El pulso entre las 'número dos' de Mariano Rajoy, lejos de cesar, atraviesa momentos incandescentes. Santamaría señala a Cospedal como la inspiradora del último encontronazo con los separatistas catalanes. Los recelos son constantes y las acusaciones, mutuas.
El último episodio de esta pugna se acaba de vivir con el órdago secesionista como telón de fondo. La 'operación diálogo' con Cataluña, que conduce la vicepresidenta, da sus últimas boqueadas. El miércoles alguien le escribió un epitafio en forma del anuncio de 'medidas coercitivas' contra la Generalitat y demás impulsores del propalado plebiscito secesionista.
La intervención de los Mossos y consejerías
El Gobierno tiene un plan, decían las filtraciones que recorrieron los pasillos del Congreso, las redacciones y las terminales políticas. Intervención de las consejerías de Interior y Educación, de los Mossos, precintado de los colegios electorales, congelación de competencias y hasta aplicación del artículo 155.
El equipo de la vicepresidenta señala al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, como principal desvelador de las drásticas medidas. Y, a Cospedal, su defensora y protectora, como urdidora de la estrategia. "Ha sido Zoido quien ha contado esto", señalaba una fuente de Presidencia. La secretaria general del partido se encuentra muy fuerte, tras vadear con éxito las aguas bravas del Yak-42. Santamaría, sin embargo, ha perdido parte de su brillo. De ahí los nervios y las acusaciones.
En la mañana del miércoles, en la sesión de control, la vicepresidenta había destrozado, en un fogoso duelo dialéctico, al senador de ERC, Joan Tardà, al que le recordó que el Gobierno hará cumplir la ley. Nada especial, salvo el tono, más contundente, y la ingeniosa frase de "tiene usted más fina la piel que la boca".
La mecha ya estaba encendida desde otra instancia del Gobierno con la advertencia de 'medidas coercitivas', una fórmula no utilizada hasta ahora en el Ejecutivo y que en Barcelona se recibió como una bofetada amenzante e intimidatoria. Los independentistas pusieron raudamente en marcha su máquina del victimismo. "La operación diálogo" de Santamaría empezó a denominarse "operación precintado", desde el Govern.
El momento más delicado
El volcán catalán estaba en erupción. Hábilmente, el Pacto por la Independencia, reunido para allanar el camino hacia el referéndum, ofertaba diálogo al Gobierno central. Una jugada muy hábil. Los nacionalistas tienden la mano y en Madrid amenazan con intervenir a los Mossos.
La vicepresidenta envió a su mano derecha, Bermúdez de Castro, ante los periodistas para quitar hierro al lo virulento de la situación y emitir un cántico al entendimiento y el diálogo dentro del respeto a la Constitución. Santamaría viaja este viernes de nuevo a Barcelona dentro de su empeño en mantener viva una iniciativa que hasta ahora sólo ha cosechado contratiempos y frustraciones. El momento más complicado fue el portazo de Puigdemont a la invitación para acudir a la Conferencia de Presidentes autonómicos del mes pasado, un fiasco apoteósico.
En un desesperado intento por reconducir la situación y mantener abiertas las puertas de la negociación, la vicepresidenta improvisó este jueves una ininteligible rueda de prensa en el Congreso para dejar claro que el único Plan del Gobierno en Cataluña no es el de intervenir a los Mossos o precintar colegios sino el de "cumplir la ley y respetar los derechos fundamentales de los ciudadanos". Quiso dejar claro que 'el diálogo no es una operación sino una convicción'.
En un sector del Gobierno contemplan estos esfuerzos como una misión imposible. "Nada puede negociarse con quien no quiere hablar", señalan. En el partido, lo tienen mucho más claro. Pablo Casado, el portavoz del PP, abrió la semana calificando de 'totalitarias y xenófobas' las actitudes de la Generalitat. El 'robo' de datos fiscales que desveló el exjuez Santiago Vidal provocó una airada reacción en el partido en el Gobierno. Se elevó el tono de los reproches. Y apareció el articulo 155.
Y detrás de todo ello, la 'mano de Cospedal', insisten en el entorno de Santamaría. Con Zoido, aseguran, como brazo ejecutor. Abierta la brecha, se sumaron luego García Albiol, desde el PP catalán, o el ministro de Justicia, Rafael Catalá, quien no pestañeó al recordar que "el 155 está en la Constitución y siempre es una opción". Más piedras contra la 'operación Soraya', que en estos momentos lucha por sobrevivir.