Como contó este periódico el pasado sábado, en Podemos empieza a haber clima de funeral. Las vacaciones han servido para que incluso los más fanáticos esbirros de Pablo Iglesias se hayan dado cuenta de que, por muchas series de Netflix que se meta en vena su secretario general, la cacareada "batalla del relato" ya ha sido ganada por el inquilino de La Moncloa, Pedro Sánchez.
En Podemos no se explican cómo ha podido pasarles esto, a ellos, que se consideran los mejores estrategas del panorama político español. En realidad, la cosa es bien simple y la vio toda España en directo. Por mucho que Sánchez no tenga ni puñetera gana de gobernar con Iglesias, lo cierto es que el pasado 25 de julio ofreció a Podemos en sede parlamentaria una vicepresidencia y tres ministerios... y el líder morado rechazó la oferta exigiendo además el control sobre las Políticas Activas de Empleo.
La romería de 'rojillos' que han ido al chalé de Galapagar con la excusa de visitar a la pequeña Aitana ha sido de las que hacen época
Nadie entendió entonces la maniobra de Iglesias, y así se lo han hecho saber este verano numerosas voces, desde sus socios de Izquierda Unida y las denominadas mareas hasta cualificados intelectuales de la progresía. La romería de rojillos que han ido al chalé de Galapagar con la excusa de visitar a la pequeña Aitana, nacida el 3 de agosto, ha sido de las que hacen época: escritores, músicos, pseudoperiodistas... y todos con el verdadero propósito de llorarle al jefe para que no frustre "un Gobierno de izquierdas".
Consciente del error
Iglesias ha hecho propósito de enmienda y está casi convencido de que se va a tener que bajar de la burra para no quedar como el malo de la película. El problema es que en Podemos sospechan que ya es demasiado tarde para arreglar el desaguisado del 25 de julio.
No obstante, en el cuartel general de Podemos se prepara estos días una estrategia en dos fases que tiene como objetivo tratar de darle la vuelta a la tortilla y dejar a Sánchez como el responsable de que no haya Gobierno. Primero, y como ya sugirió la semana pasada el propio Iglesias en su primera entrevista tras las vacaciones, habría una renuncia solemne de las Políticas Activas de Empleo. Se trataría de imitar el golpe de efecto que tan buen resultado tuvo en julio cuando Iglesias se descartó como ministro y aceptar sin condiciones la oferta de la vicepresidencia y los tres ministerios (Sanidad, Vivienda e Igualdad).
Si, como parece, Sánchez no se da por enterado e insiste en su idea de ser elegido presidente gratis total, en Podemos empiezan a crecer las voces que consideran que habría que evitar las elecciones cueste lo que cueste y, por tanto, darían un segundo golpe de efecto en el último minuto anunciando el voto afirmativo a la investidura de Sánchez "para no llevar al país a una repetición electoral". Podemos se sacrificaría por España, pero sobre todo para evitar su propio naufragio en los comicios del 10 de noviembre como consecuencia del aumento de la abstención y del nuevo partido de Íñigo Errejón.
En manos de Sánchez
El problema de Iglesias, y en Podemos ya lo sabe casi todo el mundo, es que haga lo que haga ha perdido la partida. ¿Por qué? Porque por muchos gestos y renuncias que se invente el secretario general de Podemos ya no está en su mano hacer presidente a Sánchez. Tuvo la ocasión, y la desaprovechó. Ahora, para tener de nuevo esa oportunidad necesita que, para empezar, el Rey emprenda una nueva ronda de consultas con los líderes políticos, algo que incluso se pone en duda en estos momentos, y, a continuación, que Felipe VI vuelva a encargar a Sánchez la formación de Gobierno, lo que requeriría cuando menos la aquiescencia del líder del PSOE.
Así pues, Iglesias está en manos del presidente del Gobierno en funciones y su destino depende de lo que se decida en La Moncloa. Si los socialistas apuestan por evitar los comicios, habrá investidura, pero Podemos tendrá que ceder y habrá quedado como Cagancho en Almagro. Es la que podríamos llamar opción susto: Iglesias y Montero se quedan sin pisar moqueta, pero salvan la cabeza, al menos de momento.
Si hay elecciones, el escenario para Iglesias es terrible: afrontará unos comicios con la losa de haber rechazado una vicepresidencia y tres ministerios sin haber dado una explicación convincente
Si, por el contrario, en Moncloa prefieren ir a elecciones, que es lo que siempre han recomendado los gurús de Sánchez, como adelantó este periódico el pasado 20 de mayo, el escenario de Iglesias es terrible: cederá en vano en el último minuto y afrontará unos comicios con la losa de haber rechazado una vicepresidencia y tres ministerios sin haber dado una explicación convincente de por qué lo hizo. Es la opción muerte porque, salvo milagro, sus días estarán contados, bien porque le muevan la silla en su propio partido tras el fracaso electoral o bien porque, sencillamente, su papel en el nuevo Congreso de los Diputados pase a ser irrelevante.