"A nosotros no tienen que consultarnos nada. Es su potestad nombrar un nuevo fiscal general, que lo propongan y escucharemos lo que tenga que decir el candidato al Congreso". Así de rotundo se expresa a Vozpópuli un importante dirigente del PSOE aludiendo al temor del equipo de Pedro Sánchez de verse comprometido por el Gobierno en uno de sus nombramientos más delicados, el de sustituto del fallecido José Manuel Maza al frente de la Fiscalía General del Estado.
Los socialistas están al tanto de la quiniela de favoritos que andan circulando en los ambientes político y judicial -el presidente de la Audiencia Nacional, José Manuel Navarro, los actuales magistrados de la Sala II del Supremo Miguel Colmenero y Julian Sánchez Melgar, y los también magistrados, hoy miembros del CGPJ, Fernando Grande-Marlaska y Adolfo Prego-, pero no quieren saber nada.
El sábado, tras la repentina muerte del fiscal general mientras asistía a unas jornadas judiciales en Buenos Aires, La Moncloa sugirió la posibilidad de "consensuar" con el socialista Sánchez y con Albert Rivera el nombre del sucesor de Maza; por aquello de que España vive una situación especial, en plena aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña y en medio de la instrucción de lo que va a a acabar siendo en el Supremo un macrojuicio contra el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, todo su Govern, la Mesa del Parlamento catalán y los exlíderes de la ANC, Jordi Sánchez, y Omnium Cultural, Jordi Cuixart.
Días después el Gobierno matizó que no quiere tanto consensuar sino dar a PSOE y C's -principalmente al PSOE- una especie de derecho de veto previo, en una terna de candidatos. Pero los socialistas no están por la labor porque se temen una envolvente que luego les maniate a la hora de hacer oposición, sea quien sea el designado.
Un importante sector del Gobierno quiere magistrados del Supremo conservadores y con mando en plaza antes que un Grande-Marlaska a quien cree que la Fiscalía le puede quedar grande
No obstante, la Dirección del PSOE ve con mejores ojos tanto a Navarro (procedente de la moderada asociación Francisco de Vitoria) como a Grande-Marlaska -éste ha declarado abiertamente su homosexualidad lo cual le confiere a ojos de Ferraz una imagen de "derecha moderna"-, los candidatos "de la vicepresidenta", pero es consciente que, precisamente por ello, el sector duro del Gobierno prefiere otro perfil más combativo.
Este sector prefiere ver a un Colmenero, a un Sánchez Melgar o a un Adolfo Prego, todos ellos muy conservadores, al frente de la Fiscalía. Cree que a ninguno de ellos les temblará la mano, como no le tembló al también magistrado Maza; sí a sus antecesores, los fiscales Eduardo Torres-Dulce y Consuelo Madrigal, cuando el Gobierno les exigió salirse del carril técnico en la toma de decisiones y atender a criterios más políticos. Y esta es la razón por la que muchos en la Moncloa y en el PP recelan de un ascenso del teniente fiscal, Luis Navajas, la posibilidad de que ceda al corporativismo en un cuerpo muy jerarquizado.
Hay que tener en cuenta, dice otra de las fuentes socialistas consultadas, que "el Gobierno tiene todavía por delante juicios de Gürtel y mucha polémica, que no todo es Cataluña". Lo apunta para dejar claro que el PSOE no puede estar en ningún "enjuague" que luego el PP use en el día a día para coartar su oposición a la política del ministro de Justicia, Rafael Catalá.