempo. Incluso la ANC acaba de pegar un volantazo con la elección de la economista Elisenda Paluzie como presidenta. Nada que ver con sus predecesores. Ni con Carme Forcadell ni con Jordi Sánchez, dos agitadores callejeros, mitineros encendidos expertos en la conducción de masas. Paluzie, próxima a ERC, ha declarado tras ser elegida: “No estamos para manifestaciones del record de los Guiness, ni para coreografías (crítica directa a las Diadas), sino para meter presión a los partidos”. Esto es, para normalizar la situación, para alcanzar acuerdos y formar gobiernos.

Toca ahora superar el zarpazo del juez Llarena, que ha dejado al independentismo en estado de shock. “Cuando los ánimos se apacigüen, retornará la sensatez y el pragmatismo”, comenta la mencionada fuente.  “No podemos seguir otros cinco meses con el 155, es un disparate. AA Puigdemont ya le va bien, pero ni a Cataluña ni a nosotros nos conviene. Es un camino doloroso e inútil”, añade.

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