Los pinchazos, grabaciones y las consiguientes filtraciones obsesionan en estas horas al PP. El partido se siente hostigado y hasta perseguido por un 'ejército de sombras', que se concretan en jueces, fiscales, cuerpos de Seguridad y medios informativos, como apunta un dirigente de Génova. ¿Quién será el próximo en aparecer? ¿De quién será la próxima escucha, el próximo sms?
"Se está trasladando a la opinión pública la teoría de que el Gobierno bloquea o dirige la acción de la Justicia cuando lo que ocurre es justo lo contrario, es al Gobierno y al PP a quienes se persigue", comentan en privado algunos dirigentes del PP, alarmados por el nivel de'incidencias parajudiciales' en casos que afectan a miembros o exmiembros de su formación. "Están ocurriendo demasiadas cosas raras y con demasiada frecuencia y siempre en la misma dirección", denuncia esta fuente.
La posición oficial del Gobierno la dejó bien clara Mariano Rajoy en su intervención en Uruguay: "El que la hace, la paga", sentenció. Días antes, tras ser citado como testigo en el 'caso Gürtel', el presidente del Gobierno se había mostrado 'encantado' de colaborar con el tribunal e insistió en que 'hay que cumplir la ley y las disposiciones de los tribunales'.
El PP se ha renovado, pero muchos de sus pecados están pendientes de expiación. El estallido del 'caso Lezo', un escándalo que ha sacudido los cimientos del PP madrileño y que forzó la renuncia de Esperanza Aguirre, ha levantado enormes ampollas entre dirigentes y militancia. "Rechazamos frontalmente a los corruptos pero nos sorprenden algunas cosas que ocurren durante la instrucción", dice un miembro del Gobierno. "Odio el victimismo, pero...".
La filtración continua de elementos de sumarios secretos o la revelación de autos casi antes de que el magistrado estampe su firma está provocando una inquietud creciente en las filas del partido en el Gobierno, que ya empiezan a trasladarse a la opinión pública. "Nadie aguantaría que se hiciesen públicos nuestros mensajes y menos, descontextualizados", decía a Efe Fernando Maíllo, coordinador general del PP. "Si viésemos los de Pablo Iglesias, estaríamos igual de alarmados", añade. El ministro portavoz, Íñigo Méndez de Vigo, fue preguntado por estos mensajes y conversaciones desvelados los últimos días: "El Gobierno nunca especula con unas conversaciones que aparecen en un sumario secreto, o que dicen que lo es", señaló con ironía.
El polémico relevo
Ese sentimiento de indefensión crece por momentosy se buscan sospechosos. Muchas de las de las miradas se dirigen hacia la Fiscalía Anticorrupción donde se vive estas semanas una apoteosis de tensiones internas. El nombramiento de Manuel Moix al frente de ese departamento ha desatado un rosario de encontronazos y enfrentamientos. El nuevo jefe de Anticorrupción, a quien algunos ven próximo al PP por su desempeño en la Audiencia de Madrid, vivió un hecho sin precedentes en diez años cuando dos de sus subordinados, Carlos Iañez y Carmen García Cerdá recurrieron a la junta de fiscales una decisión de su superior. Moix reconsideró su decisión sobre el aplazamiento de algunos registros referidos al asuntos del Canal de Isabel II.
Las aguas, lejos de calmarse, se agitaron más aún cuando la cadena Ser difundió la noticia del presunto cese del propio Iáñez, algo que nunca ocurrió. "Fue un calentón", habría el presunto defenestrado. Moix le invitó a renunciar a su plaza en Anticorrupción, donde se encuentra en comisión de servicios, y volver a su destino en Granada.
El relevo de dos fiscales encargados de varios asuntos en Cataluña por parte de Moix, con el visto bueno del fiscal general del Estado, José Manuel Maza, ha derivado también en tormenta. José Grinda y Fernando Bermejo no parecen estar muy de acuerdo con los argumentos esgrimidos por su superior: un mero reajuste en aras de mayor eficacia. Grinda, al igual que Iáñez, habría deslizado su deseo de pasar a oro negociado, según algunas versiones de la Audiencia.
La resistencia de Moix
Incluso el titular de Justicia, Rafael Catalá, apareció en un intercambio de mensajes con Ignacio González, el primer gran sospechoso del caso Lezo. El ministro suele hablar de 'ruido' al referirse a lo que está ocurriendo en su demarcación. Defiende la integridad y el buen nombre de la Fiscalía y respalda sin fisuras a Moix.
"Todo empezó con la llegada de Moix. Algunos querían que siguiera al frente Belén Suárez. Los más, que el nombrado fuera Alejandro Luzón, bien conocido por sus incisivos interrogatorios en las tarjetas black. No lo consiguieron y de ahí lo que estamos viviendo, este marasmo sin fin en la fiscalía", señalan las mencionadas fuentes. La oposición pide su cese, los fiscales le plantan cara, los medios le tratan con escasos miramientos. Mox es un hombre templado, frío de carácter y va a resistir. El Gobierno le respalda sin titubeos, comentan fuentes de Moncloa.
"Estoy siendo objeto de una cacería", explicaba el número dos de Interior, José Antonio Nieto, al comparecer este viernes en la correspondiente comisión parlamentaria tras haber trascendido que recibió en su despacho al hermano de Ignacio González. "Cacería", "persecución", "hostigamiento"...ese es el sentir de muchos miembros del PP, agobiados por la actual situación y convencidos de que muchas cosas de las que están sucediendo tienen que ver con la llegada de Moix y su empeño en acabar con determinadas actuaciones que se producían en su departamento desde la jubilación de su predecesor Antonio Salinas.
El chorreo continuo de informaciones sobre el caso Lezo, un 'sumario supuestamente secreto', como dice el Gobierno, ha desestabilizado a amplios sectores del PP. "Suponemos que quedan muchas cosas por salir", señalan estas fuentes. De ahí los nervios.