Juan Lobato logró seguir siendo, al menos unos días más, secretario general del PSM. El portavoz en la Asamblea de Madrid convocó a los medios para realizar una declaración sin preguntas que amenazaba con suponer el final de su carrera política.
Las últimas 72 horas habían sido de máxima presión sobre el exalcalde de Soto del Real quien, tras publicar el diario ABC que había acudido a una notaría para protegerse las espaldas al conocer el correo de la pareja de Ayuso filtrado por la Fiscalía, ha visto cómo su partido, el PSM, le daba la espalda.
En dicha exposición, Lobato defendió su honorabilidad, enterrando cualquier atisbo de dimisión o autocrítica a sus acciones. "Estoy preocupado por la reacción y el linchamiento de miembros de mi partido que no entiendo".
"No la entiendo porque si a mí se me dijo esa mañana cuando me mandaron la documentación que era verdad, no veo el problema en acreditar que era verídica. Al revés. Parece que dudaran de la veracidad de lo que a mí se me dijo, y eso no lo contemplo, que fuese falso", deslizó Lobato 'disparando' directamente contra Moncloa.
"Tengo claro que la democracia y la ley están por encima de los partidos políticos y los dirigentes del PSOE. Si el origen del documento hubiera sido otro, esto habría supuesto un intento de que yo lo usase con las consecuencias legales y políticas que tendría", zanjó el aún secretario general del PSM.
No han faltado quienes, al mínimo signo de debilidad, se han lanzado a desguazar a Lobato, apuntalando su semana crítica desde que aterrizó en octubre del 2021 con la plena confianza de Pedro Sánchez. El primero, por supuesto, Francisco Martín, delegado del Gobierno.
Hombre fuerte de Sánchez y, especialmente del ministro Félix Bolaños, Martín pidió a Lobato "explicaciones más sólidas, que nos permitan entender qué ha pasado. La confianza es un bien muy valioso pero frágil, y hay que trabajar en favor de esa confianza".
La otra gran cara del socialismo madrileño, Reyes Maroto, puesta a dedo por Sánchez para fracasar electoralmente ante Almeida en 2023, pidió ayer desde el Ayuntamiento de la capital "una moción de confianza" para Juan Lobato. Dos peticiones, la de un comité regional extraordinario y la moción, que dejan claro que van a intentar derribar al malherido Lobato como sea.
Lobato se complica su victoria en las primarias
Este movimiento tan arriesgado de Lobato ha dinamitado el Congreso Federal de Sevilla. A pesar de que Ferraz y Lobato habían firmado un alto el fuego, y tenía asequible revalidar su puesto como secretario general, a día de hoy eso está más en duda que nunca.
Según ha podido saber Vozpópuli, las delegaciones "están en un 90-10 contra él". Una mayoría de creyentes han abrazado el no en las últimas horas, alentados por el sector crítico del PSM que quiere mover la silla a Lobato. Solo el núcleo duro, compuesto por Marta Bernardo y Tatiana Jiménez, apuesta por seguir con el proyecto de Juan de forma clara.
El PSOE trata de buscar fórmulas para quitárselo de en medio, pero con los estatutos en la mano no será fácil. Cuando la cita de Sevilla pase, llegará el congreso regional del PSM, que arranca el próximo 5 de diciembre y que se alargará, como máximo, hasta el 18 de enero.
De este modo, el comité ejecutivo convocará el congreso regional el jueves 5 de diciembre. El 7 será el día elegido para la presentación de candidaturas. Del 8 al 16, los aspirantes deberán recoger los avales necesarios para concurrir a la votación, siendo el 19 de diciembre el último día para hacer campaña por las diferentes candidaturas del PSOE en la Comunidad de Madrid.
Finalmente, el 11 de enero, en caso de haber dos o más candidatos, se llevará a cabo la primera votación. En caso de igualdad total, el 18 de enero sería la segunda y definitiva vuelta, la cual dirimirá quién es el nuevo secretario general del PSM para los próximos años.
El runrún interno ha empezado a hacer mella a las opciones de Lobato, y lo que hace un mes iba a ser una victoria cómoda hoy es una derrota. Al margen de que parece difícil que Óscar López se presente, pues podría acabar, igual que Lobato, testificando en el Supremo por el correo de González Amador, las bases han dejado de creer en Lobato.