En una de las secuencias iniciales de Los santos inocentes (1984), la película dirigida por Mario Camus que, entre otras denuncias sociales propias de los años 60 pone de manifiesto la condición de marginados de los extremeños, aparece un ferrocarril que funciona mejor que muchos de los actuales.
Quirce, el hijo mayor de Paco el Bajo y Regúla, llega de permiso militar a la estación de Zafra para pasar unos días con su familia en su humilde casa dentro del cortijo de los señoritos. Sin retraso sin averías y sin incendios en los vagones. Sesenta años después de la época en la que se supone que transcurren los hechos, el pésimo estado de la red ferroviaria de Extremadura causa estragos a los pasajeros extremeños casi a diario.
"Lo que está ocurriendo con Extremadura es absolutamente demencial. Ningún Gobierno ha sabido gestionar la situación de los trenes. Han puesto todos los huevos en la cesta del AVE, cuando antes de de ponerlos ahí tenían que haber arreglado la red ferroviaria, que es más propia del siglo XIX", denuncia Juan Carlos López, portavoz de la asociación 'Milana Bonita', organización que lucha por un tren en condiciones para viajar. "Los extremeños no queremos AVE, queremos un tren digno", zanja.
Ningún Gobierno ha sabido gestionar la situación de los trenes. Han puesto todos los huevos en la cesta del AVE, cuando tenían que haber arreglado la red ferroviaria"
La reinvidicación llega justo después de que la pasada madrugada del martes 1 de enero un convoy que hacía el trayecto Badajoz-Madrid dejase tirados en medio del campo a más de 160 pasajeros durante horas. Sin luz y sin posibilidad de usar el baño.
Antes del verano de 2017, el tren extremeño ya había registrado más de 500 incidencias, por lo que un grupo de personas, entre ellas López, decidieron lanzar 'Milana Bonita', movimiento cívico sin lazos a ningún partido político. "A mí en el tren a Madrid me ha pasado de todo, desde descarrilar a cinco kilómetros por hora hasta coger una bronquitis en pleno agosto", resumía por aquel entonces otro de los promotores.
"La gente llega tarde a sus trabajos por culpa de los trenes. Además hay personas que ni siquiera van a Madrid directamente, sino que tienen que viajar a otros sitios desde la capital, por lo que este tipo de retrasos les hacen perder otros billetes", cuenta el portavoz. "Al puente del Pilar de 2018 le bautizamos como el 'puente de la vergüenza' dadas las averías que hubo, pero lo del día de Año Nuevo ha sido la gota que ha colmado el vaso", asegura López.
Ni un metro de electrificación
Como siempre, Renfe ha pedido perdón. Y, como novedad, se ha comprometido a que todos los trenes y no solo "los más sensibles" vayan siempre acompañados de un mecánico para poder abordar las contingencias mecánicas que tengan lugar en el camino. El problema es que los extremeños hace tiempo que dejaron de ser inocentes.
"¿Un mecánico en cada tren? Así por lo menos no tendrán que ir en medio de la noche por el campo para solucionar los problemas, pero las máquinas se van a seguir averiando", advierten desde 'Milana Bonita' mientras enumeran irónicamente otras figuras que podrían viajar en las locomotoras como "un vendedor de navajas de Albacete o una castañera".
¿Un mecánico en cada tren? Eso es asumir que las locomotoras se van a seguir averiando"
Entre los reclamos de los extremeños está la electrificación de las vías; la conexión con otras regiones de España, como el norte; la doble vía y un precio más asequible de los billetes, ya que el viaje en tren de Madrid a Badajoz, por ejemplo, cuesta en torno a 50 euros, hace un total de once paradas y tarda de cinco a seis horas. En coche se tardan cuatro.
"No hay ni un solo metro de electrificación, las traviesas son de madera y la maquinaria es de las más contaminantes", continúa. Por todo ello, la plataforma interpondrá una denuncia colectiva con todas las denuncias de los pasajeros que viajaron en el tren de los horrores del 1 de enero, que se canalizarán a través de FACUA-Consumidores en Acción.
Averías en cadena
Pilar Gil es una de los 163 pasajeros que se quedaron tirados en medio del campo. No llegó a su casa en Madrid hasta las 4 de la madrugada. "Lo grave de esto es que no es un caso aislado, se viene produciendo durante años. Cuando uno coge un tren en Extremadura no sabe si se va a quedar en mitad del campo", lamenta. Según Gil, una cosa es que haya una avería puntual, pero otra es que haya "una cadena de averías". "El tren ya partió con retraso, luego se estropeó y estuvimos horas a oscuras, cansados y con los inodoros inutilizables", recuerda.
A la cacereña tampoco le convence la solución de sumar un mecánico por cada tren. "Entonces se está asumiendo que hay máquinas que no están en condiciones. Si tiene que ir un mecánico en cada convoy, ¿por qué no lo propusieron antes?", se pregunta. Además, incide en el peligro que supone no poder prever en qué punto del camino se va a parar el tren. "Tuvimos la suerte de que se averió cerca de Navalmoral de la Mata, pero y si llega a pararse en el túnel del Tajo? Se hubiese convertido en una auténtica operación de rescate", apunta.
Por otro lado, esta habitual pasajera del tren indigno destaca el trabajo realizado por el mecánico al que llamaron y por el maquinista. "Eran la cara visible de la empresa, pero la situación les superaba y no parecían tener respuesta por parte de sus superiores. Hicieron venir al técnico el mismo 1 de enero de madrugada, pero dudo que algún otro cargo de Renfe se levantase", afea. "Para los extremeños es ya una situación de desprotección y de falta de respeto", concluye.