Con la Prensa se ha topado. Pedro Sánchez dio este miércoles en el Congreso una gran patada hacia adelante. El grandilocuente paquete de medidas de "regeneración democrática" no será tal. Así lo admiten fuentes de Moncloa. Y aún está por ver qué medidas terminarán finalmente en el BOE más allá de llevar al ordenamiento jurídico español algunos preceptos del reglamento europeo de libertad de medios de comunicación, el parapeto con el que el presidente acudió a la Cámara Baja para que no le señalaran por querer silenciar a la prensa crítica en un momento crítico para él por los casos que afectan a su entorno personal.
Así las cosas, el propio equipo del líder socialista reconoce que muchas normas tendrán que ser proyectos de ley dada la dificultad de pactar y concretar su contenido legal con todas las fuerzas que sostienen al Ejecutivo en el Congreso de los Diputados. Lo que viene por delante, en efecto, es negociación. Y lo de meterse en harina se deja ya para septiembre. "Habrá que armar consensos"; explican. Entre otras cosas, porque Moncloa también espera la resolución de la investidura en Cataluña.
En cualquier caso, el presidente del Gobierno constató que, por ahora, carece de apoyos suficientes de partida para impulsar su particular cruzada contra la Prensa. Algunos de sus aliados, como Bildu o Junts, la ven insuficiente e instan al Ejecutivo a ir más allá para provocar una "ruptura democrática" con el sistema político de 1978. Encima de la mesa está la ley mordaza o la ley de secretos oficiales como contrapartidas.
La vieja cantinela de siempre. La misma que demanda una intervención gubernamental en la Justicia para acabar con el 'lawfare' de marras. Pero ahí Moncloa echa el freno. El PSOE no se atreve a retocar nada tras pactar con el PP la renovación del Poder Judicial. Y ese es, precisamente, el talón de Aquiles de la credibilidad socialista ante sus aliados independentistas. Todos reprochan a Sánchez haber estrechado la mano de Alberto Núñez Feijóo.
Otros socios (y no menores) arquean las cejas, porque saben tan bien como el propio Sánchez que la premura de Moncloa para abrir el debate de la desinformación y los bulos se debe a los escándalos que rodean a su mujer, Begoña Gómez, y a su hermano, David Sánchez: "Señor presidente, le voy a ser muy sincero, a mí lo que me sorprende es que nadie diga que hay cosas simplemente que no se deben hacer, no porque las prohíba la ley, sino que no se deben hacer; que nadie hable de ética y estética en vez de ordenamiento jurídico", espetó el portavoz del PNV, Aitor Esteban.
Los jeltzales no están por la labor de meter mano a la libertad de prensa. Y menos aún por echar un cable al presidente en un lío personal que el matrimonio que habita Moncloa podría haber evitado. Pese al duro mensaje del PNV, el núcleo duro del presidente está enrocado y sigue rechazando, como adelantó este diario, delimitar el ámbito de actuación de las parejas de los presidentes o presidentas del Consejo de Ministros.
Sánchez, en efecto, se limitó a exponer una serie generalidades recogidas en el reglamento europeo de marras. Y poco más. Que si dejar en manos de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) las herramientas de supervisión y sanción del comportamiento mediático; que si 100 millones de ayuda para digitalización; que si reforzar el "derecho al honor" y a la "rectificación" de los ciudadanos frente a "calumnias"; que si reformar la ley de publicidad institucional para que se conozcan los propietarios y accionistas de la prensa así como sus datos de audiencia; que si usar dicho registro para cortar la financiación a los que tienen más recursos que lectores; etc.
En verdad, cabe no pasar por alto ese lamento de Sánchez, porque es todo un dardo a la publicidad institucional de las administraciones que no controla. Es más, él mismo acusó a la oposición de comprar líneas editoriales. E hizo referencia velada al jefe de gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel Rodríguez.
El jefe del Ejecutivo introdujo la cuestión sobre la prensa tras alertar de los riesgos para la democracia de los bulos, a los que vincula directamente con la ultraderecha y su auge en Europa, el primer motivo de su comparecencia -los consejos europeos del 17 y el 26 de junio, al que faltó por el fallecimiento de su suegro-.
"La democracia y el periodismo tienen enemigos que distorsionan la realidad con bulos; que intoxican el debate público con el fin de debilitar la democracia y socavar la convivencia. Estas técnicas de desinformación son muy peligrosas. En democracia, el papel más importante es el de los ciudadanos. Y para ello, el ciudadano debe discernir entre realidad y mentira. Y garantizarlo ante el auge de las nuevas tecnologías es complicado", explicó Sánchez; un presidente que también recurre a estratagemas de comunicación que la Prensa intenta contrarrestar. Ver para creer.
Pontevedresa
Hay que fijarse en la foto, el verdadero rostro de Aitor el Traidor, culpable de que llevemos seis años de desgracia con Sánchez mangoneando, su voto fué decisivo y ahora dando lecciones éticas cuando en su territorio ni siquiera hay verdadera libertad.
S.Johnson
¿Seguro? ¿y qué pasa con los CIEN MILLONES? Si te portas bien aquí está la pasta si te portas mal no vas a ver ni un euro... A donde no llega el palo llega la zanahoria
xaxonem
"Lo que las leyes no prohíben, lo prohíbe la honestidad" (Séneca) Sabrán los sanchistas lo que es la honestidad.....
Maggi
Ahora lo que falta es que le den una audita como a la línea PLUS ULTRA, de sus afectos chavestias
Víctor
O en las nubes en homenaje a Zapatero