Política

El PSOE alimenta a Bildu y evita un batacazo en las elecciones vascas tras el caso Koldo

Los socialistas obtienen 12 escaños y sentirán la presión de sus aliados abertzales y de Podemos para propiciar un ejecutivo de izquierdas contra la voluntad de su candidato, Eneko Andueza

El País Vasco entra en un nuevo ciclo político. Por primera vez, la izquierda independentista de EH Bildu (27 escaños) se erige como alternancia clara al PNV y amenaza su hegemonía (27 escaños). El PSOE (12 escaños) evita un batacazo tras el caso Koldo, mantiene su peso en el parlamento y volverá a ser la llave del PNV, aunque bien podría serla de los herederos políticos de ETA. Los socialistas están contentos, porque se han hecho con el 14 % de los votos, lo que les ha permitido subir dos diputados respecto a las elecciones de 2020 y lograr su mejor resultado desde 2012.

El problema es que los socialistas sentirán desde ya la presión retórica de sus aliados abertzales -y de Podemos- para propiciar un ejecutivo de izquierdas contra la voluntad de su candidato, Eneko Andueza, que sale respaldado tras su primera intentona electoral, y que prometió no hacer lehendakari a Pello Otxandiano, el candidato abertzale. "Que nadie tenga duda de que su voto va a servir para lo que hemos dicho durante toda la campaña. Va a servir para mejorar la vida de los vascos y de las vascas. Para proteger y reforzar nuestros servicios públicos. Para garantizar las políticas progresistas y hacer la política que quiere una inmensa mayoría de este país", ha espetado Andueza, quien previsiblemente será el vicelehendakari de Imanol Pradales (PNV).

El escenario más cómodo para Ferraz es la reedición de un gobierno con los jeltzales que superaría los 38 escaños, el umbral de la mayoría absoluta. La ejecutiva federal confía en que su decisión de reeditar la coalición no afecte a sus relaciones con Bildu en el Congreso de los Diputados. Aunque en el partido sobrevuela la hipótesis de que la subida sin precedentes de los de Arnaldo Otegui se deba a la relación entre el PSOE y Bildu en Madrid. Ferraz ha contribuido a la normalización de las relaciones con los abertzales, que se han convertido en el socio más fiable de Pedro Sánchez en el Congreso.

El ambiente que se respiraba en la sede federal del partido poco después del cierre de los colegios electorales (20.00 h) era de tranquilidad e incluso de optimismo, según fuentes de la ejecutiva, que no obstante, preferían ser cautos. Las elecciones vascas de este domingo han confirmado el auge sin precedentes de Bildu que señalaban todas las encuestas. Los abertzales nunca antes habían aspirado a tanto: la Lehendakaritza. En el PSOE, pese a la normalización de la relación con Bildu, prefieren alejarse de la toxicidad del partido, que durante esta campaña volvió a salpicarles con ETA tras negarse Otxandiano a tildar a los etarras como grupo terrorista.

Una victoria de Bildu hubiera sido una seria amenaza para la política socialista en el Congreso de los Diputados, donde siguen dependiendo de sus cinco escaños. Todo hubieran sido problemas para el PSOE, porque si rompía la coalición de gobierno con el PNV para apostar por Bildu, los jeltzales se la podían devolverán en Madrid. Y si el PSOE desairaba a Bildu, aún pudiendo conformar un gabinete de izquierdas, no solo se la podían devolver los de Arnaldo Otegi, también Podemos. Y es que esa es la postura de Pablo Iglesias: un órdago a Pedro Sánchez.

Pero esa apuesta por un gabinete de izquierdas no es buena jugada en el País Vasco. La sombra de ETA se proyectaría sobre el PSOE, un partido que sufrió como pocos los asesinatos de los etarras durante décadas. La entrega a Bildu del gobierno vasco generaría una gran tensión en el PSOE fuera de Euskadi. "Se abre ahora un proceso para formar gobierno que le corresponde liderar al PNV. Y condicionaremos el próximo gobierno. La gran campaña del PSE ha hecho mejorar los resultados. Con ellos, seguiremos mejorando la calidad de vida de la ciudadanía vasca. Nos mantenemos como el partido central de la política vasca", ha dicho la portavoz socialista, Esther Peña.

Pedro Sánchez no concibe un acuerdo de gran coalición con el PP para gobernar España y evitar los peajes del nacionalismo y el independentismo. El PSOE actual nunca tragará con esa porque sabe, como dijo el propio presidente en funciones en un diario italiano en 2020, que la socialdemocracia española terminaría entonces igual que el PASOK griego, borrado del mapa tras pactar con Nea Demokratia, el PP heleno.

¿Cuál es la solución, entonces? La alianza con partidos de izquierda, aunque sean beligerantes con el régimen constitucional de 1978 que el PSOE instauró en gran medida. La cúpula socialista ya no teme pactar con Bildu. En Ferraz saben que los abertzales buscan la hegemonía en Euskadi a costa del PNV. Y no les preocupa que la consigan. En verdad, según sintetizan a este diario varias fuentes socialistas de peso, "el PSOE comenzó a restar importancia a las fotos y pactos con Bildu cuando se dio cuenta de que no le penalizaban electoralmente"

El fantasma del nacionalismo recorre el PSOE. Tras el golpe en Galicia, comenzaron a surgir voces críticas en Ferraz por la supuesta entrega de los socialistas a los partidos regionalistas e independentistas, que son los que están rentabilizando el voto de izquierdas en las elecciones autonómicas. La dirección del partido es consciente de ese efecto, según reconoce una fuente de la ejecutiva a este diario.

Pero fuentes del oficialismo apuntan que España tiene una realidad plurinacional que hay que atender y que eso implica tener un discurso regionalista, pegado al territorio. Y eso implica abrir huecos por el que se pueden colar los mensajes de los partidos regionalistas e independentistas. Estas fuentes, de hecho, ven esas voces críticas como un ejemplo más de posturas propias que obedecen a los intereses de sus territorios, donde también opera otro nacionalismo: el español.

En verdad, el PSOE juega a Twister con sus partidos a la izquierda. Hace tiempo que Sánchez se dio cuenta de que para que su partido pudiera seguir gobernando en las autonomías debía 'abrazarse' a sus aliados territoriales en Madrid. El propio secretario general socialista pidió "consolidar liderazgos" en las comunidades incluso provenientes de fuera de la familia socialista. Eso explicó que, en parte, no entrara en guerra con el BNG en las últimas elecciones gallegas aun sabiendo que los nacionalistas les estaban robando votos. Pero Bildu era otro cantar. Los herederos políticos de ETA siguen siendo un gran obstáculo para el PSE. Por eso, el PSOE redobló durante su campaña los ataques a la izquierda abertzale.

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