Política

Un día de campaña con Pablo Casado: ni comunistas ni 'feminazis' en Cataluña

El candidato a la presidencia del PP se fotografía con policías en Barcelona y se vuelca con los afiliados catalanes antes de las votaciones del jueves 

Pablo Casado sube al AVE con bufanda. Los aires acondicionados han pasado factura a su garganta, que se resiente después de ocho días de campaña a tres o cuatro actos con militantes al día. El tren es para el candidato a la presidencia del PP un momento de cierto descanso, en el que puede leer la prensa, estudiar los mensajes de sus rivales y ordenar algunas ideas.

No es un día cualquier para Casado. La visita a Barcelona estaba coloreada de rojo en su calendario. Cataluña es uno de los lugares en los que más ha sufrido el PP, condenado al ostracismo parlamentario como última fuerza política el pasado 21-D. El candidato inicia el día con una declaración a los medios en la puerta de la Jefatura Superior de Policía Nacional en la Vía Laietana. Cualquier persona que asistiera a la manifestación del 8 de octubre del 2017 a favor de la unidad de España recordará ese punto del recorrido por las constantes muestras de apoyo a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

En la Jefatura de Via Laietana

Casado atiende a los medios. Habla del desafío separatista, de la escuela, TV3 y algunas propuestas. Elogia a la Policía y la Guardia Civil. El guión esperado. Ignacio Cosidó, ex Director General de la Policía y uno de sus apoyos en esta campaña, da vueltas nervioso alrededor de su jefe. Cosidó habla con los agentes que montan guardia en la puerta de la Jefatura. En realidad, les previene. Cuando Casado termina de responder a la prensa, saluda a los dos agentes que hay a la entrada. Uno de sus colaboradores le da una bandera de España, que el candidato entrega a su vez a otra agente que estaba en el pórtico del edificio. Los policías posan con su mejor cara y sonríen. Lo importante es la foto, no cómo se ha llegado hasta ella. Los políticos tienen un máster en gestos. La imagen tarda pocos minutos en llegar a las redes sociales.

Casado sale volando hacia el hotel Gran Marina, en la zona del puerto donde atracan los ferris turísticos. La sala está a rebosar. El día invita a la playa. Pero habrá unas 150, quizá 200 personas. "El día que vino Cospedal no había ni la tercera parte", dice una afiliada. "A Soraya (Sáenz de Santamaría) no creo que la veamos por aquí. Se quedaría sola". La ex vicepresidenta no tiene muchos seguidores en Cataluña. No gustó su gestión del desafío soberanista.

El PP es un partido de orden. Antes de empezar el evento, se recuerda que no es un acto de partido. Los afiliados, muy bien mandados, cumplen las reglas escrupulosamente. Ni una sola bandera del PP, ni su famoso y pegadizo himno. Qué diferencia con las primarias del PSOE. Hay alguna bandera de España, eso sí. La selección caerá eliminada del Mundial poco después. Hay bastante gente joven. Está el presidente del partido en Cataluña, Xavier García Albiol. Pero el que toma la palabra es Alejandro Fernández, uno de los cuatro diputados del PP en el Parlament. Fernández apoya activamente la candidatura de Casado. 

"No pasa nada por decir que Casado es el mejor", dice. "Al fin y al cabo no somos comunistas". La gente ríe y aplaude. Fernández está on fire como dicen los americanos. "Nosotros somos el partido del humanismo. Creemos en la cooperación entre hombres y mujeres contra ese engendro llamado feminazismo". La sala se viene abajo.

Casado toma la palabra. Ilusión, renovación y unidad. Son los tres conceptos que más ha repetido en las últimas semanas. Pero toca hablar de Cataluña. El candidato promete una especial atención a esta tierra. Y marca distancias con sus rivales. Él, dice, va a la Policía a decirles que no hay que pedir perdón por su actuación el 1-O. "No toleramos operaciones de diálogo con los que quieren romper España", asegura.

Casado, durante el acto de Barcelona.

La España que madruga

Casado reivindica al partido que nace de las aldeas para coser España. "Somos el partido de la España que madruga, el de la clase media, el partido que baja impuestos", dice. Acaba el acto entre aplausos y gritos de "¡presidente!". Ha pasado una hora desde que acabó el mitin y Casado sigue en una de las terrazas del hotel con los afiliados. El candidato tiene aguante. No hay un solo militante que se marche sin foto. Casado comenta la actualidad con ellos y escucha sus consejos. "Nos han dejado solos", lamenta una afiliada. "Yo la COPE ya no la escucho, que es muy blandita. Me he pasado a Federico (Jiménez Losantos)", dice otro. 

Uno de los asistentes es el marchista Jesús Ángel García Bragado, el deportista español con más presencias en unos Juegos Olímpicos con siete en total. García Bragado es concejal del PP en el municipio de San Adrián del Besós. "A Pablo le conozco de los campus de FAES", explica el atleta. "Ha estado magnífico. Esto es lo que necesitamos, porque el partido está muy alicaído después de lo que ocurrió en diciembre".

Casado sale de Barcelona y se marcha a Lleida, donde verá la derrota de España con un grupo de militantes. Al final, ganaron los comunistas. Los ex comunistas.

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